¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, a la
manera de la lectio divina, en este Domingo 4º de Cuaresma, ciclo A.
Dios nos bendice...
Lectio Divina: 4º Domingo
de Cuaresma (A)
Lectio
Domingo, 22 de marzo de 2020
Juan 9,1-41
1. Oración inicial
Señor Jesús,
envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con
el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de
la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en
los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía
ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y
resurrección.
Crea en
nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en
los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que
sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los
discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y
testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de
fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María,
que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.
2. Lectura
a) Clave de
lectura:
El texto
del evangelio de este cuarto domingo de cuaresma nos invita a meditar la
historia de la curación de un ciego de nacimiento. Es un texto reducido, pero
muy vivo. Tenemos aquí un ejemplo concreto de cómo el Cuarto Evangelio revela
el sentido profundo escondido en los hechos de la vida de Jesús. La historia de
la curación del ciego nos ayuda a abrir los ojos sobre la imagen de Jesús que
cada uno lleva consigo. Muchas veces, en nuestra cabeza, hay un Jesús que
parece un rey glorioso, ¡distante de la vida del pueblo! En los Evangelios,
Jesús aparece como un Siervo de los pobres, amigo de pecadores. La imagen del
Mesías-Rey, que tenían en la mente los fariseos les impedía reconocer en Jesús
el Mesías-Siervo. Durante la lectura, tratemos de prestar atención a dos cosas:
(i) el modo expedito y libre con el que el ciego reacciona ante las
provocaciones de las autoridades, y (ii) el modo en el que el mismo, el ciego,
abre los ojos con respecto a Jesús.
b) Una
división del texto para ayudarnos en la lectura:
Juan 9,1-5:
La ceguera ante el mal que existe en el mundo
Juan 9,6-7: El signo del “Enviado de Dios” que provocará diversas reacciones
Juan 9,8-13: La reacción de los vecinos
Juan 9,14-17: La reacción de los fariseos
Juan 9,18-23: La reacción de los padres
Juan 9,24-34: La sentencia final de los fariseos
Juan 9,35-38: La conducta final del ciego de nacimiento
Juan 9,39-41: Una reflexión conclusiva
Juan 9,6-7: El signo del “Enviado de Dios” que provocará diversas reacciones
Juan 9,8-13: La reacción de los vecinos
Juan 9,14-17: La reacción de los fariseos
Juan 9,18-23: La reacción de los padres
Juan 9,24-34: La sentencia final de los fariseos
Juan 9,35-38: La conducta final del ciego de nacimiento
Juan 9,39-41: Una reflexión conclusiva
c) Texto:
1 Vio,
al pasar, a un hombre ciego de nacimiento. 2 Y le
preguntaron sus discípulos: «Rabbí, ¿quién pecó, él o sus padres, para que haya
nacido ciego?» 3 Respondió Jesús: «Ni él pecó ni sus
padres; es para que se manifiesten en él las obras de Dios. 4 «Tenemos
que trabajar en las obras del que me ha enviado mientras es de día; llega la
noche, cuando nadie puede trabajar. 5 Mientras estoy en el
mundo, soy luz del mundo.»
6 Dicho
esto, escupió en tierra, hizo barro con la saliva, y untó con el barro los ojos
del ciego 7 y le dijo: «Vete, lávate en la piscina de
Siloé» (que quiere decir Enviado). Él fue, se lavó y volvió ya viendo.
8 Los
vecinos y los que solían verle antes, pues era mendigo, decían: «¿No es éste el
que se sentaba para mendigar?» 9 Unos decían: «Es él».
«No, decían otros, sino que es uno que se le parece.» Pero él decía: «Soy
yo.» 10 Le dijeron entonces: «¿Cómo, pues, se te han
abierto los ojos?» 11 Él respondió: «Ese hombre que se
llama Jesús, hizo barro, me untó los ojos y me dijo: `Vete a Siloé y lávate.'
Yo fui, me lavé y vi.» 12 Ellos le dijeron: «¿Dónde está
ése?» Él respondió: «No lo sé.» 13 Lo llevan a los
fariseos al que antes era ciego.
14 Era
sábado el día en que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. 15 Los
fariseos a su vez le preguntaron cómo había recobrado la vista. Él les dijo: «Me
puso barro sobre los ojos, me lavé y veo.» 16 Algunos
fariseos decían: «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado.»
Otros decían: «Pero, ¿cómo puede un pecador realizar semejantes signos?» Y
había disensión entre ellos. 17 Entonces le dicen otra vez
al ciego: «¿Y tú qué dices de él, ya que te ha abierto los ojos?» Él respondió:
«Que es un profeta.»
18 No
creyeron los judíos que aquel hombre hubiera sido ciego, hasta que llamaron a
los padres del que había recobrado la vista 19 y les
preguntaron: «¿Es éste vuestro hijo, el que decís que nació ciego? ¿Cómo, pues,
ve ahora?» 20 Sus padres respondieron: «Nosotros sabemos
que este es nuestro hijo y que nació ciego. 21 Pero, cómo
ve ahora, no lo sabemos; ni quién le ha abierto los ojos, eso nosotros no lo
sabemos. Preguntadle; edad tiene; puede hablar de sí mismo.» 22 Sus
padres decían esto por miedo a los judíos, pues los judíos se habían puesto ya
de acuerdo en que, si alguno le reconocía como Cristo, quedara excluido de la
sinagoga. 23 Por eso dijeron sus padres: «Edad tiene;
preguntádselo a él.»
24 Llamaron
por segunda vez al hombre que había sido ciego y le dijeron: «Da gloria a Dios.
Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador.» 25 Les
respondió: «Si es un pecador, no lo sé. Sólo sé una cosa: que era ciego y ahora
veo.» 26 Le dijeron entonces: «¿Qué hizo contigo? ¿Cómo te
abrió los ojos?» 27 Él replicó: «Os lo he dicho ya, y no
me habéis escuchado. ¿Por qué queréis oírlo otra vez? ¿Es qué queréis también
vosotros haceros discípulos suyos?» 28 Ellos le llenaron
de injurias y le dijeron: «Tú eres discípulo de ese hombre; nosotros somos
discípulos de Moisés. 29 Nosotros sabemos que a Moisés le
habló Dios; pero ése no sabemos de dónde es.» 30 El hombre
les respondió: «Eso es lo extraño: que vosotros no sepáis de dónde es y que me
haya abierto a mí los ojos. 31 Sabemos que Dios no escucha
a los pecadores; mas, si uno es religioso y cumple su voluntad, a ése le
escucha.32 Jamás se ha oído decir que alguien haya abierto los
ojos de un ciego de nacimiento. 33 Si éste no viniera de
Dios, no podría hacer nada.» 34 Ellos le respondieron:
«Has nacido todo entero en pecado ¿y nos das lecciones a nosotros?» Y le
echaron fuera.
35 Jesús
se enteró de que le habían echado fuera y, encontrándose con él, le dijo: «¿Tú
crees en el Hijo del hombre?» 36 Él respondió: «¿Y quién
es, Señor, para que crea en él?» 37 Jesús le dijo: «Le has
visto; el que está hablando contigo, ése es». 38 Él
entonces dijo: «Creo, Señor.» Y se postró ante él.
39 Y
dijo Jesús: «Para un juicio he venido a este mundo: para que los que no ven,
vean; y los que ven, se vuelvan ciegos.» 40 Algunos
fariseos que estaban con él oyeron esto y le dijeron: «¿Es que también nosotros
somos ciegos?» 41 Jesús les respondió: «Si fuerais ciegos,
no tendríais pecado; pero, como decís: `Vemos', vuestro pecado permanece.»
3. Un momento de silencio orante
para que la
Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
4. Algunas preguntas
para
ayudarnos en la meditación y en la oración.
a) ¿Qué
parte del texto me ha llamado más la atención? ¿Por qué?
b) Dice el refrán popular: ¡No hay peor ciego que el que no quiere ver!¿Cómo aparece esto en la conversación entre el ciego y los fariseos?
c) ¿Cuáles son los títulos que Jesús recibe en el texto?¿De quién los recibe? ¿Qué significan?
d) ¿Cuál es el título que más me atrae? ¿Por qué? O sea, ¿cuál es la imagen de Jesús que yo tengo en la cabeza y que llevo en el corazón? ¿De dónde me viene esta imagen?
b) Dice el refrán popular: ¡No hay peor ciego que el que no quiere ver!¿Cómo aparece esto en la conversación entre el ciego y los fariseos?
c) ¿Cuáles son los títulos que Jesús recibe en el texto?¿De quién los recibe? ¿Qué significan?
d) ¿Cuál es el título que más me atrae? ¿Por qué? O sea, ¿cuál es la imagen de Jesús que yo tengo en la cabeza y que llevo en el corazón? ¿De dónde me viene esta imagen?
5. Para aquéllos que desean profundizar más aun en el texto
a) Contexto
en el que fue escrito el Evangelio de Juan:
Meditando
la historia de la curación del ciego, es bueno recordar el contexto de las
comunidades cristianas en Asia Menor hacia finales del siglo primero, para las
cuáles fue escrito el Evangelio de Juan y que se identificaban con el ciego y
con su curación. Ellas mismas, a causa de una visión legalista de la ley de
Dios, eran ciegas de nacimiento. Pero, como sucedió para el ciego, también
ellas consiguieron ver la presencia de Dios en la persona de Jesús de Nazaret y
se convirtieron. ¡Fue un proceso doloroso! En la descripción de las etapas y de
los conflictos de la curación del ciego, el autor del Cuarto Evangelio evoca el
recorrido espiritual de la comunidades, desde la obscuridad hasta la plena luz
de la fe iluminada por Cristo
b)
Comentario del texto:
Juan 9,
1-5: La ceguera ante el mal que exite en el mundo
Viendo al
ciego los discípulos preguntan: “Rabbí ¿quién pecó, él o sus padres, para que
haya nacido ciego?” En aquella época, un defecto físico o una enfermedad era
considerada un castigo de Dios. Asociar los defectos físicos al pecado era un
modo con el cual los sacerdotes de la Antigua Alianza mantenían su poder sobre
la conciencia del pueblo. Jesús ayuda a corregir sus ideas: “Ni él pecó ni sus
padres, es para que se manifiesten en él las obras de Dios”. Obras de Dios o
lo que es lo mismo Signos de Dios. Por tanto, lo que era en aquella
época signo de ausencia de Dios, será signo de su presencia luminosa en medio
de nosotros. Jesús dice: “Tenemos que trabajar en las obras del que me ha
enviado mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar.
Mientras estoy en el mundo, soy luz del mundo”. El Día de
los signos comienza a manifestarse cuando Jesús, “el tercer día” (Jn 2,1),
realiza “el primer signo” en Caná (Jn 2,11). Pero el Día está por terminar. La
noche está por llegar, porque estamos ya en el “séptimo día”, el sábado, y la
curación del ciego es el sexto signo (Jn 9,14). La Noche es la
muerte de Jesús. El séptimo signo será la victoria sobre la muerte en la
resurrección de Lázaro (Jn 11). En el evangelio de Juan hay sólo siete signos,
milagros, que anuncian el gran signo que es la Muerte y la Resurrección de
Jesús.
Juan 9,6-7.
El signo de “Enviado de Jesús” que produce diversas reacciones
Jesús escupe
en la tierra, hace fango con la saliva, unta el fango sobre los ojos del ciego
y le pide que se lave en la piscina de Siloé. El hombre va y vuelve curado.
¡Este es el signo! Juan comenta diciendo que Siloé significa enviado.
Jesús es el Enviado del Padre que realiza las obras de Dios,
los signos del Padre. El signo de este “envío” es que el ciego comienza a ver.
Juan
9,8-13: La primera reacción: la de los vecinos
El ciego es
muy conocido. Los vecinos quedan dudosos: “¿Será ciertamente él? Y se preguntan:
¿Cómo, pues, se le han abierto los ojos? Aquel, que primero era ciego,
atestigua: “Ese Hombre que se llama Jesús me ha abierto los
ojos”. El fundamento de la fe en Jesús es aceptar que Él es un ser humano como
nosotros. Los vecinos se preguntan: “¿Dónde está?” – “No lo sé”. Ellos no
quedan satisfechos con la respuesta del ciego, y para aclarar el asunto, llevan
al hombre ante los fariseos, las autoridades religiosas.
Juan 9,
14-17: La segunda reacción: la de los fariseos
Aquel día
era un sábado y el día de sábado estaba prohibido curar. Interrogado por los
fariseos, el hombre vuelve de nuevo a contarlo todo. Algunos fariseos, ciegos
en su observancia por la ley, comentan: “¡Este hombre no viene de Dios, porque
no guarda el sábado!”. Y no estaban dispuestos a admitir que Jesús pudiese ser
un signo de Dios, porque curaba al ciego en sábado. Pero otros fariseos,
interpelados por el signo, responden: “¿Cómo puede un pecador realizar
semejantes signos?” ¡Y había disensión entre ellos! Y preguntaron al ciego: “¿Y
tú qué dices de él, ya que te ha abierto los ojos?” Y él ofrece su testimonio:
“¡Es un Profeta!”
Juan 9,
18-23: La tercera reacción: la de los padres
Los
fariseos, llamados ahora judíos, no creían que hubiese sido ciego.
Pensaban que se tratase de un engaño. Por esto mandaron llamar a los padres y
le preguntaron: “¿Es éste vuestro hijo de quien vosotros decís que nació
ciego?¿Cómo, pues, ve ahora?” Con mucha cautela los padres respondieron:
“Nosotros sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego; pero, cómo ve
ahora, no lo sabemos, ni quien le ha abierto los ojos, eso nosotros no lo
sabemos. ¡Preguntadle; edad tiene; puede hablar de sí mismo!”. La ceguera de
los fariseos ante la evidencia de la curación produce temor en la gente. Y
aquél que confesaba tener fe en Cristo Mesías era expulsado de
la sinagoga. La conversación con los padres del ciego revela la verdad, pero
las autoridades religiosas se niegan a aceptarla. Su ceguera es mayor que la
evidencia de los hechos. Ellos, que tanto insistían en la observancia de la
ley, ahora no quieren aceptar la ley que declara válido el testimonio de dos
personas (Jn 8,17).
Juan 9,
24-34: La sentencia final de los fariseos con respecto a Jesús
Llaman de
nuevo al ciego y le dicen: “Da gloria a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre
es un pecador”. En este caso: “dar gloria a Dios” significaba: “¡Pide perdón
por la mentira que hace poco has dicho!”. El ciego había dicho: “¡Es un
Profeta!” Según los fariseos debiera haber dicho: “¡Es un pecador!” Pero el
ciego es inteligente. Y responde: "Si es un pecador no lo sé. Sólo sé una
cosa; que yo antes era ciego y ahora veo!" ¡Contra este hecho no hay
argumentos! De nuevo los fariseos preguntan: “¿Qué hizo contigo?¿Cómo te abrió
los ojos?” El ciego responde con ironía: “Os lo he dicho ya. ¿Es que queréis
también vosotros haceros discípulos suyos?” Entonces le insultaron y le
dijeron: “Tú eres discípulo de ese hombre; nosotros somos discípulos de Moisés.
Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios; pero ése no sabemos de dónde es”.
Con fina ironía, de nuevo el ciego responde: “Eso es lo extraño: que vosotros
no sepáis de dónde es y que me haya abierto a mí los ojos”. “Si ése no fuese de
Dios, no podría hacer nada”. Ante la ceguera de los fariseos, crece en el ciego
la luz de la fe. Él no acepta el razonamiento de los fariseos y confiesa que
Jesús viene del Padre. Esta profesión de fe le causa la
expulsión de la sinagoga. Lo mismo sucedía en las comunidades cristianas de
finales del primer siglo. Aquél que profesaba la fe en Jesús debía romper
cualquier lazo de unión familiar y comunitario. Así sucede hoy también: aquél o
aquélla que decide ser fiel a Cristo corre el peligro de ser excluido.
Juan
9,35-38: La conducta de fe del ciego delante de Jesús
Jesús no
abandona a áquel que es perseguido por su causa. Cuando se entera de que lo han
expulsado, se encuentra con el hombre, lo ayuda a dar otro paso, invitándolo a
asumir su fe y le pregunta: “¿Tú crees en el Hijo del Hombre?” Y él le
responde: ¿Y quién es, Señor, para que yo crea en él? Jesús le dice: “Tú lo has
visto; el que está hablando contigo, ése es”. El ciego exclama: “¡Creo, Señor!”
Y se postró ante él. La conducta de fe del ciego delante de Jesús es de
absoluta confianza y total aceptación. Acepta todo de parte de Jesús. Y es ésta
la fe que sustentaba a las comunidades cristianas del Asia Menor hacia finales
del siglo primero, y que nos sostiene hasta hoy.
Juan
9,39-41: Una reflexión final
El ciego
que no veía, acaba viendo mejor que los fariseos. Las comunidades del Asia Menor
que antes eran ciegas, descubren la luz. Los fariseos que pensaban ver
correctamente, son más ciegos que el ciego de nacimiento. Encerrados en la
vieja observancia, mienten cuando dicen que ven. ¡No hay peor ciego que el que
no quiere ver!
c) Prolongando
la visión:
- Los
Nombres y Títulos que Jesús recibe
A lo largo
de la narración de la curación del ciego, el evangelista registra varios
títulos, adjetivos y nombres, que Jesús recibe de las más variadas personas: de
los discípulos, del mismo evangelista, del ciego, de los fariseos, de Él mismo.
Este modo de describir los hechos de la vida de Jesús formaba parte de la
catequesis de la época. Era una forma de ayudar a las personas a aclarar las
propias ideas respecto a Jesús y a definirse ante Él. Veamos algunos de estos
nombres, adjetivos y títulos. La lista indica el crecimiento del ciego en la fe
y cómo se aclara su visión.
* Rabbí
(maestro) (Jn 9,1): los discípulos
* Luz del mundo (Jn 9,5): Jesús
* Enviado (Jn 9,7): el Evangelista
* Hombre (Jn 9,11): el ciego curado
* Jesús (Jn 9,11): el ciego curado
* No viene de Dios (Jn 9,16): algunos fariseos
* Profeta (Jn 9,17): el ciego curado
* Cristo (Jn 9, 24): el pueblo
* Pecador (Jn 9,24): algunos fariseos
* No sabemos de dónde es (Jn 9,31): el ciego curado
* Religioso (Jn 9,31): el ciego curado
* Hace la voluntad de Dios (Jn 9,31): el ciego curado
* Hijo del Hombre (Jn 9,35): Jesús
* Señor (Jn 9,36): el ciego curado
* ¡Creo, Señor! (Jn 9,38): el ciego curado
* Luz del mundo (Jn 9,5): Jesús
* Enviado (Jn 9,7): el Evangelista
* Hombre (Jn 9,11): el ciego curado
* Jesús (Jn 9,11): el ciego curado
* No viene de Dios (Jn 9,16): algunos fariseos
* Profeta (Jn 9,17): el ciego curado
* Cristo (Jn 9, 24): el pueblo
* Pecador (Jn 9,24): algunos fariseos
* No sabemos de dónde es (Jn 9,31): el ciego curado
* Religioso (Jn 9,31): el ciego curado
* Hace la voluntad de Dios (Jn 9,31): el ciego curado
* Hijo del Hombre (Jn 9,35): Jesús
* Señor (Jn 9,36): el ciego curado
* ¡Creo, Señor! (Jn 9,38): el ciego curado
- El
Nombre: “YO SOY”
Para
revelar el significado profundo de la curación del ciego, el Cuarto Evangelio
recuerda la frase de Jesús: “Yo soy la luz del mundo” (Jn 9,5). En
otros diversos lugares, en respuesta a las preguntas que las personas hacen,
incluso hoy, con respecto a Jesús: “¿Quién eres tú?” (Jn 8,25) o “¿Quién crees
que eres?” (Jn 8,53), el evangelio de Juan repite esta misma afirmación: “YO
SOY”:
*Yo soy el pan de vida (Jn 6,34-48)
* Yo soy el pan bajado del cielo (Jn 6,51)
* Yo soy la luz del mundo (Jn 8,12; 9,5)
* Yo soy la puerta (Jn 10, 7.9)
* Yo soy el buen Pastor (Jn 10,11,25)
* Yo soy la resurrección y la vida (Jn 11,25)
* Yo soy el camino, la verdad y la vida (Jn 14,6)
* Yo soy la vid (Jn 15,1)
* Yo soy rey (Jn (18,37)
* Yo soy (Jn 8,24.27.58)
* Yo soy el pan bajado del cielo (Jn 6,51)
* Yo soy la luz del mundo (Jn 8,12; 9,5)
* Yo soy la puerta (Jn 10, 7.9)
* Yo soy el buen Pastor (Jn 10,11,25)
* Yo soy la resurrección y la vida (Jn 11,25)
* Yo soy el camino, la verdad y la vida (Jn 14,6)
* Yo soy la vid (Jn 15,1)
* Yo soy rey (Jn (18,37)
* Yo soy (Jn 8,24.27.58)
Esta
auto-revelación de Jesús llega a su culmen en la conversación con los judíos,
en la que Jesús afirma: “Cuando levantéis en alto al Hijo del Hombre entonces
conoceréis que YO SOY” (Jn 8,27). El nombre Yo soy es lo mismo que Yahvé,
nombre que Dios se da en el Éxodo, expresión de su presencia liberadora entre
Jesús y el Padre (Ex 3,15). La repetida afirmación YO SOY revela la profunda
identidad entre Jesús y el Padre. El rostro de Dios resplandece en Jesús de
Nazaret: “¡Quien me ve, ve al Padre!” (Jn 14,9)
6. Oración: Salmo 117 (116)
Un resumen
de la Biblia en una oración
¡Aleluya!
¡Alabad al Señor, todas las naciones,
ensalzadlo, pueblos todos!
Pues sólido es su amor hacia nosotros,
la lealtad del Señor dura para siempre.
¡Aleluya!
¡Alabad al Señor, todas las naciones,
ensalzadlo, pueblos todos!
Pues sólido es su amor hacia nosotros,
la lealtad del Señor dura para siempre.
7. Oración final
Señor
Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad
del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la
fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como
María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la
Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por
todos los siglos de los siglos. Amén.
Orden de los Carmelitas