martes, 1 de abril de 2014

La liberación que nos trae Cristo no se consigue con magia

¡Amor y paz!

En el evangelio de hoy, san Juan nos presenta a Jesús realizando un "signo", un milagro, en sábado; no únicamente por motivos humanitarios, sino porque Él viene a salvar, porque se presenta como liberador (el sábado estaba consagrado al recuerdo de la liberación de Egipto: Dt 5. 12-15).

Concretamente su liberación consiste en emancipar al hombre de las prácticas formalistas y elevarlo por encima de los avatares de la vida. Liberación que se adquiere no por medios mágicos, como el correr del agua, sino mediante un encuentro personal con el Señor (Misa Dominical.1990/07).

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este martes de la IV Semana de Cuaresma.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Juan 5,1-3a.5-16. 
Se celebraba una fiesta de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Junto a la puerta de las Ovejas, en Jerusalén, hay una piscina llamada en hebreo Betsata, que tiene cinco pórticos. Bajo estos pórticos yacía una multitud de enfermos, ciegos, paralíticos y lisiados, que esperaban la agitación del agua. Había allí un hombre que estaba enfermo desde hacía treinta y ocho años. Al verlo tendido, y sabiendo que hacía tanto tiempo que estaba así, Jesús le preguntó: "¿Quieres curarte?". El respondió: "Señor, no tengo a nadie que me sumerja en la piscina cuando el agua comienza a agitarse; mientras yo voy, otro desciende antes". Jesús le dijo: "Levántate, toma tu camilla y camina". En seguida el hombre se curó, tomó su camilla y empezó a caminar. Era un sábado, y los judíos dijeron entonces al que acababa de ser curado: "Es sábado. No te está permitido llevar tu camilla". El les respondió: "El que me curó me dijo: 'Toma tu camilla y camina'". Ellos le preguntaron: "¿Quién es ese hombre que te dijo: 'Toma tu camilla y camina?'". Pero el enfermo lo ignoraba, porque Jesús había desaparecido entre la multitud que estaba allí. Después, Jesús lo encontró en el Templo y le dijo: "Has sido curado; no vuelvas a pecar, de lo contrario te ocurrirán peores cosas todavía". El hombre fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado. Ellos atacaban a Jesús, porque hacía esas cosas en sábado. 

Comentario

En el Evangelio encontramos un relato con dos escenas complementarias: un milagro de curación y una controversia sobre el sábado.

Estamos en Jerusalén, durante una fiesta que no se especifica. Con el milagro se nos muestra el gesto solidario de Jesús con quien por 38 años (toda una vida) padecía una enfermedad incurable. El drama ocurre concretamente en la piscina de Betesda (casa de la misericordia), que tiene cinco pórticos. Muchos piensan que los pórticos evocan los cinco libros de la ley, que mal interpretados sólo sirven para encerrar la muerte.

A diferencia de los sinópticos (Mt 9,1-8; Mc 2,1-12; Lc 5,17-26), Jesús no exige la fe antes de la curación, simplemente pregunta ¿quieres curarte?. El hombre, que no sabe quién es el que le habla y que no piensa que pueda ayudarlo, no le pide ayuda sino que le cuenta su drama. Jesús, sin más vueltas, le ordena al enfermo realizar tres acciones (levantarse, tomar la camilla y andar) que aseguraban su curación sin necesidad de entrar en la piscina. Para Juan es claro que la salvación no viene de la "magia" del agua o de la observancia estricta de la ley, sino de la persona de Jesús, del hijo de Dios, que es el único que tiene el agua de la vida y la generosidad para darla en abundancia.

La siguiente escena deja saber que la curación se realizó en día sábado, lo que es motivo de controversia con los judíos, no tanto por lo que hizo Jesús, que fue una acción de palabra, sino por haber mandado a caminar el que estaba enfermo. Mientras los judíos con su manera particular de interpretar la ley ponían duras cargas al pueblo hasta mantenerlo esclavo de la Torá, el encuentro con Jesús nos permite recobrar la vida y caminar con libertad. Pero la libertad no siempre es bien comprendida.

En el segundo encuentro de Jesús con el hombre curado, le amonesta diciéndole: "No peques más". Esta expresión tiene un contexto de pasado en cuanto está afirmando que la curación incluyó el perdón de los pecados, pero al mismo tiempo es una advertencia para elegir la vida en el futuro.

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica).