¡Amor
y paz!
Hoy
concluye el Evangelio según San Juan. Este evangelio se nos presenta como obra
del discípulo amado y de su comunidad.
Se distinguen claramente dos tiempos que están
entrecruzados en el texto: el tiempo de Jesús de Nazaret y el tiempo del
Espíritu. El primero refleja la visión, particular y original, que la comunidad
"del discípulo amado" tenía de Jesús de Nazaret.
El segundo tiempo,
íntimamente ligado al primero, comprende la situación de la comunidad a partir
del conflicto que vivió Jesús con las autoridades del Templo. De este modo, a
la vez que se da una catequesis sobre el Maestro, se actualiza su mensaje para
la situación concreta de la comunidad (Servicio Bíblico Latinoamericano).
Los
invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado
de la VII Semana de Pascua.
Dios
los bendiga…
Evangelio
según San Juan 21,20-25.
Pedro, volviéndose, vio que lo seguía el discípulo al que Jesús amaba, el mismo que durante la Cena se había reclinado sobre Jesús y le había preguntado: "Señor, ¿quién es el que te va a entregar?". Cuando Pedro lo vio, preguntó a Jesús: "Señor, ¿y qué será de este?". Jesús le respondió: "Si yo quiero que él quede hasta mi venida, ¿qué te importa? Tú sígueme". Entonces se divulgó entre los hermanos el rumor de que aquel discípulo no moriría, pero Jesús no había dicho a Pedro: "El no morirá", sino: "Si yo quiero que él quede hasta mi venida, ¿qué te importa?". Este mismo discípulo es el que da testimonio de estas cosas y el que las ha escrito, y sabemos que su testimonio es verdadero. Jesús hizo también muchas otras cosas. Si se las relata detalladamente, pienso que no bastaría todo el mundo para contener los libros que se escribirían.
Comentario
Hoy
leemos el final del Evangelio de san Juan. Se trata propiamente del final del
apéndice que la comunidad joánica añadió al texto original. En este caso es un
fragmento voluntariamente significativo. El Señor Resucitado se aparece a sus
discípulos y los renueva en su seguimiento, particularmente a Pedro. Acto
seguido se sitúa el texto que hoy proclamamos en la liturgia.
La
figura del discípulo amado es central en este fragmento y aun en todo el Evangelio
de san Juan. Puede referirse a una persona concreta —el discípulo Juan— o bien
puede ser la figura tras la cual puede situarse todo discípulo amado por el
Maestro. Sea cual sea su significación, el texto ayuda a dar un elemento de
continuidad a la experiencia de los Apóstoles. El Señor Resucitado asegura su
presencia en aquellos que quieran ser seguidores.
«Si
quiero que se quede hasta que yo venga» (Jn 21,22) puede indicar más esta
continuidad que un elemento cronológico en el espacio y el tiempo. El discípulo
amado se convierte en testigo de todo ello en la medida en que es consciente de
que el Señor permanece con él en toda ocasión. Ésta es la razón por la que
puede escribir y su palabra es verdadera, porque glosa con su pluma la
experiencia continuada de aquellos que viven su misión en medio del mundo,
experimentando la presencia de Jesucristo. Cada uno de nosotros puede ser el
discípulo amado en la medida en que nos dejemos guiar por el Espíritu Santo,
que nos ayuda a descubrir esta presencia.
Este texto nos prepara ya para celebrar mañana domingo la Solemnidad de Pentecostés, el Don del Espíritu: «Y el Paráclito vino del cielo: el custodio y santificador de la Iglesia, el administrador de las almas, el piloto de quienes naufragan, el faro de los errantes, el árbitro de quienes luchan y quien corona a los vencedores» (San Cirilo de Jerusalén).
Este texto nos prepara ya para celebrar mañana domingo la Solemnidad de Pentecostés, el Don del Espíritu: «Y el Paráclito vino del cielo: el custodio y santificador de la Iglesia, el administrador de las almas, el piloto de quienes naufragan, el faro de los errantes, el árbitro de quienes luchan y quien corona a los vencedores» (San Cirilo de Jerusalén).
Rev. D. Fidel Catalan i Catalan (Cardedeu-Barcelona,
España)