¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este sábado de la
28ª semana del Tiempo Ordinario, Ciclo B.
Dios nos bendice...
LECTIO DIVINA: LUCAS
12,8-12
Lectio:
Sábado, 20 octubre, 2018
Tiempo Ordinario
1) Oración
inicial
Te pedimos, Señor, que tu gracia continuamente nos preceda y acompañe, de manera que estemos dispuestos a obrar siempre el bien. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del santo Evangelio según
Lucas 12,8-12
«Yo os digo: Por todo el
que se declare por mí ante los hombres, también el Hijo del hombre se declarará
por él ante los ángeles de Dios. Pero el que me niegue delante de los hombres,
será negado delante de los ángeles de Dios.
«A todo el que diga una palabra contra el Hijo del hombre se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo no se le perdonará.
«Cuando os lleven a las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de cómo o con qué os defenderéis, o qué diréis, porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel mismo momento lo que conviene decir.»
«A todo el que diga una palabra contra el Hijo del hombre se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo no se le perdonará.
«Cuando os lleven a las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de cómo o con qué os defenderéis, o qué diréis, porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel mismo momento lo que conviene decir.»
3) Reflexión
• El contexto. En el cap. 11 que precede a nuestro relato, Lucas, en el camino de Jesús hacia Jerusalén, muestra su intención de revelar los abismos del obrar misericordioso de Dios y, al mismo tiempo, la profunda miseria que se esconde en el corazón del hombre, y en particular en los que tienen la misión de ser testimonios de la Palabra y de la obra del Espíritu Santo en el mundo. Jesús presenta estas realidades con una serie de reflexiones que surten efecto en el lector: verse atraído por la fuerza de su Palabra hasta el punto de sentirse interiormente juzgado y despojado de las pretensiones de grandeza que inquietan al hombre (9,46). El lector se identifica, además, con algunas actitudes provocadas por la enseñanza de Jesús: ante todo, se reconoce en el discípulo que sigue a Jesús y es enviado delante de él como mensajero del reino; en el que tiene dudas para seguirlo; en el fariseo o doctor de la ley, esclavos de sus propias interpretaciones y estilo de vida.
En síntesis, el recorrido
del lector por el cap. 11 tiene como característica encontrarse con la
enseñanza de Jesús que le revela la intimidad de Dios, la misericordia del
corazón de Dios, pero también la verdad de su ser como hombre. Sin embargo, en
el cap. 12 Jesús contrapone al corazón pervertido del hombre la benevolencia de
Dios, que siempre da de manera sobreabundante. Está en juego la vida del
hombre. Hay que estar atento a la perversión del juicio humano, o mejor, a la
hipocresía que distorsiona los valores para sólo favorecer el propio interés y
las propias ventajas más que para interesarse por la vida, la que se recibe de
manera gratuita.
La palabra de Jesús dispara al lector un
interrogante sobre cómo afrontar la cuestión de la vida: el hombre será juzgado
por su comportamiento ante los peligros. Hay que preocuparse no tanto de los
que pueden “matar el cuerpo”, sino tener en el corazón el temor de Dios que
juzga y corrige. Jesús no promete a los discípulos que se ahorrarán las
amenazas y las persecuciones, pero les asegura la ayuda de Dios en el momento
de la dificultad.
• Saber reconocer a Jesús. El compromiso valiente de reconocer públicamente la amistad con Jesús comporta, en consecuencia, la comunión personal con él cuando vendrá para juzgar al mundo. Al mismo tiempo, “el que me niegue”, el que tenga miedo de confesar y reconocer públicamente a Jesús, él mismo se condena.
Se invita al lector a reflexionar sobre la
importancia crucial de Jesús en la historia de la salvación: es necesario
decidirse, o con Jesús o contra Él y contra su Palabra de gracia; de esta
decisión, reconocer o negar a Jesús, depende nuestra salvación. Lucas evidencia
que la comunión que en el tiempo presente ofrece Jesús a sus discípulos será
confirmada y llegará a la perfección en el momento de su venida en la gloria
(“vendrá en su gloria, en la de su Padre y en la de los santos ángeles”: 9,26).
Es evidente la referencia a la comunidad cristiana: aunque se está expuesto a
la hostilidad del mundo, es indispensable que el testimonio valiente de Jesús y
de la comunión con Él no disminuya, es decir, no hay que avergonzarse de ser y
de manifestarse cristianos.
• La blasfemia contra el Espíritu Santo. Blasfemar es entendido aquí por Lucas como hablar de manera ofensiva o en contra. Este verbo se aplicó a Jesús cuando, en 5,21, perdonó los pecados. La cuestión que plantea nuestro pasaje puede presentar alguna dificultad para el lector: ¿Es menos grave la blasfemia contra el Hijo del hombre que la que va contra el Espíritu Santo? El lenguaje de Jesús puede resultar un poco fuerte para el lector del evangelio de Lucas: a lo largo del evangelio ha visto a Jesús mostrando la actitud de Dios que va en búsqueda del pecador, que es exigente, pero sabe esperar el momento de la vuelta a Él y la madurez del pecador.
En Marcos y en Mateo, la blasfemia contra el
Espíritu Santo es la falta de reconocimiento del poder de Dios en los
exorcismos de Jesús. Pero en Lucas más bien significa el rechazo consciente y
libre del Espíritu profético que actúa en las obras y enseñanzas de Jesús, es
decir, el rechazo del encuentro con el obrar misericordioso y salvífico del
Padre.
La falta de reconocimiento
del origen divino de la misión de Jesús, la ofensa directa a la persona de
Jesús, pueden ser perdonadas, pero el que niega el obrar del Espíritu Santo en
la misión de Jesús no será perdonado. No se trata de la oposición entre la
persona de Jesús y el Espíritu Santo, o de un contraste o símbolo de dos
períodos diversos de la historia, el de Jesús y el de la comunidad
post-pascual, sino que, en definitiva, el evangelista trata de demostrar que
negar la persona de Cristo equivale a blasfemar contra el Espíritu Santo.
4) Para la reflexión
personal
• ¿Eres consciente de que
ser cristiano reclama afrontar dificultades, insidias y peligros, hasta el
punto de arriesgar la propia vida para dar testimonio de la amistad personal
con Jesús?
• ¿Te avergüenzas de ser
cristiano? ¿Prefieres el juicio de los hombres, su aprobación, o el hecho de no
perder tu amistad con Cristo?
5) Oración final
¡Dios, Señor nuestro,
qué glorioso es tu nombre en toda la tierra!
Tú que asientas tu majestad sobre los cielos. (Sal 8,2)
Orden de los Carmelitas