domingo, 18 de septiembre de 2022

No se puede servir a Dios y al dinero

¡Amor y paz!

 

Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este Domingo 25º del Tiempo Ordinario, ciclo C.

 

Dios nos bendice...

 

PRIMERA LECTURA

 

Lectura de la profecía de Amós     8, 4-7

 

Escuchen esto, ustedes, los que pisotean al indigente para hacer desaparecer a los pobres del país.

Ustedes dicen: « ¿Cuándo pasará el novilunio para que podamos vender el grano, y el sábado, para dar salida al trigo? Disminuiremos la medida, aumentaremos el precio, falsearemos las balanzas para defraudar; compraremos a los débiles con dinero y al indigente por un par de sandalias, y venderemos hasta los desechos del trigo.»

El Señor lo ha jurado por el orgullo de Jacob: Jamás olvidaré ninguna de sus acciones.

 

Palabra de Dios.

 

SALMO         

 

Sal 112, 1-2. 4-6. 7-8(R.: cf. 1a y 7b)

 

R.        Alaben al Señor, que alza al pobre.

 

Alaben, servidores del Señor,

alaben el nombre del Señor.

Bendito sea el nombre del Señor,

desde ahora y para siempre. 

El Señor está sobre todas las naciones,

su gloria se eleva sobre el cielo.

¿Quién es como el Señor, nuestro Dios,

que tiene su morada en las alturas,

y se inclina para contemplar el cielo y la tierra? 

El levanta del polvo al desvalido,

alza al pobre de su miseria,

para hacerlo sentar entre los nobles,

entre los nobles de su pueblo. 

 

SEGUNDA LECTURA

 

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo

a Timoteo      2, 1-8

 

Querido hermano:

Ante todo, te recomiendo que se hagan peticiones, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres, por los soberanos y por todas las autoridades, para que podamos disfrutar de paz y de tranquilidad, y llevar una vida piadosa y digna. Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador, porque él quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.

Hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo, hombre él también, que se entregó a sí mismo para rescatar a todos. Este es el testimonio que él dio a su debido tiempo, y del cual fui constituido heraldo y Apóstol para enseñar a los paganos la verdadera fe. Digo la verdad, y no miento.

Por lo tanto, quiero que los hombres oren constantemente, levantando las manos al cielo con recta intención, sin arrebatos ni discusiones.

 

Palabra de Dios.

 

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Lucas   16, 10-13

 

Jesús decía a sus discípulos:

«El que es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho, y el que es deshonesto en lo poco, también es deshonesto en lo mucho. Si ustedes no son fieles en el uso del dinero injusto, ¿quién les confiará el verdadero bien? Y si no son fieles con lo ajeno, ¿quién les confiará lo que les pertenece a ustedes?

Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero.»

 

Palabra del Señor.

 

PARA REFLEXIONAR

  • Amós vivió ocho siglos antes de Jesús en una época de prosperidad económica y comercial, en la que todos, vivían deslumbrados por el poder que otorgaba el dinero. El profeta se siente obligado a gritar con indignación contra los hombres de su pueblo que viven una religión bien organizada, solemne pero en el lujo gracias al trabajo de los pobres, pretendiendo quedar en paz con Dios ofreciendo sacrificios en fastuosas ceremonias. En vez de este culto, lo que Dios quiere es la práctica de la justicia. Sólo entonces tiene sentido la oración. Porque Dios no olvidará jamás la injusticia, la opresión, la explotación del pueblo.

***

  • En la segunda lectura San Pablo hace la recomendación de «hacer oraciones y plegarias, acciones de gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos los que ocupan cargos para que podamos llevar una vida tranquila y con toda piedad y decoro».

***

  • Jesús nos presenta una parábola que puede  llegar a resultar desconcertante. En el mundo antiguo, el administrador era a veces un esclavo nacido en la misma casa de su dueño y que había sido educado para esta función. Actuaba en nombre del dueño para realizar toda clase de transacciones comerciales y económicas. El administrador de la parábola se ve en peligro y busca nuevos protectores con manejos y astucia.
  • La parábola del administrador injusto no es la canonización de un corrupto. Lo que alaba Jesús es la habilidad de quien ha caído en desgracia y quiere asegurar su futuro; se alaba el empeño por saber afrontar una situación nueva.
  • En medio de esta oscura historia, hay un punto luminoso. Este hombre utiliza el dinero para algo, no es un fin en sí mismo. Siempre es algo. Si un hijo del mundo, como el administrador injusto, es capaz a su nivel de hacer que el dinero sirva para algo, cuanto más los hijos de la luz tienen que hacerlo a su nivel. Jesús llega a la conclusión que los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz».
  • Nadie quiere ser esclavo de nadie, pero fácilmente caemos en la tentación de ser esclavos del dinero, hacernos egoístas, cerrarnos a los demás, obsesionarnos.
  • La esclavitud al dinero nos lleva a aceptar un sistema de mercado que suele ir acompañado de una aparente seguridad, pero también de una inquietud permanente, de la instrumentalización del hombre y de la reducción a competidor, consumidor o productor; de una manipulación de la naturaleza según convenga.
  • Jesús no critica la riqueza en sí misma, sino la valoración de la riqueza como bien supremo y motor de las actividades del hombre, por eso llama «dinero injusto» a las riquezas acumuladas y empleadas para uso exclusivo de uno mismo, porque no somos propietarios de ellas, sino administradores..
  • El afán de riquezas es un pecado social, mucho más destructor que cualquier otro tipo de pecados. Genera un sistema social injusto, causa de incalculables tragedias.
  • Servir a Dios no es simplemente darle un culto ritual e íntimo. Servir a Dios es servir a los hombres, es comprometerse con la causa de Aquél que vino a liberarnos del pecado y de todas sus consecuencias.
  • La fe en Jesús debe llevar al discípulo a trabajar por un mundo distinto,  por un orden social en el cual la posesión de bienes y riquezas, la propiedad privada, etc., se sometan a la valoración de los criterios del Reino de Dios que busca la felicidad y el desarrollo de todos a fin de que nadie quede excluido de la «mesa».
  • Jesús nos enseña que el uso del dinero sólo alcanza su más alta rentabilidad precisamente cuando pierde el primer puesto en la escala de los valores y se coloca al servicio de las exigencias y necesidades de los hermanos.

 

PARA DISCERNIR

  • ¿Qué lugar ocupa el dinero en mi escala de valores?
  • ¿Qué cosas he resignado por el afán de tener?
  • ¿Experimento el sentido social que tienen los bienes?

 

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

 

Ayúdame a ser fiel en lo poco

 

ARZOBISPADO DE BUENOS AIRES

Vicaría de Pastoral