lunes, 22 de junio de 2009

NO JUZGUEMOS A LOS HERMANOS

¡Amor y paz!

En este lunes de la duodécima semana del tiempo ordinario, seguimos escuchando varias recomendacipones de Jesús, aún dentro del sermón del monte, esta vez, sobre el no juzgar al hermano. Jesús no sólo quiere que no juzguemos mal, injustamente, sino que nos invita a no juzgar en absoluto. La razón: sólo a Dios corresponde hacerlo, porque sólo Él conoce bien el interior del hombre.

El comentario corresponde a la 'Imitación de Cristo', un tratado espiritual del siglo XV. Nos propone ser humildes y pacíficos, así no habrá espacio para la hipocresía que nos mueve a veces a hacer juicios, ni para la agresión resultante.

Dios los bendiga.

Luis Felipe Salamanca C.
Movimiento FRATRES
¡Hermanos de verdad!

"El Señor me ha concedido el don
de hablar como su discípulo,
y ha puesto en mi boca las palabras
para fortalecer al que está fatigado.
Cada mañana él me despiertay yo
lo escucho como hacen los discípulos."
(Is 50, 4)-

Evangelio según San Mateo 7,1-5.

No juzguen, para no ser juzgados. Porque con el criterio con que ustedes juzguen se los juzgará, y la medida con que midan se usará para ustedes. ¿Por qué te fijas en la paja que está en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: 'Deja que te saque la paja de tu ojo', si hay una viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano.

Comentario del Evangelio por Imitación de Cristo, tratado espiritual del siglo XV Libro II, c. 2 y 3


«¿No reparas en la viga que tienes en tu ojo?»


Cuando un hombre se humilla por sus defectos, entonces fácilmente aplaca a los otros, y sin dificultad satisface a los que lo odian.


Dios defiende y libra al humilde; al humilde ama y consuela; al hombre humilde se inclina; al humilde concede gracia, y después de su abatimiento le levanta a gran honra.

Al humilde descubre sus secretos, y le trae dulcemente a Sí y le convida.

El humilde, recibida la ofensa, está en paz; porque está en Dios y no en el mundo...

Ponte primero a ti en paz, y después podrás apaciguar a los otros.

El hombre pacífico aprovecha más que el muy letrado.

El hombre apasionado, aun el bien convierte en mal, y de ligero cree lo malo. El hombre bueno y pacífico todas las cosas echa a la buena parte. El que está en buena paz, de ninguno sospecha.

El descontento y alterado, con diversas sospechas se atormenta: ni él sosiega ni deja descansar a los otros. Dice muchas veces lo que no debiera, y deja de hacer lo que más le convendría. Piensa lo que otros deben hacer, y deja él sus obligaciones.

Ten, pues, primero celo contigo, y después podrás tener buen celo con el prójimo.

Fuente: www.evangeliodeldía.org