martes, 13 de diciembre de 2011

Jesús nos pide obras, más que palabras

¡Amor y paz!

Hay dichos populares que nos sirven para sintetizar el Evangelio de hoy: “Obras son amores y no buenas razones” o “El camino del infierno está empedrado de buenas intenciones”... Lo cierto es que, como lo dice Jesús, no todo el que dice “¡Señor , Señor!”, entrará en el Reino de los Cielos, sino todo aquel que cumple la voluntad del Padre. Creer en Jesús implica responder a las exigencias del Evangelio. Y responder con obras.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este martes de la 3a. Semana de Adviento.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 21,28-32.
"¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos y, dirigiéndose al primero, le dijo: 'Hijo, quiero que hoy vayas a trabajar a mi viña'.  El respondió: 'No quiero'. Pero después se arrepintió y fue. Dirigiéndose al segundo, le dijo lo mismo y este le respondió: 'Voy, Señor', pero no fue. ¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre?". "El primero", le respondieron. Jesús les dijo: "Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios. En efecto, Juan vino a ustedes por el camino de la justicia y no creyeron en él; en cambio, los publicanos y las prostitutas creyeron en él. Pero ustedes, ni siquiera al ver este ejemplo, se han arrepentido ni han creído en él.
Comentario

Jesús compara a la generación de su tiempo con dos hijos a los que su padre ordena ir a trabajar a su viña. El uno dijo sí, pero no fue; el otro dijo no, pero al final fue.

Nos ubicamos al final del ministerio público de Jesús según la narración mateana. El cap. 21 se abrió con la entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén; apenas llegado a la ciudad santa, Jesús se dirige al templo y al encontrar allí las escenas más contradictorias y escandalosas, lo purifica y exige que aquel lugar sea utilizado para lo que es. Al día siguiente de la purificación del templo, nos narra Mateo la extraña actitud de Jesús de maldecir a una higuera en la que no encontró fruto, y a propósito de ello, Jesús exige a sus discípulos una fe auténtica, la cual sea capaz de hacer cosas aún mayores. También muy en línea con el pasaje que hoy nos presenta el evangelio, está la discusión o controversia sobre la autoridad de Jesús que veíamos ayer.

Al final de su ministerio público, Jesús ha podido completar el cuadro de lo que fue y sigue siendo Israel, su pueblo. Elegido por pura gratuidad, Israel dijo sí al proyecto de su creador; sin embargo a lo largo de su historia actuó muchas veces de manera contraria a su vocación; se prostituyó, dio la espalda a las exigencias de su condición de elegido. A la época de Jesús, los dirigentes del pueblo habían llevado las cosas al extremo. Habían distorsionado la fe, la religión, el culto. La ley, camino de perfección y santidad, la habían convertido en un fin en sí misma, y desde esa posición se habían abrogado el derecho de excluir a la gran mayoría de pueblo que ciertamente no podía con la carga de preceptos y arandelas impuestos por los legalistas.

Jesús se encuentra, pues, con una gran cantidad de excluidos que llevaban el peso de la supuesta exclusión o rechazo por parte de Dios; pero también descubre que es entre esta gente donde hay una disponibilidad más sincera de acoger el reino y de caminar en él. Esa es la porción de pueblo que Jesús compara con el hijo que se negó a cumplir la orden de su padre, pero que al final aceptó. Según Jesús, éstos son los primeros que entrarán en el reino porque no son obstinados, porque no encarnan la soberbia de quienes se creen dueños y poseedores de la voluntad y la gracia divinas; porque ellos son ese resto de Israel que aún puede abrir sus ojos y sus oídos a la voz de su Señor. 

Esta porción de Israel se constituye en definitiva en “juez” de quienes eran sus jueces implacables, “lobos de la tarde”, como los definió Sofonías.

A nosotros como cristianos, en especial en este tiempo de Adviento, nos convendría mucho fijarnos con cuál de los dos hijos de la parábola nos identificamos: ¿corresponden nuestras actitudes al sí que supuestamente hemos dado a Dios en Jesús?...

Servicio Bíblico Latinoamericano
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