sábado, 6 de febrero de 2010

SIRVAMOS A LOS DEMÁS EN LOS MOMENTOS DIFÍCILES

¡Amor y paz!

Los apóstoles, que habían sido enviados de dos en dos a evangelizar, vuelven muy satisfechos y relatan los éxitos que han tenido en su salida misionera. Jesús advierte que están cansados y les propone un descanso. Sin embargo, la gente se les adelanta…

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este 4º sábado del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 6,30-34.

Los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. El les dijo: "Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco". Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer. Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto. Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos. Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.

Comentario

¿Siempre trabajando? ¿No habrá tiempo para un momento de descanso? No podemos urdir toda una burocracia para el servicio a los demás; nadie es necesario para siempre en la vida ni en la Iglesia, ni en ninguna de las estructuras sociales. Dar nuestro servicio, en el momento requerido; darlo con gran amor especialmente a quienes parecen ovejas sin pastor. Romper esquemas, romper horarios y estar siempre dispuestos a amar y a dar testimonio y razón de nuestra fe y esperanza.

No podemos pasar de largo ante el dolor, ante la angustia de las personas. No somos máquinas sin sentimientos, somos personas humanas a quienes Dios llamó y consagró al servicio de los demás. Eso es la Iglesia de Cristo que, unida a sus pastores, debe estar siempre al servicio alegre y amoroso del Evangelio en favor de todos los hombres. Pero llegará el momento de retirarse, aun cuando sea sólo mientras se atraviesa el lago, en compañía de Jesús, contándole lo que hayamos hecho y enseñado; después llegaremos nuevamente a tierra, con los pies bien puestos en ella, para continuar sirviendo amorosa y fraternalmente a todos.

Jesús no sólo nos anuncia el Evangelio con las palabras; no sólo nos atiende en nuestros momentos difíciles. También multiplica el pan para nosotros. Más aún, Él mismo se convierte para nosotros en Pan de Vida. Lo come uno, lo comen mil; Él nunca se agota, siempre hay Pan para los hijos. Él nos ha convocado de todas partes para convertirnos en el Pueblo Santo de Dios. Pero no sólo nos hemos de adherir a Él porque nos ha manifestado su amor al compadecerse de nosotros, sino que lo hemos de buscar para comprometernos a permanecer en su amor y para hacer llegar su amor, desde su Iglesia, a todas las naciones. Vivamos, pues, amorosa y alegremente, nuestra unión a Cristo. Que esta Eucaristía fortalezca nuestros lazos de unión con el Señor y nuestros lazos de amor fraterno entre nosotros. Sólo entonces la Iglesia de Cristo será signo de Cristo, Buen Pastor, lleno de amor, de compasión y de misericordia para con todos.

En el mundo hay mucha hambre de encontrarse con la verdad para amoldar a ella la vida. Muchos la han confundido con lo pasajero, y muchos más la buscan en experiencias que les ayuden a elevar la mente hacia el Infinito. La Iglesia no puede ignorar ese vacío que está experimentando el hombre de nuestro tiempo, y el deseo de llenarse de lo que realmente vale para él. No podemos quedarnos anquilosados en el anuncio del Evangelio hecho de un modo lerdo, sin compromiso real. No defraudemos a quienes se acercan a la Iglesia para encontrar el Camino que le dé sentido y orientación verdadera a sus vidas. Por eso debemos ser creativos, con la creatividad que viene del Espíritu Santo, para que el Señor sea encontrado, conocido, amado y testificado por los hombres de buena voluntad que le buscan con un corazón sincero. Examinemos qué nos dice la Eucaristía, a qué nos compromete; cómo la vivimos en nuestra vida diaria. Si volvemos a casa igual de como venimos quiere decir que estamos actuando por costumbre y no por querer realmente encontrarnos con el Señor y comprometernos con Él. Veamos las reuniones de los diversos grupos de laicos comprometidos; ¿en verdad nos hacen crecer en la fe, o sólo nos sirven para encuentros sociales, faltos de empuje para vivir como testigos del Evangelio en el mundo? Dios nos conceda la sabiduría necesaria para vivir nuestra fe no sólo de rodillas ante Él, sino amando y sirviendo a nuestro prójimo como nosotros hemos sido amados por Dios.

Que Dios nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de saber servir a nuestro prójimo, preocupándonos de él especialmente en los momentos difíciles de su vida. Si otros lo han despreciado, si otros han pasado de largo ante sus problemas, si otros han apagado sus anhelos y esperanzas, si otros lo han aplastado injustamente, que la Iglesia de Cristo se compadezca de ellos y se ponga a enseñarles la Verdad del Evangelio y a hacerles cercano a Dios mediante actitudes que indiquen que en verdad Dios sigue actuando en el mundo por medio de la Comunidad de creyentes en Cristo. Amén.
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