¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este miércoles de la feria de Adviento, ciclo B.
Dios nos bendice...
Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (7,10-14):
EN aquellos días, el Señor habló a Ajaz y le dijo:
«Pide un signo al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del
cielo».
Respondió Ajaz:
«No lo pido, no quiero tentar al Señor».
Entonces dijo Isaías:
«Escucha, casa de David: ¿no basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a
mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará un signo. Mirad: la virgen está
encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel».
Palabra de Dios
Salmo
Sal 23,1-2.3-4ab.5-6
R/. Va a entrar el Señor; él es el Rey de la
gloria.
V/. Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R/.
V/. ¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede entrar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R/.
V/. Ese recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Esta es la generación que busca al Señor,
que busca tu rostro, Dios de Jacob. R/.
Segunda lectura
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas
(1,26-38):
EN el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea
llamada Nazarat, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa
de David; el nombre de la virgen era María.
Él ángel, entrando en su presencia, dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era
aquel. El ángel le dijo:
«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu
vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se
llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre;
reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel:
«¿Cómo será eso, pues no conozco varón?»
El ángel le contestó:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su
sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu
pariente Isabel ha concebido en hijo en su vejez, y ya está de seis meses la
que llamaban estéril, “porque para Dios nada hay imposible”».
María contestó:
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Y el ángel se retiró.
Palabra del Señor
Reflexión
- El rey Acaz, cercado por el rey de Damasco y el rey de Samaria, está a punto de ofrecer en sacrificio a su propio hijo. Isaías va a verlo y le pide que no tema: si guarda su “fe” en Dios, su descendencia está asegurada. Dios mismo se propone intervenir: un «hijo» le es anunciado, un nuevo heredero del trono de David. Ese hijo prometido por Dios será Ezequías, el rey piadoso que reinará en Jerusalén. Detrás de ese contexto histórico se presenta la profecía del Mesías. La importancia de este oráculo, el nombre que se le dará al niño: “Dios-con-nosotros”… el modo como llama a su madre, la “virgen” remiten a un signo que sólo puede provenir de Dios.
***
- Hoy, desde el evangelio de Lucas, interpretamos el pasaje del profeta con la convicción de que la virgen es María de Nazaret, y su hijo el Mesías, Cristo Jesús. Así se lo anuncia el ángel Gabriel, en este diálogo que además de ser la experiencia religiosa más trascendental en la vida de la Santísima Virgen, es el símbolo del diálogo de Dios con la humanidad. Dios pronuncia su “sí” esperanzado, y la humanidad, representada en María, responde con su “sí” confiado. Del encuentro de esta esperanza con la confianza, de estas dos afirmaciones brota, por obra del Espíritu, Jesús el Salvador, el verdadero Dios-con-nosotros.
- El sí de María no fue una respuesta pasiva o romántica, sino, muy por el contrario fue una experiencia audaz que se apoyó en la fidelidad de Dios. La mujer, en ese tiempo no tenía acceso a la Palabra escrita de la ley, o de los Profetas, por su sí, María lleva ahora en su vientre, a la misma Palabra de Dios hecha carne. La mujer, que no podía conversar con otro hombre que no fuera su marido, ahora por María, es capaz de entrar en diálogo personal con Dios. La mujer, que vivía dependiente de las decisiones de su familia, ahora opta por quedar embarazada milagrosamente desafiando las costumbres y la condenación social.
- Por eso María se nos presenta como el modelo más acabado de todos los que a lo largo de los siglos, habían dicho “sí” a Dios, en la historia del pueblo de la Alianza, y sobre todo, de los que a partir de ella, han creído en Cristo Jesús y lo han seguido.
- El sí de María, se ha continuado a lo largo de los siglos en la comunidad de Jesús, y así, se ha ido encarnando continuamente, la salvación de Dios en cada momento de la historia, con la presencia siempre viva del Mesías Resucitado, que nos comunica por su Espíritu, la vida de Dios.
- Nuestra fe es también un “sí” a Dios, un “hágase en mí según tu palabra”. Cada uno de nosotros, hoy, escucha el mismo anuncio del ángel y es invitado a contestar que sí, a recibir a Dios en la propia vida. Dios está dispuesto a que en cada uno de nosotros se encarne de nuevo su amor salvador. Él es Dios-con-nosotros que abre nuestra existencia a la esperanza, porque además, quiere ser Dios-en-nosotros. Dios en Jesús se nos da Él mismo, Él mismo es la respuesta a todo lo que podamos desear, nos está invitando a la comunión de vida con Él y nos hace hijos suyos.
- Ella dijo “Sí” y engendró físicamente al Hijo de Dios, al que ya había concebido desde la fe. Ese Dios que un día creció en el seno de María, también puede crecer hoy en nuestras vidas, si por la fe creemos, y si en la esperanza damos sentido a todo lo que hacemos y vivimos.
PARA DISCERNIR
- ¿Qué “si” necesito dar para que el Señor se encarne en mi vida y mi ambiente?
- ¿Cuál es mi experiencia de encuentro con la palabra?
- ¿En dónde descubro que el Señor me llama a hacerlo presente?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Quiero decir que “sí” como vos María
ARZOBISPADO DE BUENOS AIRES