¡Amor y paz!
Hoy en día, con el auge de los medios de comunicación, con la libertad de expresión, de cultos y de conciencia, la gente parece estar dispuesta a creer en cualquier discurso, con tal de que esté bien contado. De tal manera, “hay gente para todo”. Uno observa cantidad de personas recibiendo por los medios una infinita cantidad de mensajes y muchos también llenando grandes salones, teatros, templos y estadios, escuchando y aceptando palabras de todo tipo: publicitarias, académicas, religiosas, políticas, sociales, culturales, etc., etc.
Con todo, el Evangelio hoy nos dice que quienes escuchaban en la sinagoga las enseñanzas de Jesús “estaban asombrados” porque “les enseñaba como quien tiene autoridad”. Entre tantas voces, entre tantas palabras que se pronuncian y se escuchan hoy en día, la del Señor merece una oportunidad.
Tal vez nos ayude a discernir el que Jesús nos afirme que 'El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán' (Mt 24, 35) y que Pedro reconozca que el Señor tiene ‘palabras de vida eterna’ (Jn 6, 60-69).
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este domingo de la 4ª. Semana del tiempo ordinario.
Dios los bendiga...
Evangelio según San Marcos 1,21-28
Entraron en Cafarnaún, y cuando llegó el sábado, Jesús fue a la sinagoga y comenzó a enseñar. Todos estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas. Y había en la sinagoga un hombre poseído de un espíritu impuro, que comenzó a gritar: "¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios". Pero Jesús lo increpó, diciendo: "Cállate y sal de este hombre". El espíritu impuro lo sacudió violentamente y, dando un gran alarido, salió de ese hombre. Todos quedaron asombrados y se preguntaban unos a otros: "¿Qué es esto? ¡Enseña de una manera nueva, llena de autoridad; da órdenes a los espíritus impuros, y estos le obedecen!". Y su fama se extendió rápidamente por todas partes, en toda la región de Galilea.
Comentario
Me esfuerzo y Él me dice ¡perdona!
Tengo miedo y Él me dice ¡ánimo!
Dudo y Él me dice ¡confía!
Me siento angustiado y Él me dice ¡tranquilo!
Prefiero estar solo y Él me dice ¡ven sígueme!
Fabrico planes y Él me dice: ¡déjalos!
Busco bienes materiales y Él me dice ¡despréndete!
Quiero seguridad y Él me dice ¡no te prometo nada!
Quiero vivir y Él me dice ¡no es suficiente!
Quiero ser jefe y Él me dice ¡sirve!
Quiero mandar y Él me dice ¡obedece!
Quiero comprender y Él me dice ¡cree!
Quiero claridad y Él me habla en parábolas.
Quiero poesía y Él me habla de realidades.
Quiero tranquilidad y Él quiere que esté inquieto.
Quiero violencia y Él me habla de paz.
Saco la espada y Él me dice: ¡guárdala!
Pienso en venganza y Él me dice ¡presenta la otra mejilla!
Hablo de paz y Él me dice ¡he venido a traer la espada!
Intento ser conciliador y Él me dice ¡he venido a traer fuego a la tierra!
Quiero ser el más grande y Él me dice ¡sé como un niño!
Quiero esconderme y Él me dice ¡muestra tu luz!
Busco el primer puesto y Él me dice ¡siéntate en el último lugar!
Quiero ser visto y Él me dice ¡reza en lo escondido!
¡No! , no entiendo a este Jesús
Me provoca, me confunde.
Al igual que tantos de sus discípulos,
también yo he dudado, queriendo hallar otro maestro
que fuera más claro y exigiera menos.
Pero me sucede lo que a Pedro: Sus palabras me traspasan el corazón,
no conozco a nadie que tenga como Él,
Tengo miedo y Él me dice ¡ánimo!
Dudo y Él me dice ¡confía!
Me siento angustiado y Él me dice ¡tranquilo!
Prefiero estar solo y Él me dice ¡ven sígueme!
Fabrico planes y Él me dice: ¡déjalos!
Busco bienes materiales y Él me dice ¡despréndete!
Quiero seguridad y Él me dice ¡no te prometo nada!
Quiero vivir y Él me dice ¡no es suficiente!
Quiero ser jefe y Él me dice ¡sirve!
Quiero mandar y Él me dice ¡obedece!
Quiero comprender y Él me dice ¡cree!
Quiero claridad y Él me habla en parábolas.
Quiero poesía y Él me habla de realidades.
Quiero tranquilidad y Él quiere que esté inquieto.
Quiero violencia y Él me habla de paz.
Saco la espada y Él me dice: ¡guárdala!
Pienso en venganza y Él me dice ¡presenta la otra mejilla!
Hablo de paz y Él me dice ¡he venido a traer la espada!
Intento ser conciliador y Él me dice ¡he venido a traer fuego a la tierra!
Quiero ser el más grande y Él me dice ¡sé como un niño!
Quiero esconderme y Él me dice ¡muestra tu luz!
Busco el primer puesto y Él me dice ¡siéntate en el último lugar!
Quiero ser visto y Él me dice ¡reza en lo escondido!
¡No! , no entiendo a este Jesús
Me provoca, me confunde.
Al igual que tantos de sus discípulos,
también yo he dudado, queriendo hallar otro maestro
que fuera más claro y exigiera menos.
Pero me sucede lo que a Pedro: Sus palabras me traspasan el corazón,
no conozco a nadie que tenga como Él,
palabras de Vida eterna.
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