¡Amor y paz!
Con el Evangelio de este día el Señor nos hace ver
que el culto que le tributamos a Él, el amor que decimos tenerle mientras no se
concretice en dar de comer al hambriento, de beber al sediento, de vestir al
desnudo, de hospedar al forastero, de asistir al enfermo, de visitar al
encarcelado, será un amor que le honrará, sí con los labios, mientras nuestro
corazón estaría lejos de Él.
Que la opción fundamental que le dé sentido a toda
nuestra vida, como un canto firme en torno al cual se entreteja toda nuestra
existencia, sea el amor a Dios hecho amor concreto hacia nuestro prójimo, de un
modo preferencial hacia quienes necesitan de un signo de Cristo Salvador,
Misericordioso y Compasivo entre ellos.
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio
y el comentario, en este domingo en que conmemoramos a todos los Fieles
Difuntos.
Dios nos bendiga…
Evangelio según San
Mateo 25,31-46.
Jesús dijo a sus discípulos: "Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: 'Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver'. Los justos le responderán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?'. Y el Rey les responderá: 'Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo'. Luego dirá a los de su izquierda: 'Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron'. Estos, a su vez, le preguntarán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?'. Y él les responderá: 'Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo'. Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna".
Comentario
Unidos a Cristo; estando en comunión de vida con Él
no podemos ser causantes de las desgracias del mundo y de nuestros hermanos. Si
sólo acudimos al culto para tranquilizar nuestra conciencia, pero continuamos
siendo los autores de la pobreza, del hambre, de los desequilibrios que provoca
el quitar la paz y la seguridad a los demás, de la persecución de inocentes,
del desprecio de los que han sido dominados por las maldades y vicios,
¿Podremos realmente decir que tenemos por Padre a Dios? ¿Tendríamos por Padre a
ese Dios que salió al encuentro del hombre desgraciado y pecador, no para
condenarlo sino para salvarlo; que salió al encuentro del necesitado para
socorrerlo; que salió al encuentro de quienes vivían sin rumbo en su vida y
faltos de esperanza para devolverles la paz y las ganas de seguir viviendo, ya
no metidos en la maldad, sino como dignos hijos de Dios? ¿Qué hemos hecho de
nuestra fe? ¿En verdad amamos a nuestro prójimo como nosotros hemos sido amados
por Dios?
Si nuestro amor es sincero hacia nuestro prójimo y
si en verdad nos inclinamos ante él para remediar sus males, entonces estamos
seguros de encaminar nuestro pasos hacia la posesión de los bienes definitivos,
pues vamos, cargando nuestra cruz de cada día, tras las huellas de Cristo.
Roguémosle al Señor que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, la gracia de saber amarlo no sólo mediante el culto, sino también mediante el servicio amoroso, responsable y entregado sin fronteras a nuestro prójimo, especialmente a quienes viven pobres, injustamente tratados, enfermos o desvalidos, sabiendo que lo que hagamos a los demás se lo estaremos haciendo al mismo Cristo, Quien, al final nos dirá: Tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde antes de la creación del mundo. Amén.