¡Amor y
paz!
Los
invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este miércoles de la 32a
semana del Tiempo Ordinario, ciclo C.
Dios nos
bendice...
Lectio Divina: Lucas 17,11-19
Lectio
Miércoles, 13
Noviembre , 2019
Tiempo Ordinario
1) Oración inicial
Dios omnipotente y misericordioso,
aparta de nosotros todos los males, para que, bien dispuesto nuestro cuerpo y
nuestro espíritu, podamos libremente cumplir tu voluntad. Por nuestro
Señor.
2) Lectura
Del Evangelio según
Lucas 17,11-19
De camino a Jerusalén,
pasó por los confines entre Samaría y Galilea. Al entrar en un pueblo, salieron
a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia y, levantando
la voz, dijeron: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!» Al verlos, les
dijo: «Id y presentaos a los sacerdotes.» Y sucedió que, mientras iban,
quedaron limpios. Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios
en alta voz, y, postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba
gracias; y éste era un samaritano. Tomó la palabra Jesús y dijo: «¿No quedaron
limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a
dar gloria a Dios sino este extranjero?» Y le dijo: «Levántate y vete; tu fe te
ha salvado.»
3) Reflexión
• En el Evangelio de hoy, Lucas
cuenta como Jesús cura a diez leprosos, pero uno sólo le agradece. ¡Y era un
samaritano! La gratitud es otro tema muy propio de Lucas: vivir con gratitud y
alabar a Dios por todo aquello que recibimos de él. Por esto, Lucas habla
muchas veces de que la gente quedaba admirada y alababa a Dios por las cosas
que Jesús hacía (Lc 2,28.38; 5,25.26; 7,16; 13,13; 17,15.18; 18,43; 19,37;
etc.). El evangelio de Lucas contiene varios cánticos e himnos que expresan
esta experiencia de gratitud y de reconocimiento (Lc 1,46-55; 1,68-79;
2,29-32).
• Lucas 17,11: Jesús, camino hacia
Jerusalén. Lucas recuerda que Jesús estaba de camino hacia Jerusalén, pasando
por Samaría para ir a Galilea. Desde el comienzo del viaje (Lc 9,52) hasta
ahora (Lc 17,11), Jesús va por Samaría. Sólo ahora está saliendo de Samaría,
pasando por la Galilea para poder llegar a Jerusalén. Esto significa que las
importantes enseñanzas, dadas en estos capítulos de 9 a 17, fueron dadas todas
en un territorio que no ero judío. El oír esto tiene que haber sido motivo de
mucha alegría para las comunidades, venidas del paganismo. Jesús, el peregrino,
sigue su viaje hasta Jerusalén. Sigue eliminando las desigualdades que los
hombres han creado. Sigua el largo y doloroso camino de la periferia hacia la
capital, de una religión cerrada en sí misma, a una religión abierta que sabe
acoger a los otros como hermanos y hermanas, hijos e hijas del mismo Padre.
Esta apertura se verá en la acogida dada a los diez leprosos.
• Lucas 17,12-13: El grito de los
leprosos. Diez leprosos se acercan a Jesús, se paran a distancia y gritan:
"Jesús, maestro, ¡ten piedad de nosotros!" El leproso era una persona
excluida. Era marginado y despreciado, sin el derecho a vivir con su familia.
Según la ley de la pureza, los leprosos debían de ir con ropa rota y el cabello
suelto gritando: “¡Impuro! ¡Impuro!” (Lv 13,45-46). Para los leprosos, la busca
de un tratamiento significaba lo mismo que buscar la pureza para poder ser
reintegrados en la comunidad. No podían acercarse a los otros (Lv 13,45-46). Si
un leproso tocaba a alguien le causaba impureza y creaba un impedimento para la
que la persona pudiera dirigirse a Dios. A través de este grito, ellos
expresaban la fe en que Jesús podía curarlos y devolverles la pureza. Obtener
la pureza significaba sentirse, de nuevo, acogido por Dios y poderse dirigir a
El para recibir la bendición prometida a Abrahán.
• Lucas 17,14: La respuesta de Jesús
y la sanación. Jesús responde:"¡Vete a mostrar a los sacerdotes!"
(cf. Mc 1,44). Era el sacerdote que debía verificar la curación y dar el
atestado de pureza (Lv 14,1-32). La respuesta de Jesús exigía mucha fe de parte
de los leprosos. Deben ir donde el sacerdote como si ya estuvieran curados,
cuando, en realidad, su cuerpo seguía cubierto de lepra. Pero ellos creen en la
palabra de Jesús y van donde el sacerdote. Y ocurre que mientras van de camino,
se manifiesta la curación. Quedan purificados. Esta curación evoca la historia
de la purificación de Naamán de Siria (2Re 5,9-10). El profeta Eliseo mandó al
hombre que se lavara en el Jordán. Naamán tenía que creer en la palabra del
profeta. Jesús ordena a los diez leprosos que se presenten a los sacerdotes.
Ellos tenían que creer en la palabra de Jesús.
• Lucas 17,15-16: Reacción del
samaritano. “Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en
alta voz, y, postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias;
y éste era un samaritano”. ¿Por qué los otros no volvieron? ¿Por qué sólo el
samaritano? En la opinión de los judíos de Jerusalén, el samaritano no
observaba la ley como era debido. Entre los judíos había la tendencia a
observar la ley para poder merecer o conquistar la justicia. Por la
observancia, ellos iban acumulando créditos ante Dios. La gratitud y la
gratuidad no forman parte del vocabulario de las personas que viven así su
relación con Dios. Tal vez sea por esto que no agradecieron el beneficio
recibido. En la parábola del evangelio de ayer, Jesús había formulado la
pregunta sobre la gratitud: “¿Acaso tiene que dar las gracias al siervo porque
hizo lo que le mandaron?” (Lc 17,9) Y la respuesta era: ¡No! El samaritano
representa a las personas que tienen la conciencia clara de que nosotros, los
seres humanos, no tenemos mérito, ni crédito ante Dios. Todo es gracia,
empezando por el don de la vida.
• Lucas 17,17-19: La observación
final de Jesús. Jesús se extraña: “¿No quedaron limpios los diez? Los otros
nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino este
extranjero?” Para Jesús, agradecer a los demás por el beneficio recibido es una
manera de dar a Dios la alabanza que le es debida. En este punto, los
samaritanos deban lecciones a los judíos. Hoy son los pobres los que desempeñan
el papel del samaritano y nos ayudan a redescubrir esta dimensión de la
gratuidad de la vida. Todo lo que recibimos tiene que ser visto como un don de
Dios que viene hasta nosotros a través del hermano, de la hermana.
• La acogida dada a los samaritanos
en el evangelio de Lucas. Para Lucas, el lugar que Jesús daba a los samaritanos
es el mismo que el que las comunidades tenían que reservar a los paganos. Jesús
presenta al samaritano como un modelo de gratitud (Lc 17,17-19) y de amor al
prójimo (Lc 10,30-33). Esto debía ser muy chocante, pues para los judíos,
samaritano o pagano, era la misma cosa. No podían tener acceso a los atrios
interiores del Templo de Jerusalén, ni participar del culto. Eran considerados
portadores de impureza, impuros desde la cuna. Para Lucas, pero, la Buena Nueva
de Jesús se dirige, en primer lugar, a las personas y a los grupos considerados
indignos de recibirla. La salvación de Dios que llega hasta nosotros en Jesús
es puro don. No depende de los méritos de nadie.
4) Para la reflexión
personal
• Y tú, ¿sueles agradecer a las
personas? ¿Agradeces por mera costumbre o por convicción? Y en la oración:
¿agradeces u olvidas?
• Vivir en la gratitud es una señal
de la presencia del Reino en medio de nosotros. ¿Cómo transmitir para los demás
la importancia de vivir en la gratitud y en la gratuidad?
5) Oración final
El Señor es mi pastor, nada me falta.
En verdes pastos me hace reposar.
Me conduce a fuentes tranquilas. (Sal
23,1-2)
Orden de los
Carmelitas