¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar
la Palabra de Dios, en este lunes en que celebramos la fiesta de San Juan,
apóstol y evangelista.
Dios nos bendice…
PRIMERA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san
Juan 1, 1-4
Queridos hermanos:
Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo
que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que hemos
tocado con nuestras manos acerca de la Palabra de Vida, es lo que les
anunciamos.
Porque la Vida se hizo visible, y nosotros la vimos y
somos testigos, y les anunciamos la Vida eterna, que existía junto al Padre y
que se nos ha manifestado.
Lo que hemos visto y oído, se lo anunciamos también a
ustedes, para que vivan en comunión con nosotros. Y nuestra comunión es con el
Padre y con su Hijo Jesucristo.
Les escribimos esto para que nuestra alegría sea
completa.
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 96, 1-2. 5-6. 11-12 (R.: 12a)
R.
Alégrense, justos, en el Señor.
¡El Señor reina! Alégrese la tierra,
regocíjense las islas incontables.
Nubes y Tinieblas lo rodean,
la Justicia y el Derecho son la base de su trono.
R.
Las montañas se derriten como cera
delante del Señor, que es el dueño de toda la tierra.
Los cielos proclaman su justicia
y todos los pueblos contemplan su gloria. R.
Nace la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alégrense, justos, en el Señor
y alaben su santo Nombre. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Juan 20, 1-8
El primer día de la semana, María Magdalena corrió al
encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo:
«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro.
Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro
y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no
entró. Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro; vio
las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este
no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte.
Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al
sepulcro: él también vio y creyó.
Palabra del Señor.
PARA REFLEXIONAR
- Hoy
la Iglesia nos muestra la entrega en amor de un apóstol: Juan. De tal
manera se sintió querido por Jesús que él mismo se dio ese título, y quiso
mostrarnos la calidad y fuerza de ese amor. Juan es testigo de lo que
Jesús vivió e hizo; escribe su evangelio «para que creamos y tengamos
vida».
- La
finalidad de toda la carta es clara. El amor de Dios se nos ha manifestado
para que tengamos comunión de vida con Él y la alegría sea plena: «para
que estéis unidos con nosotros en esa unión que tenemos con el Padre y con
su Hijo Jesucristo», y «que nuestra alegría sea completa».
- Esa
comunión es una presencia de Dios en el hombre y una presencia del hombre
en Dios. Es también una alianza mediante la cual Dios concede al hombre un
corazón nuevo para conocerlo.
- Todas
las exposiciones de Juan tienden hacia la misma conclusión: Dios se revela
a través de la justicia, el amor, luz, y el cristiano que hace justicia,
ama, camina en la luz, penetra en una relación existencial con Dios a la
que Juan llama comunión.
- La
Encarnación no es un sueño, un fruto de la imaginación. Esta vida eterna
que estaba junto al Padre -esta Palabra de vida- mediante la cual Dios se
expresa a sí mismo, de una manera absoluta, perfecta, se manifestó, se
hizo visible. Desde la encarnación se nos invita a participar de la «vida»
de Dios: «pensar», «reflexionar», «amar», «actuar», «trabajar», como El; a
tratar de reproducir la vida de Jesús.
- La
comunión con Dios no se comunica a cada individuo en particular, sino que
se transmite por medio de la comunión con hombres. Por medio de la comunión
con los testigos, nosotros mismos llegamos a ser testigos.
- Cuando
anunciamos a Cristo como la vida, entonces no sólo queremos comunicar un
“saber”, sino también atraer a otros a nuestra comunión, y con ello a la
comunión con el Padre y el Hijo, lo cual significa la salvación y el «gozo
pleno».
***
- El
día de Pascua, por la mañana, María Magdalena echó a correr en busca de
Simón Pedro y el otro discípulo, aquel que Jesús amaba. Juan se
caracteriza a sí mismo como: «el discípulo amado».
- Juan
era aquel que junto con su hermano Santiago el Mayor, y Pedro, fue testigo
de la gloria de la transfiguración de Jesús, en la última cena reclinó su
cabeza sobre el pecho de Jesús. Estuvo presente en su agonía en el Huerto
y en el Calvario, al pie de la cruz en la que moría Jesús, y de sus labios
recibió a María como su segunda madre. Juan, que había sido testigo
presencial de la muerte de Cristo, es también testigo del sepulcro vacío.
- Después
de escuchar las palabras de María, Pedro y Juan corrían juntos hacia el
sepulcro. Juan corrió más rápido y llegó primero, pero no entró. Luego
llegó Simón Pedro y entró en el sepulcro. Juan es quien creyó al ver este
signo de la ausencia del cadáver.
- Este
apóstol que para muchos estudiosos es símbolo de todo cristiano, aparece
unido al Señor por algo más que el simple seguimiento, o adhesión a
una doctrina: por el amor y la amistad.
- Es
esta amistad la que lo hace reconocer la resurrección y creer. Por eso el
creer no está sujeto al lugar que se ocupa en la iglesia, ni al poder que
en ella se ejerce, sino a la amistad con Jesús.
- Celebrar
a Juan es celebrar la fe que se apoya en un creer por amor.
- La
transmisión del hecho de la resurrección es algo que el discípulo amado no
sólo comprobará al ver el sepulcro vacío, sino también al contemplar al
resucitado en las varias apariciones de las que será testigo. Lo que nos
transmita no será sólo algo que le haya llegado de oídas, sino algo que él
mismo vio y tocó con sus propias manos. Ser discípulo amado de Jesús es
ser experto por amor en descubrir los signos del resucitado e
interpretarlos. Donde otros veían un robo, el discípulo amado “vio y
creyó”. Donde todos ven contraindicaciones, los discípulos amados verán
huellas, signos.
- El
discípulo amado es testigo, también nosotros debemos ser signos de la
resurrección. Aquí está nuestro desafío: ser una comunidad cristiana
enamorada de la resurrección, empujada por el valor, mostrando el sentido
de una vida nueva, jugada en el amor y el servicio.
PARA DISCERNIR
- ¿Experimento
la fe como cercanía de amor?
- ¿Me
animo a contar el paso del Señor por mi vida?
- ¿Siento
que la expresión más alta de mi fe es un amor comprometido?
ARZOBISPADO
DE BUENOS AIRES
Vicaría de Pastoral