lunes, 9 de noviembre de 2020

«No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre»

¡Amor y paz!

 

Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este lunes en que celebramos la fiesta de la dedicación de la Basílica de Letrán.

 

Dios nos bendice...

 

Lecturas de hoy Dedicación de la Basílica de Letrán

 

Hoy, lunes, 9 de noviembre de 2020

 

Primera lectura

 

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (3,9c-11.16-17):

Sois edificio de Dios. Conforme al don que Dios me ha dado, yo, como hábil arquitecto, coloqué el cimiento, otro levanta el edificio. Mire cada uno cómo construye. Nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo. ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es santo: ese templo sois vosotros.

Palabra de Dios

 

Salmo

 

Sal 45,2-3.5-6.8-9

R/.
El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada


Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar. R/.

El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora. R/.

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:
pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe. R/.

 

Evangelio

 

Lectura del santo evangelio según san Juan (2,13-22):

Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.
Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.»
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora.»
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?»
Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.»
Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.

Palabra del Señor

 

Reflexión

 

    Hoy celebramos la dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán en Roma. Es la Basílica más importante de Roma y la sede del obispo de Roma, es decir, del Papa. Esta basílica es de alguna manera la cabeza de todas las iglesias del mundo. Pero no es más que un edificio. Lo que es santo no son las piedras que lo forman. Lo de menos es que sea un templo artísticos, que su arquitecto sea Borrromini. Todo eso es muy bonito. Los que vayan a visitarla verán una obra de arte. Pero si se quedan en eso, se han perdido lo más importante. 

      Lo que hace que una iglesia sea realmente una iglesia, no es la forma ni las piedras ni los arcos ni los altares ni las estatuas. Una Iglesia es iglesia porque en ella sea reúne el pueblo creyente para escuchar la Palabra, para compartir el pan de la Eucaristía, para alabar y dar gracias, para sentir en toda su riqueza la fraternidad de los hijos e hijas de Dios. Esa es la verdadera riqueza. Sin ella, una iglesia, cualquier iglesia, no es más que un montón de piedras más o menos bonitas. Dependiendo de su antigüedad y belleza, podrá ser una especie de museo enorme. Pero nada más. Un cascarón sin nada dentro. 

      Deberíamos dirigir la mirada a lo fundamental y no quedarnos en lo accesorio. Deberíamos hacer el esfuerzo, siempre necesario y nunca acabado ni definitivo, de construir la fraternidad que levanta la verdadera iglesia. Cuando existe la comunidad, cuando los hermanos y hermanas se reúnen y acogen a todos, cuando se hacen testigos del amor de Dios que no excluye a nadie, entonces vemos levantarse los muros y paredes de la verdadera iglesia de Dios. En ese momento descubrimos la verdadera belleza, la increíble belleza, capaz de romper los odios y la violencia y de unir a las personas con lazos de amor, de cariño, de fraternidad. Porque las personas son las piedras vivas que forman la iglesia de Jesús. Luego, esas personas necesitarán un lugar donde reunirse, levantarán una iglesia, querrán que sea, en la medida de sus posibilidades, un edificio bello porque lo normal es que el edificio exprese lo que es la comunidad. 

      Hay comunidades que cuidan sus iglesias, que expresan en sus iglesias su vida de fe. A veces son iglesias sencillas y pobres, como la misma comunidad. A veces son grandes edificios. En cualquier caso, son la expresión de la vida de la comunidad. Esas iglesias están llenas de vida, de fe, de fraternidad. Y ahí reside su verdadera belleza. 

      Conclusión: llenemos nuestras iglesias de vida de fe, de comunidades creyentes porque ahí reside la verdadera belleza y riqueza de la Iglesia. 

 

Fernando Torres cmf

Ciudad Redonda