¡Amor y paz!
El Adviento lo estamos
viviendo desde una historia concreta. Feliz o desgraciada. Y las lecturas nos
están diciendo que este mundo nuestro tiene remedio: éste, con sus defectos y
calamidades, no otros mundos posibles.
Que Dios nos quiere
liberar de las injusticias que existen ahora, como en tiempos del profeta. De
las opresiones. De los miedos.
Cuántas personas están
ahora mismo clamando desde su interior, esperando un Salvador que no saben bien
quién es: y lo hacen desde la pobreza y el hambre, la soledad y la enfermedad,
la injusticia y la guerra. Los dos ciegos tienen muchos imitadores, aunque no
todos sepan que su deseo de curación coincide con la voluntad de Dios que les
quiere salvar.
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este viernes de la 1ª. Semana
de Adviento.
Dios los bendiga…
Evangelio
según San Mateo 9,27-31.
Cuando Jesús se fue, lo siguieron dos ciegos, gritando: "Ten piedad de nosotros, Hijo de David". Al llegar a la casa, los ciegos se le acercaron y él les preguntó: "¿Creen que yo puedo hacer lo que me piden?". Ellos le respondieron: "Sí, Señor". Jesús les tocó los ojos, diciendo: "Que suceda como ustedes han creído". Y se les abrieron sus ojos. Entonces Jesús los conminó: "¡Cuidado! Que nadie lo sepa". Pero ellos, apenas salieron, difundieron su fama por toda aquella región.
Comentario
Nos podemos hacer nosotros mismos la pregunta: ¿en verdad queremos ser salvados? ¿nos damos
cuenta de que necesitamos ser salvados? ¿Seguimos a ese Jesús como los ciegos
suplicándole que nos ayude? ¿De qué ceguera nos tiene que salvar? Hay cegueras
causadas por el odio, por el interés materialista de la vida, por la
distracción, por la pasión, el egoísmo, el orgullo o la cortedad de miras. ¿No
necesitamos de veras que Cristo toque nuestros ojos y nos ayude a ver y a
distinguir lo que son valores y lo que son contravalores en nuestro mundo de
hoy? ¿O preferimos seguir ciegos, permanecer en la oscuridad o en la penumbra,
y caminar por la vida desorientados, sin profundizar en su sentido, manipulados
por la última ideología de moda?
El Adviento nos invita a
abrir los ojos, a esperar, a permanecer en búsqueda continua, a decir desde lo
hondo de nuestro ser «ven, Señor Jesús», a dejarnos salvar y a salir al
encuentro del verdadero Salvador, que es Cristo Jesús. Sea cual sea nuestra
situación personal y comunitaria, Dios nos alarga su mano y nos invita a la
esperanza, porque nos asegura que él está con nosotros.
La Iglesia peregrina hacia
delante, hacia los tiempos definitivos, donde la salvación será plena. Por eso
durante el Adviento se nos invita tanto a vivir en vigilancia y espera,
exclamando «Marana tha», «Ven, Señor Jesús».
Al inicio de la
Eucaristía, muchas veces repetimos -ojalá desde dentro, creyendo lo que
decimos- la súplica de los ciegos: «Kyrie, eleison. Señor, ten compasión de
nosotros». Para que él nos purifique interiormente, nos preste su fuerza, nos
cure de nuestros males y nos ayude a celebrar bien su Eucaristía. Es una
súplica breve e intensa que muy bien podemos llamar oración de Adviento, porque
estamos pidiendo la venida de Cristo a nuestras vidas, que es la que nos salva
y nos fortalece. La que nos devuelve la luz.
En este Adviento se tienen
que encontrar nuestra miseria y la respuesta salvadora de Jesús.
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 1
Adviento y Navidad día tras día
Barcelona 1995 . Págs. 27-30
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 1
Adviento y Navidad día tras día
Barcelona 1995 . Págs. 27-30