¡Amor
y paz!
Hemos
estado celebrando la resurrección del Señor durante esta semana, lo haremos
durante toda la cincuentena pascual y lo seguiremos haciendo siempre, especialmente
los domingos y cuando celebramos la Eucaristía. Es, evidentemente, el acontecimiento
central de nuestra fe y por tanto merece que reflexionemos sobre su significado,
que lo interioricemos y lo hagamos vida.
El
Evangelio de hoy nos relata, en la versión de San Juan, que el Resucitado se aparece
a los discípulos que se reúnen a puerta cerrada por temor a los judíos y les
dice: "¡La paz esté con ustedes!".Y reitera estas palabras cuando los
envía a cumplir su misión evangelizadora, les concede el Espíritu Santo y les otorga
el poder de perdonar los pecados. Este es un saludo que hace nuevamente cuando,
ocho días después, vuelve a aparecerse a la comunidad apostólica reunida, esta
vez también con Tomás, el incrédulo.
¡Demos
gracias al Padre que por Cristo Resucitado nos concede su Espíritu y el don de
la paz!
Los
invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario en este domingo
de la 2ª. Semana de Pascua, llamado también el ‘Domingo de la Misericordia’.
Dios
los bendiga…
Evangelio
según San Juan 20,19-31.
Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: "¡La paz esté con ustedes!". Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: "¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes". Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: "Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan". Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: "¡Hemos visto al Señor!". El les respondió: "Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré". Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: "¡La paz esté con ustedes!". Luego dijo a Tomás: "Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe". Tomas respondió: "¡Señor mío y Dios mío!". Jesús le dijo: "Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!". Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro. Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre.
Comentario
-"El
día primero de la semana". Estamos celebrando la fiesta de la resurrección
del Señor, a la que nos hemos preparado durante cuarenta días (la cuaresma), y
que celebramos durante cincuenta (la cincuentena pascual), que culmina con el
regalo que Jesucristo resucitado hace a su Iglesia y a todos nosotros: su
Espíritu, Pentecostés. Este regalo de su Espíritu también lo encontramos en el
"día primero" de la semana que inaugura el nuevo tiempo de Dios.
Tiempo
en el que no caben los miedos y las fugas porque Jesucristo resucitado se hace
presente, viene con iniciativa irresistible aun "estando las puertas
cerradas, por miedo a los judíos".
-"Paz
a vosotros". Es el saludo de Jesucristo resucitado a los suyos. El saludo
que repite el Obispo, el hermano que en la comunidad diocesana es el apóstol,
cuando celebra la Eucaristía con su comunidad. Pero no sólo es un saludo, es
también un don, un regalo. La paz de Dios que no es sólo la ausencia de
guerras, de malos tratos, de rencores y envidias, de falta de respeto a los
derechos del hombre. Es mucho más. Ya en el Antiguo Testamento, la Paz de Dios
quería decir la comunicación al hombre de la salvación de Dios; comunión con
los hermanos en la justicia y el amor.
Precisamente por esto, la "paz de
Dios" era esperada para el momento de la venida del Mesías, y así liberar
definitivamente a su pueblo.
El
saludo pascual de Jesucristo resucitado nos dice que este tiempo ya ha llegado.
El ofrece la paz, porque por medio de Él, y creyendo en Él, es posible la
experiencia de la alianza, de la intimidad con el Señor; la experiencia
constante del amor tierno y esponsal de Dios; es posible la comunión fraterna,
que es reflejo de la comunión con Dios.
Jesucristo
resucitado nos da la paz porque nos da el Espíritu Santo, que es Aquel que nos
introduce cada día, en la comunión con el Padre por medio de la fe, y en la
comunión con los hermanos por medio de la caridad.
-"Y
los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor". La alegría es
también un don, un regalo de Jesucristo resucitado. Es el saludo de Jesucristo
resucitado a sus discípulos, en el evangelio de Mateo. Alegría que nace de la
experiencia profunda del Resucitado, y que se comunica rápidamente a los demás,
como hicieron las mujeres a los discípulos de Emaús. Alegría y gozo profundo y
sereno que debería palparse en nuestras comunidades cristianas, e irradiarse en
nuestra sociedad.
-"Recibid
el Espíritu Santo". Jesucristo resucitado es el Apóstol del Padre, el
enviado del Padre. Y como El ha sido enviado por el Padre, envía a sus
apóstoles y discípulos; a nosotros también, por medio del sacramento del
bautismo y la confirmación.
Y
"exhaló su aliento sobre ellos", como en la primera creación lo hizo
con el hombre y lo hizo un ser viviente, o cuando el Señor ordena a Ezequiel
que invoque al Espíritu y reúna "todos los huesos", su pueblo
disperso, y lo haga otra vez su pueblo.
Jesucristo
resucitado aparece hoy como el Señor Dios creador que "exhala su
aliento" que es el Espíritu Santo, el Espíritu del Padre y suyo, para
regenerar a toda persona, para anunciar y comunicar el perdón de los pecados,
el jubileo, la amnistía de todo mal y de todo pecado. El "cenáculo"
fue el lugar de la manifestación y experiencia de Jesucristo resucitado, del
"Don" del Espíritu, del regalo de la paz y el perdón y la amnistía.
Nuestra
comunidad, nuestras comunidades cristianas, deberían ser lugares donde se
puedan realizar estas experiencias de paz, amor y libertad.
-"Todos
pensaban y sentían lo mismo". Veamos a la comunidad que nos presenta la
lectura de los Hechos, después del proceso que sufren los Apóstoles y que
vencen rezando y recibiendo la fuerza del Espíritu Santo, unidad de corazón y
de bienes. Ya que es imposible comunicar los bienes del Espíritu y no compartir
y comunicar los bienes materiales. La caridad total, el amor, hace que en la
comunidad "ninguno pasaba necesidad", ya que el amor vence al pecado,
vence la avaricia y la avidez de poseer. Por algún tiempo parece que la
primitiva comunidad fue perfecta. Cada uno de nosotros, sintiéndonos
comunidad-Iglesia esposa de Jesucristo resucitado, en nuestra responsabilidad
concreta, hemos de trabajar para que aquello, hoy se repita en nuestras
comunidades.
-"Trae
tu amo y toca la señal de los clavos; y no seas incrédulo, sino creyente",
es la invitación a Tomás, y la invitación que, hoy y aquí, nos hace el Señor.
Hemos recibido de sus "llagas gloriosas", de su costado, el Don del
Espíritu Santo que nos ha anunciado y explicado su Palabra, y la convertirá en
el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo. Nosotros desde el bautismo y la confirmación,
no incrédulos sino creyentes, damos testimonio gozoso de Jesucristo resucitado,
con palabras y obras, a nuestros hermanos y hermanas con los que trabajamos y
vivimos.
Gerardo Soler
Misa Dominical 1988/08
Misa Dominical 1988/08