martes, 11 de enero de 2022

Habla con autoridad

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este martes de la primera semana del Tiempo Ordinario, ciclo C.



Dios nos bendice…


PRIMERA LECTURA

Lectura del primer libro de Samuel          1,10-20

Ana, con el alma llena de amargura, oró al Señor y lloró desconsoladamente.
Luego hizo este voto: «Señor de los ejércitos, si miras la miseria de tu servidora y te acuerdas de mí, si no te olvidas de tu servidora y le das un hijo varón, yo lo entregaré al Señor para toda su vida, y la navaja no pasará por su cabeza.»
Mientras ella prolongaba su oración delante del Señor, Elí miraba atentamente su boca. Ana oraba en silencio; sólo se movían sus labios, pero no se oía su voz.
Elí pensó que estaba ebria, y le dijo: « ¿Hasta cuándo te va a durar la borrachera? ¡Ve a que se te pase el efecto del vino!»
Ana respondió: «No, mi señor; yo soy una mujer que sufre mucho. No he bebido vino ni nada que pueda embriagar; sólo me estaba desahogando delante del Señor. No tomes a tu servidora por una mujer cualquiera; si he estado hablando hasta ahora, ha sido por el exceso de mi congoja y mi dolor.»
«Vete en paz, le respondió Elí, y que el Dios de Israel te conceda lo que tanto le has pedido.»
Ana le dijo entonces: « ¡Que tu servidora pueda gozar siempre de tu favor!» Luego la mujer se fue por su camino, comió algo y cambió de semblante.
A la mañana siguiente, se levantaron bien temprano y se postraron delante del Señor; luego regresaron a su casa en Ramá. Elcaná se unió a su esposa Ana, y el Señor se acordó de ella. Ana concibió, y a su debido tiempo dio a luz un hijo, al que puso el nombre de Samuel, diciendo: «Se lo he pedido al Señor.»
 

Palabra de Dios.

SALMO             Sal 1 Sam. 2,1. 4-8

 

R. Mi corazón se regocija en el Señor.

Mi corazón se regocija en el Señor,
tengo la frente erguida gracias a mi Dios.
Mi boca se ríe de mis enemigos,
porque tu salvación me ha llenado de alegría. R.
El arco de los valientes se ha quebrado,
y los vacilantes se ciñen de vigor;
los satisfechos se contratan por un pedazo de pan,
y los hambrientos dejan de fatigarse;
la mujer estéril da a luz siete veces,
y la madre de muchos hijos se marchita. R.
El Señor da la muerte y la vida,
hunde en el Abismo y levanta de él.
El Señor da la pobreza y la riqueza,
humilla y también enaltece. R.
El levanta del polvo al desvalido
y alza al pobre de la miseria,
para hacerlos sentar con los príncipes
y darles en herencia un trono de gloria. R.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Marcos                           1, 21-28

En aquel tiempo, se hallaba Jesús en Cafarnaúm y el sábado fue a la sinagoga y se puso a enseñar. Los oyentes quedaron asombrados de sus palabras, pues enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas.
Había en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: “¿Qué quieres tú con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios”.
Jesús le ordenó: “¡Cállate y sal de él!” El espíritu inmundo, sacudiendo al hombre con violencia y dando un alarido, salió de él. Todos quedaron estupefactos y se preguntaban: “¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es ésta? Este hombre tiene autoridad para mandar hasta a los espíritus inmundos y lo obedecen”. Y muy pronto se extendió su fama por toda Galilea.

Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

El pasaje de hoy describe las circunstancias de la concepción de Samuel. Dios siempre está dispuesto a escuchar la oración sencilla y humilde de sus siervos. Ana, la esposa estéril de Elcaná, va a ser madre. La concepción de Samuel se realizará después de un proceso de purificación espiritual atravesado por el dolor. Esto permitirá a Ana y Elcaná descubrir la acción de Dios en la vida que va a nacer.
Ana transforma dolor e impotencia en oración, y su plegaria se hará en sumisión a Dios, por eso decide que si le es concedido un hijo, no le pertenecerá, lo consagrará a Dios porque a Él le pertenece. Después de la plegaria y junto a la oración constante, la vida de Ana sigue su curso.
Dios mismo ha tomado la iniciativa como lo ha hecho tantas veces en la historia. Nace Samuel, el hijo que parecía imposible y ha sido por don gratuito de Dios. “Dio a luz un niño, a quien llamó «Samuel», porque dijo «se lo he pedido al Señor».
Este acontecimiento humano, Ana, lo ha descifrado en su profundidad de fe. Y lo «dice» al mundo, lo reconoce «delante de todos», al dar a ese hijo que afirma su reconocimiento y acción de gracias.
Este hijo va a ser providencial para la historia de Israel. Dios se sirve de padres estériles o de circunstancias impensadas para llevar a cabo sus planes de salvación.
Estas circunstancias precisan la posición de un profeta en el designio de Dios. Todo viene de Dios, todo es gracia.
***
De este hombre, en el evangelio de hoy, todos se asombran de lo que decía y hacía. Reúne a sus primeros discípulos y comienza a predicar. Lo hace a partir de la plataforma religiosa de Israel: las celebraciones de los sábados en las sinagogas. Su fama crece en Galilea. Es que no sólo predica, sino que actúa. Enseña y cura. Libera a los posesos de los espíritus malignos y enseña como ninguno ha enseñado, con autoridad. Hasta los espíritus del mal tienen que reconocer que es el Santo de Dios, el Mesías.
Jesús apoya su enseñanza en los hechos, da una nueva dimensión a la Ley y a la tradición, valora a las personas frente al templo, la sinagoga y la ley que eran las instituciones dominantes de su tiempo. Por eso, su mensaje sencillo pero vital, cala hondo en el pueblo sencillo y choca tanto en las estructuras y en sus dirigentes.
Su autoridad estaba al servicio del ser humano, para que pueda reconocer su propia dignidad, su lugar en la vida y en la historia. Este episodio del hombre poseído por un espíritu impuro, además de demostrar la autoridad de Jesús sobre las fuerzas espirituales del mal, muestra cómo Jesús vuelve a integrar al que era excluido y rechazado en el seno de la comunidad.
También ahora su existencia de Resucitado, sale al paso de los que seguimos siendo débiles, pecadores y esclavos, en la novedad de su palabra y en la potencia de su gracia; al igual que cuando iba por los caminos de Galilea atendiendo a los enfermos y a los posesos. Nos quiere liberar para que en la solidaridad compasiva y eficaz con nuestros hermanos también débiles, los pecadores y excluidos experimenten la obra de Cristo en ellos.
En este camino, su palabra poderosa y eficaz, no sólo nos instruye sino que nos sana y nos libera. Modela nuestro corazón al modo del alfarero a imagen de su propio corazón.

PARA DISCERNIR

¿Qué relación hay entre nuestras palabras y nuestros hechos?
¿Nos contentamos sólo con anunciar la Buena Noticia, o en verdad nuestras palabras van acompañadas por los hechos?
¿De qué clase de demonios contribuimos a que se liberen los que conviven con nosotros?


ARZOBISPADO DE BUENOS AIRES
Vicaría de Pastoral