¡Amor
y paz!
Las
palabras con las que concluye el diálogo de Jesús con Nicodemo son el resumen
de todo el evangelio según San Juan:
-
Jesús ha venido del cielo, es el enviado de Dios, nos trae sus palabras, que
son la verdadera sabiduría y las que dan sentido a la vida: son la mejor prueba
del amor que Dios tiene a su Hijo y a nosotros;
- el
que acoge a Jesús y a su palabra es el que acierta: tendrá la vida eterna que
Dios le está ofreciendo a través de su Hijo; el que no le quiera aceptar, él
mismo se excluye de la vida (J. Aldazábal).
Los
invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves
de la 2ª. Semana de Pascua.
Dios
los bendiga…
Evangelio
según San Juan 3,31-36.
El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra pertenece a la tierra y habla de la tierra. El que vino del cielo da testimonio de lo que ha visto y oído, pero nadie recibe su testimonio. El que recibe su testimonio certifica que Dios es veraz. El que Dios envió dice las palabras de Dios, porque Dios le da el Espíritu sin medida. El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en sus manos. El que cree en el Hijo tiene Vida eterna. El que se niega a creer en el Hijo no verá la Vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él".
Comentario
Hoy,
el Evangelio nos invita a dejar de ser “terrenales”, a dejar de ser hombres que
sólo hablan de cosas mundanas, para hablar y movernos como «el que viene de
arriba» (Jn 3,31), que es Jesús. En este texto vemos —una vez más— que en la
radicalidad evangélica no hay término medio. Es necesario que en todo momento y
circunstancia nos esforcemos por tener el pensamiento de Dios, ambicionemos
tener los mismos sentimientos de Cristo y aspiremos a mirar a los hombres y las
circunstancias con la misma mirada del Verbo hecho hombre. Si actuamos como “el
que viene de arriba” descubriremos el montón de cosas positivas que pasan
continuamente a nuestro alrededor, porque el amor de Dios es acción continua a
favor del hombre. Si venimos de lo alto amaremos a todo el mundo sin excepción,
siendo nuestra vida una tarjeta de invitación para hacer lo mismo.
«El
que viene de arriba está por encima de todos» (Jn 3,31), por esto puede servir
a cada hombre y a cada mujer justo en aquello que necesita; además «da
testimonio de lo que ha visto y oído» (Jn 3,32). Y su servicio tiene el sello
de la gratuidad. Esta actitud de servir sin esperar nada a cambio, sin
necesitar la respuesta del otro, crea un ambiente profundamente humano y de
respeto al libre albedrío de la persona; esta actitud se contagia y los otros
se sienten libremente movidos a responder y actuar de la misma manera.
Servicio
y testimonio siempre van juntos, el uno y el otro se identifican. Nuestro mundo
tiene necesidad de aquello que es auténtico: ¿qué más auténtico que las
palabras de Dios?, ¿qué más auténtico que quien «da el Espíritu sin medida» (Jn
3,34)? Es por esto que «el que acepta su testimonio certifica que Dios es
veraz» (Jn 3,33).
“Creer en el Hijo” quiere decir tener vida eterna, significa que el día del Juicio no pesa encima del creyente porque ya ha sido juzgado y con un juicio favorable; en cambio, «el que rehusa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él» (Jn 3,36)..., mientras no crea.
“Creer en el Hijo” quiere decir tener vida eterna, significa que el día del Juicio no pesa encima del creyente porque ya ha sido juzgado y con un juicio favorable; en cambio, «el que rehusa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él» (Jn 3,36)..., mientras no crea.
Rev. D. Melcior Querol i Solà (Ribes de Freser-Girona,
España)