jueves, 4 de febrero de 2010

RIESGOS Y EXIGENCIAS DE LA TAREA EVANGELIZADORA

¡Amor y paz!

Hoy, el Evangelio relata la primera de las misiones apostólicas. Jesús envía a los Doce a predicar, a curar a todo tipo de enfermos y a preparar los caminos de la salvación definitiva.

También nosotros, como los primeros apóstoles, somos enviados. En algunos lugares, como al mismo Jesús, nos admitirán; en otros, no. Estamos avisados. Incluso podemos ser incomprendidos y perseguidos, pero no seguimos a Jesús porque nos haya prometido éxitos y aplausos fáciles. Sino porque estamos convencidos de que también para el mundo de hoy la vida que Él ofrece es la verdadera salvación y la felicidad auténtica.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este 4o jueves del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 6,7-13.

Entonces llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros. Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero; que fueran calzados con sandalias, y que no tuvieran dos túnicas. Les dijo: "Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir. Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos". Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión; expulsaron a muchos demonios y curaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo.


Comentario


El relato del evangelio de Marcos está enmarcado en el envío que Jesús hace de sus discípulos, envío que se concretiza con la misión encomendada a los discípulos de dos en dos. La intención del envío no es otro sino la predicación a los judíos del acontecimiento del Reino de Dios que el mismo Jesús ha venido a predicar y que ahora anuncia a través del grupo de sus discípulos.

Ser enviado por el maestro tiene una serie de exigencias, exigencia que van a dar credibilidad a la acción evangelizadora. El no llevar nada para el camino más que un bastón, da muestra clara de que el Maestro quiere que el anuncio sea ratificado con la vida de sobriedad de sus seguidores. Ellos han aprendido de Jesús que la predicación no debe ser sólo de palabra sino de vida, por eso van de dos en dos, dando testimonio de comunidad, y dando testimonio de pobreza manifestada en la simplicidad de sus vestidos y en la ausencia de equipaje. Esta doble realidad -palabra y vida- va a caracterizar a la primera comunidad cristiana, que a tiempo y a destiempo vivía predicando el Reino de Dios manifestado en la persona de Jesús.

Nuestras comunidades deben desapegarse de tantos equipajes que se han inventado para anunciar el Reino de Dios. Hoy más que nunca surge la necesidad de ser sobrios y coherentes en la proclamación cristiana. Debemos imitar a aquellos hombres y mujeres que con su sencillez y sobriedad en todo lugar eran transmisores del accionar liberador de Dios en la vida individual y colectiva. Necesitamos una Iglesia reformada, que sea capaz de vivir íntegramente el Evangelio enseñado por Jesús, pero sobre todo con capacidad de sanar a los individuos del egoísmo que mata, con capacidad de expulsar los demonios que generan la corrupción, el empobrecimiento y la muerte, en definitiva, el pecado.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO
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