¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este viernes 32 del tiempo ordinario, ciclo B.
Dios nos bendice…
1ª Lectura (2Jn 4-9):
Señora elegida: Me alegré mucho al enterarme de que tus hijos caminan en la verdad, según el mandamiento que el Padre nos dio. Ahora tengo algo que pedirte, señora. No pienses que escribo para mandar algo nuevo, sino sólo para recordaros el mandamiento que tenemos desde el principio, amarnos unos a otros. Y amar significa seguir los mandamientos de Dios. Como oísteis desde el principio, éste es el mandamiento que debe regir vuestra conducta. Es que han salido en el mundo muchos embusteros, que no reconocen que Jesucristo vino en la carne. El que diga eso es el embustero y el anticristo. Estad en guardia, para que recibáis el pleno salario y no perdáis vuestro trabajo. Todo el que se propasa y no permanece en la doctrina de Cristo no posee a Dios; quien permanece en la doctrina posee al Padre y al Hijo.
Salmo responsorial: 118
R/. Dichoso el que camina en la voluntad del Señor.
Dichoso el que, con vida intachable, camina en la
voluntad del Señor.
Dichoso el que, guardando sus preceptos, lo busca de todo corazón.
Te busco de todo corazón, no consientas que me desvíe de tus mandamientos.
En mi corazón escondo tus consignas, así no pecaré contra ti.
Haz bien a tu siervo: viviré y cumpliré tus palabras.
Ábreme los ojos, y contemplaré las maravillas de tu voluntad.
Versículo antes del Evangelio (Lc 21,28):
Aleluya. Estad atentos y levantad la cabeza, porque se acerca la hora de vuestra liberación, dice el Señor. Aleluya.
Texto del Evangelio (Lc 17,26-37):
En aquel tiempo,
Jesús dijo a sus discípulos: «Como sucedió en los días de Noé, así será también
en los días del Hijo del hombre. Comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta
el día en que entró Noé en el arca; vino el diluvio y los hizo perecer a todos.
Lo mismo, como sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían,
plantaban, construían; pero el día que salió Lot de Sodoma, Dios hizo llover
fuego y azufre del cielo y los hizo perecer a todos. Lo mismo sucederá el Día
en que el Hijo del hombre se manifieste.
»Aquel día, el que esté en el terrado y tenga sus enseres en casa, no baje a
recogerlos; y de igual modo, el que esté en el campo, no se vuelva atrás.
Acordaos de la mujer de Lot. Quien intente guardar su vida, la perderá; y quien
la pierda, la conservará. Yo os lo digo: aquella noche estarán dos en un mismo
lecho: uno será tomado y el otro dejado; habrá dos mujeres moliendo juntas: una
será tomada y la otra dejada». Y le dijeron: «¿Dónde, Señor?». Él les
respondió: «Donde esté el cuerpo, allí también se reunirán los buitres».
Comentario
Hoy, en el texto del Evangelio son remarcados el final de
los tiempos y la incerteza de la vida, no tanto para atemorizarnos, cuanto para
tenernos bien precavidos y atentos, preparados para el encuentro con nuestro
Creador. La dimensión sacrificial presente en el Evangelio se manifiesta en su
Señor y Salvador Jesucristo liderándonos con su ejemplo, en vista a estar
siempre preparados para buscar y cumplir la Voluntad de Dios. La vigilancia
constante y la preparación son el sello del discípulo vibrante. No podemos
asemejarnos a la gente que «comían, bebían, compraban, vendían, plantaban,
construían» (Lc 17,28). Nosotros, discípulos, debemos estar preparados y
vigilantes, no fuera que termináramos por ser arrastrados hacia un letargo
espiritual esclavo de la obsesión —transmitida de una generación a la
siguiente— por el progreso en la vida presente, pensando que —después de todo—
Jesús no regresará.
El secularismo ha echado raíces profundas en nuestra sociedad. La embestida de
la innovación y la rápida disponibilidad de cosas y servicios personales nos
hace sentir autosuficientes y nos despoja de la presencia de Dios en nuestras
vidas. Sólo cuando una tragedia nos golpea despertamos de nuestro sueño para
ver a Dios en medio de nuestro “valle de lágrimas”... Incluso debiéramos estar
agradecidos por esos momentos trágicos, porque seguramente sirven para
robustecer nuestra fe.
En tiempos recientes, los ataques contra los cristianos en diversas partes del
mundo, incluyendo mi propio país —la India— han sacudido nuestra fe. Pero el
Papa Francisco ha dicho: «Sin embargo, los cristianos están esperanzados
porque, en última instancia, Jesús hace una promesa que es garantía de
victoria: ‘Quien pierda su vida, la conservará’ (Lc 17,33)». Ésta es una verdad
en la que podemos confiar… El poderoso testimonio de nuestros hermanos y
hermanas que dan su vida por la fe y por Cristo no será en vano.
Así, nosotros luchamos por avanzar en el viaje de nuestra vida en la sincera
esperanza de encontrar a nuestro Dios «el Día en que el Hijo del hombre se
manifieste» (Lc 17,30).
Fr. Austin NORRIS (Mumbai, India)
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