¡Amor y
paz!
Los
invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este miércoles de la 5a
semana de Cuaresma, ciclo C.
Dios nos
bendice...
Lectio Divina: Juan 8,31-42
Lectio
Miércoles, 10 Abril
, 2019
Tiempo de
Cuaresma
1) Oración inicial
Ilumina, Señor, el
corazón de tus fieles purificando por las penitencias de Cuaresma, y tú, que
nos infundes el piadoso deseo de servirte, escucha paternalmente nuestras
súplicas. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del
Evangelio según Juan 8,31-42
Decía, pues, Jesús a
los judíos que habían creído en él: «Si os mantenéis en mi palabra, seréis
verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará
libres.»
Ellos le respondieron:
«Nosotros somos descendencia de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie.
¿Cómo dices tú: Os haréis libres?» Jesús les respondió: «En verdad, en verdad
os digo: todo el que comete pecado es un esclavo.
Y el esclavo no se
queda en casa para siempre; mientras el hijo se queda para siempre. Si, pues,
el Hijo os da la libertad, seréis realmente libres.
Ya sé que sois
descendencia de Abrahán; pero tratáis de matarme, porque mi palabra no prende
en vosotros. Yo hablo lo que he visto junto a mi Padre; y vosotros hacéis lo
que habéis oído a vuestro padre.» Ellos le respondieron: «Nuestro padre es
Abrahán.» Jesús les dice: «Si sois hijos de Abrahán, haced las obras de
Abrahán.
Pero tratáis de
matarme, a mí que os he dicho la verdad que oí de Dios. Eso no lo hizo Abrahán.
Vosotros hacéis las obras de vuestro padre.»
Ellos le dijeron:
«Nosotros no hemos nacido de la prostitución; no tenemos más padre que a Dios.»
Jesús les respondió: «Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais a mí, porque yo
he salido y vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino que él me ha enviado.
3) Reflexión
En el evangelio de hoy
sigue la reflexión sobre el capítulo 8 de Juan. Como en círculos concéntricos,
Juan profundiza en el misterio de Dios que envuelve a la persona de Jesús.
Parece una repetición, porque siempre vuelve a hablar del mismo punto. En realidad,
es el mismo punto, pero cada vez en un nivel más profundo. El evangelio de hoy
aborda el tema de la relación de Jesús con Abrahán, el Padre del pueblo de
Dios. Juan trata de ayudar las comunidades a comprender cómo Jesús se sitúa en
el conjunto de la historia del Pueblo de Dios. Las ayuda a percibir la
diferencia que hay entre Jesús y los judíos, y también entre los judíos y los
demás: todos somos hijos e hijas de Abrahán.
• Juan 8,31-32: La
libertad que nace de la fidelidad a la palabra de Jesús. Jesús manifiesta a los
judíos: “Si os mantenéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y
conoceréis la verdad y la verdad os hará libres. Ser discípulo de Jesús es lo
mismo que abrirse a Dios. Las palabras de Jesús son en realidad palabra de
Dios. Comunican la verdad, porque dan a conocer las cosas como son a los ojos
de Dios y no a los ojos de los fariseos. Más tarde, durante la última Cena,
Jesús enseñará lo mismo a los discípulos.
• Juan 8,33-38: ¿Qué
quiere decir ser hijo e hija de Abrahán? La reacción de los judíos es
inmediata: "Nosotros somos descendencia de Abrahán y nunca hemos sido
esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Os haréis libres?” Jesús insiste haciendo
una distinción entre hijo y esclavo y dice: "Todo el que comete pecado es
un esclavo. Y el esclavo no se queda en casa para siempre; mientras el hijo se
queda para siempre. Si, pues, el Hijo os da la libertad, seréis realmente
libres.” Jesús es el hijo y vive en la casa del Padre. El esclavo no vive en la
casa del Padre. Vivir fuera de la casa, fuera de Dios quiere decir vivir en el
pecado. Si aceptaran la palabra de Jesús podrían llegar a ser hijos y alcanzar
la libertad. No serían esclavos. Y Jesús continúa: “Ya sé que sois descendencia
de Abrahán; pero tratáis de matarme, porque mi palabra no prende en vosotros.”
Inmediatamente aparece bien clara la distinción: “Yo hablo lo que he visto
junto a mi Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído a vuestro padre”. Jesús
les niega el derecho a decir que son hijos de Abrahán, porque sus obras afirman
lo contrario.
• Juan 8,39-41a: Un
hijo de Abrahán cumple las obras de Abrahán. Ellos insisten en afirmar:
“¡Nuestro Padre es Abrahán!” como si quisiesen presentar a Jesús un documento
de su identidad. Jesús vuelve a insistir: “Si sois hijos de Abrahán, haced las
obras de Abrahán. Pero tratáis de matarme, a mí que os he dicho la verdad que
oí de Dios. Eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis las obras de vuestro
padre.” Entre líneas sugiere que el padre de ellos es Satanás (Jn 8,44).
Sugiere que son hijos de la prostitución.
• Juan 8,41b-42: “Si
Dios fuera vuestro Padre, me amaríais a mí, porque yo he salido y vengo de
Dios; no he venido por mi cuenta, sino que él me ha enviado”. Usando palabras
diversas, Jesús repite la misma verdad: “Aquel que pertenece a Dios escucha las
palabras de Dios”. El origen de esta afirmación viene de Jeremías quien dice:
“Pondré mi ley en su interior, la escribiré en sus corazones. Entonces yo seré
su Dios y ellos serán mi pueblo. Ya no tendrán que enseñarse mutuamente,
diciéndose el uno al otro: ‘Conozcan a Yahvé’. Pues me conocerán todos, del más
grande al más humilde. Porque yo habré perdonado su culpa y no me acordaré más
de su pecado” (Jer 31,33-34). Pero ellos no se abrieron a esta nueva
experiencia de Dios, y por esto no reconocieron a Jesús como enviado del
Padre.
4) Para la reflexión
personal
• Libertad que se
somete en todo al Padre. ¿Existe algo de este tipo en ti? ¿Conoces a personas
así?
• ¿Cuál es la
experiencia más profunda en mí que me impulsa a reconocer a Jesús como enviado
por Dios?
5) Oración final
Bendito eres, Señor,
Dios de nuestros padres,
bendito tu nombre
santo y glorioso.
Bendito eres en el
templo de tu santa gloria.
Bendito eres sobre el
trono de tu reino. (Dn 3,52)
Orden
de los Carmelitas