¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios y el comentario,
en este Domingo
6º del Tiempo Ordinario - Ciclo B.
Dios
nos bendice...
Primera
lectura
Lectura del libro del
Levítico (13,1-2.44-46):
El Señor dijo a Moisés y a Aarón: «Cuando alguno tenga una inflamación, una erupción o una mancha en la piel, y se le produzca la lepra, será llevado ante Aarón, el sacerdote, o cualquiera de sus hijos sacerdotes. Se trata de un hombre con lepra: es impuro. El sacerdote lo declarará impuro de lepra en la cabeza. El que haya sido declarado enfermo de lepra andará harapiento y despeinado, con la barba tapada y gritando: "¡Impuro, impuro!" Mientras le dure la afección, seguirá impuro; vivirá solo y tendrá su morada fuera del campamento.»
Palabra de Dios
El Señor dijo a Moisés y a Aarón: «Cuando alguno tenga una inflamación, una erupción o una mancha en la piel, y se le produzca la lepra, será llevado ante Aarón, el sacerdote, o cualquiera de sus hijos sacerdotes. Se trata de un hombre con lepra: es impuro. El sacerdote lo declarará impuro de lepra en la cabeza. El que haya sido declarado enfermo de lepra andará harapiento y despeinado, con la barba tapada y gritando: "¡Impuro, impuro!" Mientras le dure la afección, seguirá impuro; vivirá solo y tendrá su morada fuera del campamento.»
Palabra de Dios
Salmo
Sal 31,1-2.5.11
R/. Tú eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberación
Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito. R/.
Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R/.
Alegraos, justos, y gozad con el Señor;
aclamadlo, los de corazón sincero. R/.
R/. Tú eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberación
Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito. R/.
Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R/.
Alegraos, justos, y gozad con el Señor;
aclamadlo, los de corazón sincero. R/.
Segunda lectura
Lectura de la primera
carta del apóstol san Pablo a los Corintios (10,31–11,1):
Cuando comáis o bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios. No deis motivo de escándalo a los judíos, ni a los griegos, ni a la Iglesia de Dios, como yo, por mi parte, procuro contentar en todo a todos, no buscando mi propio bien, sino el de la mayoría, para que se salven. Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo.
Palabra de Dios
Cuando comáis o bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios. No deis motivo de escándalo a los judíos, ni a los griegos, ni a la Iglesia de Dios, como yo, por mi parte, procuro contentar en todo a todos, no buscando mi propio bien, sino el de la mayoría, para que se salven. Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo.
Palabra de Dios
Evangelio
Lectura del santo
evangelio según san Marcos (1,40-45):
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme.»
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero: queda limpio.»
La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.»
Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo, se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.
Palabra del Señor
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme.»
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero: queda limpio.»
La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.»
Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo, se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.
Palabra del Señor
Comentario
Los
Evangelios narran los milagros de Jesús para indicar que en Él se hace presente
el Reino de Dios, es decir, el poder del Amor infinito que sana y renueva a
toda persona que cree y se deja transformar por su acción salvadora. Pero
también para mostrar cómo actúa Jesús con respecto a los que sufren, encarnando
a un Dios compasivo e invitándonos con su ejemplo a tener sus mismos
sentimientos. Veamos lo que nos enseña hoy el relato de la curación de leproso,
teniendo en cuenta también las otras lecturas [Levítico 13, 1-2.44-46; Salmo 32
(31); 1 Corintios 10, 31 – 11,1].
1.-
Jesús se opone al rechazo y a la marginación social de los enfermos
Las
enfermedades, tanto en el Antiguo Testamento como en la época de la vida
terrena de Jesús, eran consideradas como consecuencias del pecado de quien las
sufría, o de sus padres o antepasados. Y una de ellas, se concebía como la
peor: la lepra. El Levítico, nombre derivado de Leví, uno de los doce hijos del
patriarca Jacob y que dio origen a los “levitas”, dedicados al culto religioso
y al servicio del templo, es uno de los cinco libros que componen la “Torá”,
término hebreo que designa al conjunto de los textos sagrados referentes a la
“Ley”.
Este
libro, atribuido a Moisés, pero escrito unos siete siglos después de él, en el
V antes de Cristo, y que pertenece a la tradición bíblica llamada “sacerdotal”,
contiene en sus capítulos 13 y 14 unas prescripciones que expresan el rechazo
que causaba la lepra en la antigüedad y la marginación a la que eran sometidos
quienes la padecían, debido a una concepción cultural que, además del temor al
contagio, la asociaba con el pecado.
Por
eso, para entender ciertos pasajes como el de la primera lectura, es importante
tener en cuenta que en la Biblia se refleja una evolución en la forma de
entender las situaciones humanas, con respecto a las cuales Jesús muestra una
actitud totalmente distinta de la tradicional hacia quienes, por una enfermedad
como la lepra –que era algo así como el sida de aquel tiempo–, eran rechazados
y excluidos de la sociedad.
2.-
Jesús revela la cercanía y la acción compasiva de Dios en favor de los
excluidos
Una
de las características del comportamiento de Jesús es su disposición constante
a acoger a quienes rechazaban los que se creían “puros”, que se apartaban de
los enfermos para así permanecer “incontaminados”. Jesús, al contrario, se
acerca a todos los que sufren, cualquiera que sea su condición. En el relato
que nos trae hoy el Evangelio podemos apreciar cómo Jesús deja que el leproso
se le acerque, algo inconcebible para para quienes se preciaban de seguir a la
letra las prescripciones rituales: los sacerdotes y demás ministros del antiguo
culto religioso hebreo, como también los “doctores de la Ley”.
Pero
no sólo deja que se le acerque y le diga “si quieres puedes limpiarme” –un acto
de fe en el poder sanador de Jesús–, sino, además, extiende la mano y lo toca,
manifestando así que la cercanía sanadora de Dios es un hecho palpable y
transformador para toda persona que reconoce su necesidad de ser liberada del mal.
Es más: al tocar al leproso, Jesús estaba contraviniendo la norma que mandaba
no tener contacto con leprosos, y con este gesto indicaba hasta dónde llega la
misericordia divina.
3.-
Jesús no quiere que se confunda su misión con la de un milagrero explotador
El
Evangelio según san Marcos es el que más insiste en lo que los estudiosos de
los textos bíblicos llaman “el secreto mesiánico”, consistente en la orden que
Jesús les daba, a las personas que había curado, de no divulgar sus milagros
(“No se lo digas a nadie”). Con esta prohibición trataba de evitar que sus
hechos fueran malinterpretados en el sentido de un falso mesianismo, opuesto a
su verdadera misión. Sin embargo, los sanados no se aguantaban las ganas de
proclamar lo que Él había hecho en su favor, de modo que, como cuenta el
Evangelio, Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo, sino que se
quedaba fuera, en lugares solitarios. Lo que quiere mostrar el evangelista es
que Jesús no quería ser confundido con un curandero mágico como tantos que
explotan a la gente con fines de lucro personal.
El
relato de la curación del leproso es una muestra de la compasión de Dios
revelada en Jesús, que llega hasta compartir Él mismo la suerte de los
marginados, pues también a Él se le discrimina y se le rechaza por dejar que
ellos se le acerquen. ¿Cuál es nuestra actitud con respecto a los que sufren?
Hay situaciones que pueden ser resultado de comportamientos de los que son
responsables quienes las padecen, pero también puede haber otras causas, y de
cualquier forma todo ser humano que sufre y reconoce su necesidad de salvación
tiene derecho a ser tratado con compasión. ¿Es nuestra actitud discriminadora y
excluyente como la de quienes se consideran mejores que los demás, o
misericordiosa como la de Jesús?
Conclusión
Este
domingo 11 de febrero coincide con la fecha en que el calendario católico
conmemora la aparición de María santísima a una humilde pastora en Lourdes, al
sur de Francia. Por esto mismo en esta fecha se nos invita a pedir muy
especialmente por los enfermos, muchos de los cuales, movidos por la fe, acuden
al Santuario de Nuestra Señora de Lourdes para invocar su intercesión ante el
poder sanador de Jesús. Oremos pues hoy por todos los enfermos, unidos en la
fe, la esperanza y la caridad.
El
mensaje del Domingo
Gabriel
Jaime Pérez Montoya, S.J.