¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio,
en este lunes de la 1ª. Semana de Cuaresma.
Dos nos bendice...
1) Oración inicial
Conviértenos a ti, Dios Salvador nuestro;
ilumínanos con la luz de tu palabra, para que la celebración de esta Cuaresma
produzca en nosotros sus mejores frutos. Por nuestro Señor.
2) Lectura del Evangelio según San
Mateo 25,31-46.
Jesús dijo a sus discípulos: "Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: 'Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver'. Los justos le responderán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?'. Y el Rey les responderá: 'Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo'. Luego dirá a los de su izquierda: 'Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron'. Estos, a su vez, le preguntarán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?'. Y él les responderá: 'Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo'. Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna".
3) Reflexión
• El Evangelio de Mateo presenta a Jesús como el
nuevo Moisés. Como Moisés, Jesús promulgó la Ley de Dios. Como la antigua Ley,
así la nueva ley dada por Jesús tiene cinco libros o discursos. El Sermón del
Monte (Mt 5,1 a 7,27), el primer discurso, se abre con las ocho
bienaventuranzas. El Sermón de la Vigilancia (Mt 24,1 a 25,46), el quinto y
último se cierra con la descripción del Juicio Final. Las bienaventuranzas
describen la puerta de entrada para el Reino de Dios, enumerando ocho
categorías de personas: los pobres de espíritu, los mansos, los afligidos, los
que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los de corazón
limpio, los promotores da paz y los perseguidos por causa de la justicia (Mt
5,3-10). La parábola del Juicio Final cuenta lo que debemos hacer para poder
tomar posesión del Reino: acoger a los hambrientos, a los sedientos, a los
extranjeros, a los desnudos, a los enfermos y presos (Mt 25,35-36). Tanto en el
comienzo como al final de la Nueva Ley, están los excluidos y los
marginados.
• Mateo 25,31-33: Apertura del Juicio Final. El
Hijo del Hombre reúne a su alrededor a las naciones del mundo. Separa a las
personas como el pastor separa a las ovejas de los cabritos. El pastor sabe
discernir. El no se equivoca: las ovejas a la derecha, los cabritos a la
izquierda. El sabe discernir a los buenos y a los malos. Jesús no juzga, ni
condena (cf. Jn 3,17; 12,47). El apenas separa. Es la persona misma la que
juzga o se condena por la manera como se porta en relación con los pequeños y
los excluidos.
• Mateo 25,34-36: La sentencia para los que están a
la derecha del Juez. Los que están a su derecha son llamados “¡Benditos de mi
Padre!”, esto es, reciben la bendición que Dios prometió a Abrahán y a su
descendencia (Gen 12,3). Ellos son convidados a tomar posesión del Reino,
preparado para ellos desde la fundación del mundo. El motivo de la sentencia es
éste: "Tuve hambre y sed, era extranjero, estaba desnudo, enfermo y preso,
y ustedes me acogieron y ayudaron”. Esta frase nos hace saber quiénes son las
ovejas. Son las personas que acogieron al Juez cuando éste estaba hambriento,
sediento, extranjero, desnudo, enfermo y peso. Y por el modo de hablar "mi
Padre" e "Hijo del Hombre", sabemos que el Juez es Jesús mismo.
¡El se identifica con los pequeños!
• Mateo 25,37-40: Una demanda de
esclarecimiento y la respuesta del Juez: Los que acogen a los excluidos son
llamados “justos”. Esto significa que la justicia del Reino no se alcanza
observando normas y prescripciones, pero sí acogiendo a los necesitados. Pero
lo curioso es que los justos no saben cuándo fue que acogieron a Jesús
necesitado. Jesús responde: "¡Toda vez que lo hicisteis a uno de estos
hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis!" ¿Quiénes son estos
"hermanos míos más pequeños"? En otros pasajes del Evangelio de
Mateo, las expresiones "hermanos míos" y "pequeñuelos"
indican a los discípulos (Mt 10,42; 12,48-50; 18,6.10.14; 28,10). Indican
también a los miembros más abandonados de la comunidad, a los despreciados que
no tienen a dónde ir y que no son bien recibidos (Mt 10,40). Jesús se
identifica con ellos. Pero no es sólo esto. En el contexto tan amplio de esta
parábola final, la expresión "mis hermanos más pequeños" se alarga e
incluye a todos aquellos que en la sociedad no tienen lugar. Indica a todos los
pobres. Y los "justos" y los "benditos de mi Padre" son
todas las personas de todas las naciones que acogen al otro en total gratuidad,
independientemente del hecho de ser cristiano o no.
• Mateo 25,41-43: La sentencia para los que están a
su izquierda. Los que están del otro lado del Juicio son llamados “malditos” y
están destinados al fuego eterno, preparado por el diablo y los suyos. Jesús
usa el lenguaje simbólico común de aquel tiempo para decir que estas personas
no van a entrar en el Reino. Y aquí también el motivo es uno sólo: no acogieron
a Jesús hambriento, sediento, extranjero, desnudo, enfermo y preso. No es Jesús
que nos impide entrar en el Reino, sino nuestra práctica de no acoger al otro,
la ceguera que nos impide ver a Jesús en los pequeños.
• Mateo 25,44-46: Un pedido de aclaración y la
respuesta del Juez. El pedido de esclarecimiento muestra que se trata de gente
que se porta bien, personas que tienen la conciencia en paz. Están seguras de
haber practicado siempre lo que Dios les pedía. Por eso se extrañan cuando el
Juez dice que no lo acogieron. El Juez responde: “¡Todas las veces que no
hicieron esto a unos de estos pequeños, conmigo dejasteis de hacerlo!” ¡La
omisión! ¡No hicieron más! Apenas dejaron de practicar el bien a los pequeños y
acoger a los excluidos. Y sigue la sentencia final: estos van para el fuego
eterno, y los justos van para la vida eterna. ¡Así termina el quinto libro de
la Nueva Ley!
4) Para la reflexión personal
• ¿Qué es lo que más te ha llamado la atención en
la parábola del Juicio Final?
• Párate y piensa: si el Juicio final fuera hoy,
¿tú estarías del lado de las ovejas o de los cabritos?
5) Oración final
Los preceptos de Yahvé son
rectos,
alegría interior;
el mandato de Yahvé es límpido,
ilumina los ojos. (Sal 19,9)
alegría interior;
el mandato de Yahvé es límpido,
ilumina los ojos. (Sal 19,9)
Tomado de: http://ocarm.org/es/content/lectio/lectio-divina-mateo-2531-46 Orden de los Carmelitas.