miércoles, 11 de febrero de 2015

María nos pide hacer lo que nos diga Jesús

¡Amor y paz!

Hoy hacemos un alto voluntario en nuestra lectura continua del Evangelio según san Marcos, dado que hace 157 años, cuatro años después de la proclamación de su Inmaculada Concepción, la Santísima Virgen se apareció en repetidas ocasiones a la humilde joven santa María Bernarda Soubirous en los montes Pirineos, junto al río Gave, en la gruta de Massabielle, cerca de Lourdes, Francia.

Para conmemorar ese hecho y honrar a la Virgen Santísima se celebra hoy la memoria de Nuestra Señora la Virgen María de Lourdes, a quien pedimos su intercesión.

Dios nos bendice…

Evangelio según San Juan 2, 1-11
En aquel tiempo había una boda en Caná de Galilea y la madre de Jesús estaba allí; Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino y la madre de Jesús dijo:
«No les queda vino».
Jesús le contestó:
«Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora».
Su madre dijo a los sirvientes:
«Hagan lo que él diga».
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dijo:
«Llenen las tinajas de agua».
Y las llenaron hasta arriba. Entonces les mandó:
«Sáquenla ahora y llévensela al mayordomo».
Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí sabían, pues habían sacado el agua); entonces llamo al novio y le dijo:
«Todo el mundo pone primero el vino bueno, y cuando ya están bebidos, el peor; tú en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora».
Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria y creció la fe de sus discípulos en Él.
Comentario


Las apariciones no fueron fáciles de aceptar. Una distancia respetuosa o una indiferencia de hielo fueron la común respuesta a las propuestas de esta campesinita, que decía pedir, de parte del Cielo, que se edificara una gran iglesia en honor de la Madre de Dios. No faltaron los agravios y los insultos contra Bernadette pero ellos fueron ocasión para que se mostrara tanto su sinceridad y humildad como su deseo total de ser fiel a lo que la Virgen le había pedido, sin quitar nada ni agregar nada.

Más que una anécdota del pasado

Y sin embargo, el mensaje de Lourdes trasciende el tiempo, como bien lo demuestran estos más de 150 años. No es que la Virgen haya dado "otro" Evangelio sino que su presencia bellísima nos deja intuir por un momento el esplendor de la gracia y la hermosura de una vida según el plan de Dios. A menudo pasa que reducimos el mensaje de Cristo sólo a una serie de restricciones y permisos, y se nos escapa que Él ha venido a traer vida y que creer es siempre el fruto de un encuentro personal con él mismo. Esa vida divina no es una abstracción: es plenamente visible en las buenas obras de los fieles cristianos y es espectacularmente visible en una experiencia mística como la que tuvo Bernadette.

Lourdes trae a nuestras vidas, además, varias invitaciones concretas y siempre actuales. Ante todo, la oración, por supuesto, que es precisamente el camino ordinario para aquel encuentro de corazones que es la sustancia de la vida de la gracia en nosotros. Luego, la necesidad de la penitencia y la conversión, que no son sino prolongación del ministerio mismo de Cristo, pues este empezó su propia misión llamando al arrepentimiento. Y luego, los bienes inmensos de una vida sencilla y de un corazón humilde. La misma escogencia de Bernadette así lo testifica.

La Virgen María, aliada nuestra

Lourdes es quizás el santuario mariano más popular en el mundo católico. Muchos se preguntan si ello no pone en peligro la centralidad de Cristo, a quien la Biblia llama "único Mediador" entre Dios y los hombres (1 Timoteo 2,5). Y sí, es verdad que la figura de María puede convertirse en una especie de ídolo o el culto mariano puede desfigurarse, pero ¿no es eso lo mismo que puede suceder con cualquiera de los bienes que Dios nos ha dado? La Sagrada Escritura es un bien inmenso pero, ¿no se ha usado para justificar lo injustificable? La culpa no la tiene la Biblia ni la culpa la tiene María.

María en realidad nos ayuda a llegar a Cristo. Como bien dice San Luis Ma. Grignon de Montfort, la Santa Virgen fue el camino que Dios escogió para darnos a Jesús; es apenas normal que nosotros encontremos a Jesús guiados por Ella. Además, ¿no es Ella la persona que mejor conoce y ama a Jesucristo? ¿No es su más perfecta discípula? ¿No es en su Corazón Inmaculado donde se encuentra la biblioteca de amor más completa de toda la creación?

http://fraynelson.com/homilias.html.