¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este sábado de la
10ª semana del Tiempo Ordinario.
Dios nos bendice...
LECTIO DIVINA: MATEO
5,33-37
Lectio:
Sábado, 16 junio, 2018
Tiempo Ordinario
1) ORACIÓN INICIAL
¡Oh Dios!, fuente de todo
bien, escucha sin cesar nuestras súplicas; y concédenos, inspirados por ti,
pensar lo que es recto y cumplirlo con tu ayuda. Por nuestro Señor.
2) LECTURA
Del santo Evangelio según
Mateo 5,33-37
«Habéis oído también que
se dijo a los antepasados: No perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus
juramentos. Pues yo os digo que no juréis en modo alguno: ni por el Cielo,
porque es el trono de Dios, ni por la Tierra, porque es el escabel de sus pies;
ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran rey. Ni tampoco jures por tu
cabeza, porque ni a uno solo de tus cabellos puedes hacerlo blanco o negro. Sea
vuestro lenguaje: `Sí, sí' `no, no': que lo que pasa de aquí viene del Maligno.
3) REFLEXIÓN
• En el evangelio de hoy,
Jesús hace la relectura del mandamiento: “No jurar el falso”. Y aquí también,
va más allá de la letra, busca el espíritu de la ley y trata de indicar el
objetivo último de este mandamiento: alcanzar la trasparencia total en la
relación entre las personas. Aquí vale aplicar lo que ya dijimos respecto de
los mandamientos: “No matar” y “No cometer adulterio”. Se trata de una nueva
manera de interpretar y poner en práctica la Ley de Moisés desde la nueva
experiencia de Dios como Padre/Madre que Jesús nos trae. Jesús relee la ley a
partir de la intención que Dios tenía al proclamarla, siglos atrás, en el Monte
Sinaí.
• Mateo 5,33: Se dijo a
los antepasados: No perjurarás. La ley del AT decía: “No jures en falso”. Y
aumentaba diciendo que la persona tiene que cumplir con sus juramentos para con
el Señor (cf. Núm 30,2). En la oración de los salmos se dice que solamente
puede subir a la montaña de Yavé y llegar al lugar santo “aquel que tiene las
manos inocentes y el corazón puro, que no confía en los ídolos, ni hace
juramento para engañar” (Sal 24,4). Lo mismo se dice en diversos otros puntos
del AT (Ecl 5,3-4), pues tiene que poder confiar en las palabras del otro. Para
favorecer esta confianza mutua, la tradición había inventado una ayuda al
juramento. Para dar fuerza a su palabra, la persona juraba por alguien o por
algo que era mayor que ella y que podría llegar a castigarla en caso de que no
cumpliera lo que prometió. Y así es hasta hoy. Tanto en la iglesia como en la
sociedad, hay momentos y ocasiones en que se exigen juramentos solemnes de las
personas. En el fondo, el juramento es la expresión de la convicción de que
nunca se puede confiar enteramente en la palabra del otro.
• Mateo 5,34-36: Pues yo
os digo que no juréis en modo alguno. Jesús quiere sanar esta deficiencia. No
basta “no jurar el falso”. Va más allá y afirma: “Pues yo os digo que no juréis
en modo alguno: ni por el Cielo, porque es el trono de Dios, ni por la Tierra,
porque es el escabel de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del
gran rey. . Ni tampoco jures por tu cabeza, porque ni a uno solo de tus
cabellos puedes hacerlo blanco o negro.. Juraban por el cielo, por la tierra,
por la ciudad de Jerusalén, por la propia cabeza. Jesús muestra que todo esto
es remedio que no cura el dolor de la falta de trasparencia en la relación
entre personas. ¿Cuál es la solución que propone?
• Mateo 5,37: Sí, sí. No,
no. La solución que Jesús propone es ésta: “Diga apenas 'sí', cuando es 'sí'; y
'no', cuando es 'no'. Que lo que pasa de aquí viene del Maligno". El
propone la honradez total y radical. Nada más que esto. Lo que pasa de aquí,
viene del Maligno . Aquí, de nuevo, nos encontramos ante un objetivo que
quedará siempre ante nosotros y que nunca llegaremos a cumplir del todo. Es
otra expresión del nuevo ideal de justicia que Jesús propone: Sed perfectos
como el Padre celestial es perfecto” (Mt 5,48). Jesús elimina desde la raíz
cualquier intento de crear en mí la convicción de que me salvo por mi
observancia de la ley. Nadie podrá merecer la gracia de Dios. Ya no sería
gracia. Observamos la Ley, no para merecer la salvación, sino para agradecer de
corazón la inmensa bondad gratuita de Dios que nos acoge, perdona y salva sin
algún merecimiento de nuestra parte.
4) PARA LA REFLEXIÓN
PERSONAL
• ¿Cómo es mi observancia
de la ley?
• Alguna vez, ¿he
experimentado en mi vida algo de la bondad gratuita de Dios?
5) ORACIÓN FINAL
Bendigo al Señor, que me
aconseja;
aun de noche me instruye la conciencia;
tengo siempre presente al Señor,
con Él a mi derecha no vacilo. (Sal 16,7-8)
aun de noche me instruye la conciencia;
tengo siempre presente al Señor,
con Él a mi derecha no vacilo. (Sal 16,7-8)
Orden de los Carmelitas