¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios y el comentario,
en esteJueves
después de Ceniza.
Dios
nos bendice...
Primera lectura
Lectura del libro del
Deuteronomio (30,15-20):
MOISÉS habló al pueblo, diciendo:
«Mira: hoy pongo delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal. Pues yo te mando hoy amar al Señor, tu Dios, seguir sus caminos, observar sus preceptos, mandatos y decretos, y así vivirás y crecerás y el Señor, tu Dios, te bendecirá en la tierra donde vas a entrar para poseerla.
Pero, si tu corazón se aparta y no escuchas, si te dejas arrastrar y te postras ante otros dioses y les sirves, yo os declaro hoy que moriréis sin remedio; no duraréis mucho en la tierra adonde tú vas a entrar para tomarla en posesión una vez pasado el Jordán.
Hoy cito como testigos contra vosotros al cielo y a la tierra. Pongo delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Elige la vida, para que viváis tú y tu descendencia, amando al Señor, tu Dios, escuchando su voz, adhiriéndote a él, pues él es tu vida y tus muchos años en la tierra que juró dar a tus padres, Abrahán, Isaac y Jacob».
Palabra de Dios
MOISÉS habló al pueblo, diciendo:
«Mira: hoy pongo delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal. Pues yo te mando hoy amar al Señor, tu Dios, seguir sus caminos, observar sus preceptos, mandatos y decretos, y así vivirás y crecerás y el Señor, tu Dios, te bendecirá en la tierra donde vas a entrar para poseerla.
Pero, si tu corazón se aparta y no escuchas, si te dejas arrastrar y te postras ante otros dioses y les sirves, yo os declaro hoy que moriréis sin remedio; no duraréis mucho en la tierra adonde tú vas a entrar para tomarla en posesión una vez pasado el Jordán.
Hoy cito como testigos contra vosotros al cielo y a la tierra. Pongo delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Elige la vida, para que viváis tú y tu descendencia, amando al Señor, tu Dios, escuchando su voz, adhiriéndote a él, pues él es tu vida y tus muchos años en la tierra que juró dar a tus padres, Abrahán, Isaac y Jacob».
Palabra de Dios
Salmo
Sal 1
R/. Dichoso el hombre
que ha puesto su confianza en el Señor
V/. Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R/.
V/. Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R/.
V/. No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R/.
R/. Dichoso el hombre
que ha puesto su confianza en el Señor
V/. Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R/.
V/. Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R/.
V/. No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R/.
Evangelio
Lectura del santo
evangelio según san Lucas (9,22-25):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día».
Entonces decía a todos:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se arruina a sí mismo?».
Palabra del Señor
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día».
Entonces decía a todos:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se arruina a sí mismo?».
Palabra del Señor
Comentario
1.1 Dios
nos invita a elegir y a la vez nos apremia a tomar una determinada opción.
Parece contradictorio: el Dios que me hizo capaz de bien y de mal luego me
invita a que elija el bien y rechace el mal. Tal vez por eso algún
existencialista dijo que el hombre estaba "condenado" a ser libre.
¿Por qué Dios, que sabe cuál es mi bien, abre para mí la tremenda posibilidad
de no elegir ese bien?
1.2 Es
que el bien no es en primer lugar una "cosa" que hacemos, sino
aquello que somos, aquello que alcanzamos ser a través de los que decimos,
pensamos, optamos y vivimos. Es verdad que existe el bien forzoso, que a su
modo "practican" los planetas, siguiendo rígidamente sus órbitas, o
las plantas, cumpliendo las leyes de la biología, o los animales, obedeciendo
sin protestas el curso de sus instintos. Esos bienes existen y tiene la altura
y cualidad de los seres que los realizan, pero no pueden elevarse de allí a la
consideración de su propio ser o de su propio obrar. Desconocen la majestad que
revelan en una armonía que les precede y les domina en silencio.
1.3 Algo
distinto quiso Dios para unos de sus seres, que somos precisamente nosotros.
Sólo en nosotros el pensamiento se levanta a la consideración de su propio
origen y de su último fin. Somos las únicas creaturas visibles que pueden decir
"no" a sus propios impulsos y detenerse a sí mismos en el curso de
los deseos que parecerían inevitables. ¿Has visto a un buey tomando la decisión
de ayunar? ¿Conoces conejos que, después de madura deliberación deciden no
tener más conejitos? ¿Escuchaste de alguna vaca que analizara juiciosamente si
el pasto debe ser su alimento por los siglos de los siglos?
1.4 Dios,
pues, nos ha creado con su poder, nos educa con su sabiduría y nos mueve con su
amor. Quiere hacer verdad y realidad en nosotros un bien nuevo, un bien inédito
entre las creaturas visibles: el bien de aquel que, en libertad, con lucidez y
amor, se levanta sobre sí mismo y saluda con gratitud a su Hacedor.
2.
Carga con tu Cruz
2.1 Mi
experiencia ha sido esta: que entender rectamente qué es eso de la propia cruz
es como otra cruz.
2.2 Y,
sin embargo, la palabra del Señor está ahí, y está para nuestra salvación:
"el que quiera venir en pos de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con
su cruz cada día y me siga". Es propia de Lucas esa expresión que da un
matiz particular a la enseñanza del Señor: cargue con su cruz "cada
día".
2.3 La
primera lectura nos invita a elegir; el evangelio de hoy también. El
Deuteronomio nos pide elegir la vida; el Evangelio, elegir la Cruz. Sin embargo,
es una misma elección, pues Jesús advierte: "el que quiera salvar su vida,
la perderá; pero el que pierda su vida por mí, ése la salvará. Pues, ¿de qué le
sirve a uno ganar todo el mundo, si se pierde o se arruina a sí mismo?"
(Lc 9,25). Elegir la vida es elegir a Cristo, y elegir a Cristo es elegir al
Crucificado.
2.4 ¿Cuál es mi cruz? Sólo puedo conocerlo y decirlo en relación con
la Cruz de Cristo. En esa Cruz veo dolor y amor; sufrimiento y paz; veo el
límite de las fuerzas humanas y los extremos de la piedad divina; encuentro
tragedia y providencia, abandono total y solidaridad sin límites; muerte que
acecha y vida que asoma. Son las señales de la Cruz de mi Señor; son las
señales de mi propia cruz.
http://fraynelson.com/homilias.html.
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