¡Amor y paz!
La Iglesia celebra hoy la fiesta de santa Teresa del Niño Jesús o Teresa de Lisieux (1873-1897).
La santa, callada, obediente, gris, débil de cuerpo, ni siquiera gozaba de buena reputación entre sus compañeras y sus superiores. Nunca hizo nada extraordinario, nunca se movió de su sitio, un convento cualquiera en un rincón de provincia; las estadísticas se estrellan en su figura: aquí no hay nada que contar, nada periodístico, llamativo, brillante.
Se limitó a seguir lo que ella llamaba el caminito, «la petite voie». Adorar, rezar, sufrir, trabajar, obedecer, encomendar. Su reino pertenece a lo invisible, a lo sobrenatural, y murió ignorada por todos.
La gran santa de los últimos siglos vivió de espaldas al relumbrón de la modernidad, conjurando con su entrega silenciosa el estruendo diabólico que nos rodea.
Sólo después de su muerte, su libro, Historia de un alma, y sus milagros la hicieron famosa, y la Iglesia la ha hecho patrona de las misiones (©Evangelizo.org 2001-2009).
Que ella interceda ante Dios por todos nosotros…
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves de la 26. Semana del Tiempo Ordinario.
Evangelio según San Lucas 10,1-12.
Después de esto, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir. Y les dijo: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Al entrar en una casa, digan primero: '¡Que descienda la paz sobre esta casa!'. Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; curen a sus enfermos y digan a la gente: 'El Reino de Dios está cerca de ustedes'. Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan: '¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca'. Les aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa ciudad.
COMENTARIO
a) Jesús se hace ayudar en su misión. Esta vez elige y envía a 72 discípulos (según algunos códices son 70: no importa mucho la diferencia) para que vayan de dos en dos a prepararle el camino.
Ante todo quiere que recen a Dios, pidiéndole que envíe obreros a recoger la cosecha, porque "la mies es mucha y los obreros pocos". Es hermosa la comparación de los braceros que trabajan en la siega. En otras ocasiones, Jesús habló de los pescadores que recogen una gran redada de peces.
A estos misioneros les da unos consejos parecidos a los que daba el miércoles de la semana pasada a los doce: sin alforjas ni sandalias, sin entretenerse por el camino saludando a uno y a otro, dispuestos a ser bien acogidos por algunos, y también avisados de que otros los rechazarán. Ellos, con eficacia y generosidad, deben seguir anunciando que el Reino de los cielos está cerca.
b) ¡Poneos en camino! La invitación va ahora para nosotros, para tantos cristianos, sucesores de aquellos 72, que intentamos colaborar en la evangelización de la sociedad, generación tras generación. Todo cristiano se debe sentir misionero. De forma distinta a los doce y sus sucesores, es verdad, pero con una entrega generosa a la misión que nos encomiende la comunidad.
Los que nos sentimos llamados a colaborar con Dios en la salvación del mundo, haremos bien en revisar las consignas que nos da Jesús:
- tenemos que rezar a Dios que siga suscitando vocaciones de laicos comprometidos, de religiosos, de ministros ordenados, para que se pueda realizar su obra salvadora con los niños, los jóvenes, la sociedad de nuestro tiempo, los mayores, los enfermos, los pueblos que no conocen a Cristo; ante todo, rezar, porque es Dios quien salva y quien anima a la Iglesia misionera;
- se nos avisa que vamos "como corderos en medio de lobos": no nos han prometido que seremos acogidos por todos;
- no debemos llevar demasiado equipaje, que nos estorbarla; un testigo de Jesús (la Iglesia) debe ser sobrio y mantenerse libre, para poder estar más disponible para la tarea fundamental;
- el encargo es tan urgente que no podemos perder el tiempo por el camino, en cosas superfluas: ciertamente no nos está diciendo Jesús que no saludemos a los demás: él, que siempre tenía tiempo para atender a todos; sino que no nos perdamos por caminos laterales, porque es urgente la tarea principal;
- lo importante es que vayamos anunciando: "está cerca de vosotros el Reino de Dios", y comunicando paz a las personas;
- si nos rechazan, tampoco tenemos que hundirnos, ni tomarnos la justicia por nuestra mano, condenando a derecha e izquierda: ya se encargará Dios, a su tiempo, del juicio. .
Jesús nos dice día tras día: ¡poneos en camino!, id, anunciad que el Reino de Dios está cerca. Sin pereza, con sencillez, con ánimo gratuito y no interesado, con serenidad en las dificultades, alegres por poder colaborar en la obra salvadora de Dios, como mensajeros de su paz.
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 128-132
www.mercaba.org