¡Amor
y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, a la manera de la lectio divina, en este 5º Domingo de Pascua (A).
Dios nos bendice...
Lectio Divina
Domingo, 10 de mayo de 2020
Una respuesta a las eternas preguntas del corazón del hombre
Juan 14, 1-12
1. Oración inicial
Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos
ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los
discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la
Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos
dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz , que parecía ser el final de
toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en
la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los
pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también
nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu
resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros
como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Tí, Jesús,
Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.
2. Lectura
a) Una clave de lectura:
Mientras haces la lectura, intenta escuchar como si estuvieras
presente en aquel encuentro último de Jesús con sus discípulos/as. Escucha sus
palabras como dirigidas a ti, hoy, en este momento.
b) Una división del capítulo 14 para ayudar a la lectura:
Jn 14, 1-4: ¡Nada te turbe!
Jn 14, 5-7. Pregunta de Tomás y respuesta de Jesús
Jn 14, 8-21: Pregunta de Felipe y respuesta de Jesús
Jn 14, 22-31: Pregunta de Judas Tadeo y respuesta de Jesús
Jn 14, 5-7. Pregunta de Tomás y respuesta de Jesús
Jn 14, 8-21: Pregunta de Felipe y respuesta de Jesús
Jn 14, 22-31: Pregunta de Judas Tadeo y respuesta de Jesús
c) El texto:
1-4: «No se turbe vuestro corazón. Creéis en
Dios: creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no,
os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os
haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo
estéis también vosotros. Y adonde yo voy sabéis el camino.»
5-7: Le dice Tomás: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto.»
8-12: Le dice Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta.» Le dice Jesús: «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: «Muéstranos al Padre»? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Al menos, creedlo por las obras. En verdad, en verdad os digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre.
5-7: Le dice Tomás: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto.»
8-12: Le dice Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta.» Le dice Jesús: «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: «Muéstranos al Padre»? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Al menos, creedlo por las obras. En verdad, en verdad os digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre.
3. Un momento de silencio orante
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar
nuestra vida.
4. Algunas preguntas
para ayudarnos en la reflexión personal.
a) ¿Qué palabras de Jesús te han llegado más al corazón? ¿Por qué?
b) ¿Qué huellas del rostro de Dios Padre, revelado por Jesús, aparecen en estos doce versículos?
c) ¿Qué nos revelan estos versículos sobre la relación de Jesús con el Padre?
d) ¿Qué nos dicen estos versículos sobre nuestra relación con Jesús y con el Padre?
e) ¿Cuáles son las "obras mayores" que podremos realizar según las palabras de Jesús?
f) Jesús dice: "En la casa de mi Padre hay muchas mansiones". ¿Qué significan estas afirmaciones hoy para nosotros?
g) ¿Qué problema o deseo aparece en las preguntas de Tomás y de Felipe?
b) ¿Qué huellas del rostro de Dios Padre, revelado por Jesús, aparecen en estos doce versículos?
c) ¿Qué nos revelan estos versículos sobre la relación de Jesús con el Padre?
d) ¿Qué nos dicen estos versículos sobre nuestra relación con Jesús y con el Padre?
e) ¿Cuáles son las "obras mayores" que podremos realizar según las palabras de Jesús?
f) Jesús dice: "En la casa de mi Padre hay muchas mansiones". ¿Qué significan estas afirmaciones hoy para nosotros?
g) ¿Qué problema o deseo aparece en las preguntas de Tomás y de Felipe?
5. Una clave de lectura
para aquellos que quieran profundizar más en el tema.
a) El Evangelio de Juan: un tejido hecho con tres hilos:
* La palabra texto quiere decir tejido.
Así, el texto del evangelio de Juan es como un bonito tejido, hecho con tres
hilos muy distintos y, al mismo tiempo, muy parecidos. Estos tres hilos se
combinan tan bien entre ellos que nos confudimos y, a veces, ni siquiera
percibimos cuándo se pasa de un hilo a otro.
a) El primer hilo: son los hechos de la vida de Jesús,
acaecidos por el año 30 d.C y recordados por testigos oculares, las personas
que han vivido con Jesús y que vieron las cosas que Él hizo y las palabras que
enseñó. Es el Jesús histórico, conservado en los testimonios del Discípulo
Amado (1 Jn 1, 1).
b) El segundo hilo: son los hechos y los problemas de la
vida de las comunidades de la segunda mitad del siglo primero. Partiendo de la
fe en Jesús y convencidas de la presencia del Resucitado en medio de ellas, las
comunidades han iluminado estos hechos y problemas con las palabras y los
gestos de Jesús. Así, por ejemplo, los litigios que tenían con los fariseos,
acabaron por influir profundamente la narración y la transmisión de las
discusiones entre Jesús y los fariseos.
c) El tercer hilo: son los comentarios hechos por el
evangelista. En algunos pasajes, nos resulta difícil percibir cuándo Jesús deja
de hablar y cuándo el evangelista comienza a hacer sus comentarios (Jn 2, 22;
3, 16-21; 7, 39; 12, 37-43; 20, 30-31).
* En los cinco capítulos que describen la despedida de Jesús (Jn 13 al
17), se nota la presencia de estos tres hilos: aquél en el que Jesús habla,
aquél en el que hablan las comunidades y aquél en el que habla el evangelista.
En estos capítulos los tres hilos están entrelazados de tal modo que el
conjunto se presenta como una composición de extraña belleza e inspiración,
donde es difícil distinguir qué es de uno y qué es de otro.
b) Los capítulos 13 al 17 del Evangelio de Juan:
* La larga conversación (Jn 13, 1 a 17, 26), que Jesús tuvo con sus
discípulos en la última cena, en la vigilia de su prendimiento y muerte, es el
Testamento que nos dejó. En él se expresa la última voluntad de Jesús respecto
a la vida en comunidad de sus discípulos/as. Era una conversación amistosa, que
quedó en la memoria del Discípulo Amado. Jesús, así quiere dar a entender el
evangelista, quería alargar al máximo este último encuentro de amistad, momento
de gran intimidad. Lo mismo sucede hoy. Hay modos y modos de conversar... Una
conversación superficial que lanza palabras al aire y que revela el vacío de
las personas, y hay una conversación que va profundamente al corazón. Todos
nosotros, alguna vez, tenemos estos momentos para compartir amistosamente, lo
cual ensancha el corazón y se convierte en fuerza cuando llega la dificultad.
Ayuda a tener confianza y a vencer el miedo.
* Estos cinco capítulos (Jn 13 a 17) son también un ejemplo de cómo la
comunidad del Discípulo Amado catequizaban. Las preguntas de los tres
discípulos, Tomás (Jn 14, 5), Felipe (Jn 14, 8) y Judas Tadeo (Jn 14, 22), eran
también las preguntas de las comunidades de finales del siglo primero. Las
respuestas de Jesús a los tres era un espejo en el que las comunidades
encontraban una repuesta a sus dudas y dificultades. Así, nuestro capítulo 14
era (y aún es hoy) una catequesis que enseña a las comunidades cómo vivir sin
la presencia física de Jesús.
c) El capítulo 14, 1-12: Una respuesta a las eternas preguntas del
corazón del hombre:
Juan 14, 1-4: Las comunidades
preguntaban: "¿Cómo vivir en
comunidad con ideas tan
distintas?". Jesús responde con una exhortación: "¡No se turbe
vuestro corazón! En la casa de mi Padre hay muchas moradas". La
insistencia en tener palabras de ánimo que sirviesen de ayuda para superar las turbaciones
y las divergencias, es signo de que debían existir tendencias muy distintas
entre las comunidades, queriendo una ser más verdadera que la otra. Jesús dice:
"¡En la casa de mi Padre hay muchas mansiones!". No es necesario que
todos piensen de la misma forma. Lo que importa es que todos acepten a Jesús
como revelación del Padre y que, por amor suyo, tengan actitudes de servicio y
de amor. Amor y servicio son el cemento que pega entre sí los ladrillos de la
pared y hace que las distintas comunidades se conviertan en una Iglesia sólida
de hermanos y hermanas.
Juan 14, 5-7: Tomás pregunta: "Señor,
no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos conocer el camino? Jesús responde:
"¡Yo soy el camino, la verdad y la vida!". Tres palabras importantes.
Sin camino, no se camina. Sin verdad, no se acierta. ¡Sin vida, sólo hay
muerte! Jesús explica el sentido. Él mismo es el camino,
porque "Nadie va al Padre sino por mí". Ya que, Él es la puerta, por
la que las ovejas entran y salen (Jn 10, 9). Jesús es la verdad,
porque mirándole a él, vemos la imagen del Padre. "¡Si me conocéis a mí,
conoceréis también a mi Padre!". ¡Jesús es la vida,
porque caminando como Jesús ha caminado, estaremos unidos al Padre y tendremos
la vida en nosotros!
Juan 14, 8-11: Felipe pide: Le
dice Felipe: "Señor, muéstranos al Padre y nos basta". Jesús le
responde: "¡El que me ha visto a mí, ha visto al Padre!". Felipe ha
expresado un deseo que era el de muchas personas de la comunidad de Juan y
continúa siendo el deseo de todos nosotros: ¿qué debo hacer para ver al Padre
del que tanto habla Jesús? La respuesta de Jesús es muy bella: "¿Tanto
tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces, Felipe? El que me ha visto
a mí, ha visto al Padre". No tenemos que pensar que Dios sea lejano, como
alguien distante y desconocido. Quien quiera saber cómo es y quién es Dios
Padre, le basta mirar a Jesús. ¡Él lo ha revelado en las palabras y en los
gestos de su vida! "Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí". Por
su forma de ser Jesús revelaba un rostro nuevo de Dios que atraía al pueblo. A
través de su obediencia, estaba totalmente identificado con el Padre. En cada
momento hacía lo que el Padre le mostraba hacer (Jn 5, 30; 8, 28-29.38). ¡Por
eso, en Jesús todo es revelación del Padre! ¡Y, los signos y obras que realiza son
las obras del Padre! De la misma manera, nosotros, en nuestro modo de vivir y
de compartir, tenemos que ser una revelación de Jesús. El que nos ve, tiene que
poder ver y reconocer en nosotros algo de Jesús.
Lo que es importante meditar aquí es preguntarme: "¿Qué imagen me hago de
Jesús?". ¿Soy como Pedro que no aceptaba un Jesús siervo y sufriente y
quería un Jesús a su propia medida? (Mc 8, 32-33). ¿Soy como aquéllos que saben
decir sólo?: "¡Señor! ¡Señor! (Mt 7, 21). ¿Soy como aquéllos que quieren
sólo un Cristo celeste y glorioso y olvidamos a Jesús de Nazaret que caminaba
con los pobres, acogía a los marginados, curaba a los enfermos, reinsertaba a
los excluidos y que, por causa de este compromiso con el pueblo y con el Padre,
fue perseguido y matado.
Juan 14, 12: La promesa de Jesús. Jesús
afirma que su intimidad con el Padre no es un privilegio sólo de él, sino que
es posible para todos nosotros que creemos en Él. A través de Él, podemos
llegar a hacer las mismas cosas que Él hacía por el pueblo de su tiempo. Él
intercederá por nosotros. Todo lo que le pedimos, él se lo pedirá al Padre y lo
obtendrá, con tal que sea para servir (Jn 14, 13).
6. Salmo 43 (42)
"Tu luz y tu verdad me guiarán por el camino"
Como anhela la cierva los arroyos,
así te anhela mi ser, Dios mío.
Mi ser tiene sed de Dios,
del Dios vivo;
¿cuándo podré ir a ver
el rostro de Dios?
Son mis lágrimas mi pan
de día y de noche,
cuando me dicen todo el día:
«¿Dónde está tu Dios?».
El recuerdo me llena de nostalgia:
cuando entraba en la Tienda admirable
y llegaba hasta la Casa de Dios,
entre gritos de acción de gracias
y el júbilo de los grupos de romeros.
¿Por qué desfallezco ahora
y me siento tan azorado?
Espero en Dios, aún lo alabaré:
¡Salvación de mi rostro, Dios mío!
Me siento desfallecer,
por eso te recuerdo,
desde el Jordán y el Hermón
a ti, montaña humilde.
Un abismo llama a otro abismo
en medio del fragor de tus cascadas,
todas tus olas y tus crestas
han pasado sobre mí.
De día enviará Yahvé su amor,
y el canto que me inspire por la noche
será oración al Dios de mi vida.
Diré a Dios: Roca mía,
¿por qué me olvidas?,
¿por qué he de andar sombrío
por la opresión del enemigo?
Me rompen todos los huesos
los insultos de mis adversarios,
todo el día repitiéndome:
¿Dónde está tu Dios?
¿Por qué desfallezco ahora
y me siento tan azorado?
Espero en Dios, aún lo alabaré:
¡Salvación de mi rostro, Dios mío!
así te anhela mi ser, Dios mío.
Mi ser tiene sed de Dios,
del Dios vivo;
¿cuándo podré ir a ver
el rostro de Dios?
Son mis lágrimas mi pan
de día y de noche,
cuando me dicen todo el día:
«¿Dónde está tu Dios?».
El recuerdo me llena de nostalgia:
cuando entraba en la Tienda admirable
y llegaba hasta la Casa de Dios,
entre gritos de acción de gracias
y el júbilo de los grupos de romeros.
¿Por qué desfallezco ahora
y me siento tan azorado?
Espero en Dios, aún lo alabaré:
¡Salvación de mi rostro, Dios mío!
Me siento desfallecer,
por eso te recuerdo,
desde el Jordán y el Hermón
a ti, montaña humilde.
Un abismo llama a otro abismo
en medio del fragor de tus cascadas,
todas tus olas y tus crestas
han pasado sobre mí.
De día enviará Yahvé su amor,
y el canto que me inspire por la noche
será oración al Dios de mi vida.
Diré a Dios: Roca mía,
¿por qué me olvidas?,
¿por qué he de andar sombrío
por la opresión del enemigo?
Me rompen todos los huesos
los insultos de mis adversarios,
todo el día repitiéndome:
¿Dónde está tu Dios?
¿Por qué desfallezco ahora
y me siento tan azorado?
Espero en Dios, aún lo alabaré:
¡Salvación de mi rostro, Dios mío!
Hazme justicia, oh Dios,
defiende mi causa
contra gente sin amor;
del hombre traidor
y falso líbrame.
Tú eres el Dios a quien me acojo:
¿por qué me has rechazado?,
¿por qué he de andar sombrío
por la opresión del enemigo?
Envía tu luz y tu verdad,
ellas me escoltarán,
me llevarán a tu monte santo,
hasta entrar en tu Morada.
Y llegaré al altar de Dios,
al Dios de mi alegría.
Te alabaré gozoso con la cítara,
oh Dios, Dios mío.
¿Por qué desfallezco ahora
y me siento tan azorado?
Espero en Dios, aún lo alabaré:
¡Salvación de mi rostro, Dios mío!
defiende mi causa
contra gente sin amor;
del hombre traidor
y falso líbrame.
Tú eres el Dios a quien me acojo:
¿por qué me has rechazado?,
¿por qué he de andar sombrío
por la opresión del enemigo?
Envía tu luz y tu verdad,
ellas me escoltarán,
me llevarán a tu monte santo,
hasta entrar en tu Morada.
Y llegaré al altar de Dios,
al Dios de mi alegría.
Te alabaré gozoso con la cítara,
oh Dios, Dios mío.
¿Por qué desfallezco ahora
y me siento tan azorado?
Espero en Dios, aún lo alabaré:
¡Salvación de mi rostro, Dios mío!
7. Oración final
Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor
la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos
comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que
nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en
práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del
Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén
Orden
de los Carmelitas