¡Amor y paz!
¡Somos tan poco generosos!
Tasamos milimétricamente nuestros sentimientos y buenas acciones y las
devolvemos tal para cual y entonces amamos a quienes nos aman, hacemos el bien
a quien nos lo hace y prestamos sólo a quien nos puede devolver. Una actitud calculada,
descorazonada, fría.
Al cristiano se nos pide
aquello que nos hace diferentes: amar a los enemigos, hacer el bien a quien nos
odia, bendecir a quien nos maldice, rogar por quien nos difama. Y no puede haber
mayor ejemplo para imitar: la misericordia de Dios.
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves de la XXIII Semana del Tiempo Ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 6,27-38.
Pero yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian. Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman. Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el manto, no le niegues la túnica. Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames. Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes. Si aman a aquellos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a aquellos que los aman. Si hacen el bien a aquellos que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores. Y si prestan a aquellos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo. Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque él es bueno con los desagradecidos y los malos. Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes".
Comentario
Son muchos los pasos de
las enseñanzas de Cristo que ponen de manifiesto el amor-misericordia bajo un
aspecto siempre nuevo. Basta tener ante los ojos al Buen Pastor en busca de la
oveja extraviada (Mt 18, 12s; Lc 15, 3s) o la mujer que barre la casa buscando
la dracma perdida (Lc 15, 8s). El evangelista que trata con detalle estos temas
en las enseñanzas de Cristo es san Lucas, cuyo evangelio ha merecido ser
llamado «el evangelio de la misericordia»…
Cristo,
al revelar el amor-misericordia de Dios, exigía al mismo tiempo a los hombres
que a su vez se dejasen guiar en su vida por el amor y la misericordia. Esta
exigencia forma parte del núcleo mismo del mensaje mesiánico y constituye la
esencia del ethos evangélico. El Maestro lo expresa bien sea a través del
mandamiento definido por él como « el más grande» (Mt 22,38), bien en forma de
bendición, cuando en el discurso de la montaña proclama: «Bienaventurados los
misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia» (Mt 5,7).
De
este modo, el mensaje mesiánico acerca de la misericordia conserva una
particular dimensión divino-humana. Cristo —en cuanto cumplimiento de las
profecías mesiánicas—, al convertirse en la encarnación del amor que se
manifiesta con peculiar fuerza respecto a los que sufren, a los infelices y a
los pecadores, hace presente y revela de este modo más plenamente al Padre, que
es Dios « rico en misericordia » (Ef 2, 4). Asimismo, al convertirse para los
hombres en modelo del amor misericordioso hacia los demás, Cristo proclama con
las obras, más que con las palabras, la apelación a la misericordia que es una
de las componentes esenciales del ethos evangélico. En este caso no se trata
sólo de cumplir un mandamiento o una exigencia de naturaleza ética, sino
también de satisfacer una condición de capital importancia, a fin de que Dios
pueda revelarse en su misericordia hacia el hombre: ...los misericordiosos...
alcanzarán misericordia.
Beato
Juan Pablo II (1920-2005), papa
Carta encíclica "Dives in Misericordia", § 3 - Copyright © Libreria Editrice Vaticana
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2001-2013