¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio
y el comentario, en este jueves de la 2ºa semana del tiempo ordinario.
Dios nos bendice,..,.
Evangelio según San Mateo 24,42-51.
Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor. Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada. ¿Cuál es, entonces, el servidor fiel y previsor, a quien el Señor ha puesto al frente de su personal, para distribuir el alimento en el momento oportuno? Feliz aquel servidor a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo. Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes. Pero si es un mal servidor, que piensa: 'Mi señor tardará', y se dedica a golpear a sus compañeros, a comer y a beber con los borrachos, su señor llegará el día y la hora menos pensada, y lo castigará. Entonces él correrá la misma suerte que los hipócritas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.
Comentario
a) Nos quedan tres días de lectura del evangelio de
san Mateo. Y los tres tienen un mismo tema: el discurso «escatológico» de
Jesús, el quinto y último de los que Mateo nos ofrece en su evangelio,
organizando los dichos de Jesús (cf. lo que decíamos el lunes de la décima
semana).
El discurso escatológico se refiere a los
acontecimientos finales y, en concreto, a la actitud de vigilancia que debemos
tener respecto a la venida última de Jesús.
Hoy nos lo dice con dos comparaciones muy
expresivas: el ladrón puede venir en cualquier momento, sin avisar previamente;
el amo puede regresar a la hora en que los criados menos se lo esperan. En
ambos casos, la vigilancia hará que el ladrón o el amo nos encuentren
preparados.
b) Nos va bien que nos recomienden la vigilancia en
nuestra vida.
No es que sea inminente el fin del mundo, con la
aparición gloriosa de Cristo. Ni que necesariamente esté próxima nuestra
muerte. Pero es que la venida del Señor a nuestras vidas sucede cada día, y es
esta venida, descubierta con fe vigilante, la que nos hace estar preparados
para la otra, la definitiva. Toda la vida está llena de momentos de gracia,
únicos e irrepetibles. Los judíos no supieron reconocer la llegada del Enviado:
¿desperdiciamos nosotros otras ocasiones de encuentro con el Señor?
El estudiante estudia desde el principio de curso.
El deportista se esfuerza desde que empieza la etapa o el campeonato. El
campesino piensa en el resultado final ya desde la siembra. Aunque no sean
inminentes ni el examen ni la meta definitiva ni la cosecha. No es de
insensatos pensar en el futuro. Es de sabios. Día a día se trabaja el éxito
final. Día a día se vive el futuro y, si se aprovecha el tiempo, se hace
posible la alegría final.
«Estad en vela»: buena consigna para la Iglesia,
pueblo peregrino, pueblo en marcha, que camina hacia la Venida última de su
Señor y Esposo. Buena consigna para unos cristianos despiertos, que saben de
dónde vienen y a dónde van, que no se dejan arrastrar sin más por la corriente
del tiempo o de los acontecimientos, que no se quedan amodorrados por el
camino.
Estar en vela no significa vivir con temor, ni
menos con angustia, pero sí con seriedad. Porque todos queremos escuchar, al
final, las palabras de Jesús: «muy bien, siervo bueno y fiel, entra en el gozo
de tu Señor».
JOSÉ
ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 315-319
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 315-319