¡Amor y paz!
Siguiendo con su enseñanza
sobre la oración -anteayer la escucha de la palabra, ayer el Padrenuestro-, hoy
nos propone Jesús dos pequeños apólogos tomados de la vida familiar: el del
amigo impertinente y el del padre que escucha las peticiones de su hijo.
En los dos, nos asegura
que Dios atenderá nuestra oración. Si lo hace el amigo, al menos por la
insistencia del que le pide ayuda, y si lo hace el padre con su hijo, ¡cuánto
más no hará Dios con los que le piden algo! Jesús nos asegura: "vuestro
Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden", o sea, nos
dará lo mejor, su Espíritu, la plenitud de todo lo que le podemos pedir
nosotros (J.A.).
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el evangelio y el comentario, en este jueves de la XXVII Semana
del Tiempo Ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 11,5-13.
Jesús agregó: "Supongamos que alguno de ustedes tiene un amigo y recurre a él a medianoche, para decirle: 'Amigo, préstame tres panes, porque uno de mis amigos llegó de viaje y no tengo nada que ofrecerle', y desde adentro él le responde: 'No me fastidies; ahora la puerta está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme para dártelos'. Yo les aseguro que aunque él no se levante para dárselos por ser su amigo, se levantará al menos a causa de su insistencia y le dará todo lo necesario. También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre. ¿Hay entre ustedes algún padre que da a su hijo una piedra cuando le pide pan? ¿Y si le pide un pescado, le dará en su lugar una serpiente? ¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan".
Comentario
Jesús nos invita a
perseverar en nuestra oración, a dirigir confiadamente nuestras súplicas al
Padre. Y nos asegura que nuestra oración será siempre eficaz, será siempre
escuchada: "si vosotros sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto
más vuestro Padre celestial...?".
La eficacia consiste en
que Dios siempre escucha. Que no se hace el sordo ante nuestra oración. Porque
todo lo bueno que podamos pedir ya lo está pensando antes él, que quiere
nuestro bien más que nosotros mismos. Es como cuando salimos a tomar el aire o
nos ponemos al sol o nos damos un baño en el mar: nosotros nos ponemos en
marcha con esa intención, pero el aire y el sol y el agua ya estaban allí.
Cuando le pedimos a Dios que nos ayude -manifestando así nuestra debilidad y nuestra
confianza de hijos-, nos ponemos en sintonía con sus deseos, que son previos a
los nuestros.
Lucas tiene una variante
expresiva: Dios nos concederá su Espíritu Santo. Nos concederá el bien pleno
que él nos prepara, no necesariamente el que nosotros pedimos, que suele ser
muy parcial. Es como cuando Jesús pidió que "pasara de él este
cáliz", o sea, ser liberado de la muerte. En efecto, dice la Carta a los
Hebreos (Hb 5,7) que "fue escuchado", pero fue liberado de la muerte
a través de ella, después de experimentarla, no antes. Y así se convirtió en
causa de salvación para toda la humanidad. No sabemos cómo cumplirá Dios
nuestras peticiones. Lo que sí sabemos -nos lo asegura Jesús- es que nos
escucha como un Padre a sus hijos.
Podríamos leer hoy unas
páginas del Catecismo que nos pueden ayudar a entender en qué consiste la
eficacia de nuestra oración. Son las que dedica al "combate de la
oración", describiendo las objeciones a la oración en el mundo de hoy, por
ejemplo las "quejas por la oración no escuchada", a la vez que invita
a orar con confianza y perseverancia (números 2725-2745).
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 154-157
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 154-157