lunes, 18 de julio de 2011

¿Qué mayor milagro que la resurrección de Cristo?

¡Amor y paz!

El Evangelio nos plantea acerca del papel de los milagros en nuestra fe. Para creer en Jesús no necesitamos milagros nuevos. Los que nos cuenta el evangelio, sobre todo el de la resurrección del Señor, justifican plenamente nuestra fe y nos hacen alegrarnos de que Dios haya querido intervenir en nuestra historia enviándonos a su Hijo.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Lunes de la XVI Semana del Tiempo ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 12,38-42.
Entonces algunos escribas y fariseos le dijeron: "Maestro, queremos que nos hagas ver un signo". El les respondió: "Esta generación malvada y adúltera reclama un signo, pero no se le dará otro que el del profeta Jonás. Porque así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del pez, así estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra tres días y tres noches. El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay alguien que es más que Jonás. El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra esta generación y la condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay alguien que es más que Salomón.
 Comentario

-Algunos escribas y fariseos interpelaron a Jesús: "Maestro, queremos ver un signo hecho por ti".

Siempre estamos tentados de hacer a Dios esta pregunta.

Efectivamente, ¿por qué Dios no escribe claramente su Nombre en el cielo? ¿por qué no nos da una prueba manifiesta de su existencia... de manera que la duda resulte imposible?

¡Los ateos y los paganos se verían entonces obligados a inclinarse! ¡Y los fieles se tranquilizarían! ¿por qué Dios no hace este signo? Sencillamente, porque Dios no es lo que pensamos.

Si Dios se manifestara en un "signo del cielo" maravilloso, no sería ya el Dios que ha elegido ser: ese Dios, servidor de los hombres para merecer su amor. Dios no quiere quebrantar al hombre. No quiere obligar al hombre a fuerza de Poder y de maravillas. Dios ha querido respetar la libertad que dio al hombre. Dios ha elegido ganarse el amor del hombre, muriendo, en Cristo, por él.

Dios es un Dios de amor, y estamos siempre tentados a atribuirle otro papel.

-No se os dará otra señal que la de Jonás.

Jonás estuvo retenido tres días "en la muerte", luego fue salvado por Dios y enviado a Nínive para que predicase la conversión.

He ahí la única "señal" que Dios quiere dar:

-Así también el Hijo del hombre estará tres días en el seno de la tierra.

La "señal de Dios es:

La muerte de Jesús...

La resurrección de Jesús...

La conversión y la salvación de los paganos.

Es decir, el misterio pascual.

-En el juicio se alzarán los habitantes de Nínive... Y la reina de Saba... al mismo tiempo que esta generación, y harán que la condenen, pues ellos se arrepintieron con la predicación de Jonás, y hay algo más que Jonás aquí.

Nínive, capital de Asiria, era el símbolo de la ciudad pagana, llena de orgullo y corrupción. Jesús la pone como ejemplo a los fariseos que se tienen por justos y seguros de sí mismos: sí, algunos paganos están más cerca de Dios que ciertos fieles... Jesús anuncia que los paganos, al convertirse, ocuparán el lugar de los hijos de Israel, e incluso participarán en la sentencia final del Juicio.

Este signo de salvación que Dios ofrece a todos los hombres, a todas las razas, a todos aquellos que todavía no lo han oído... ¿somos capaces de reconocerlo a nuestro alrededor?

Pedimos "signos" a Dios. Nos los da; pero no sabemos verlos. No sabemos interpretarlos.

Quisiéramos nuestra clase de signos, que nosotros pudiéramos juzgar e interpretar, signos que correspondan a nuestras referencias y a nuestros deseos. Sin embargo el mundo y la historia están llenos de signos de Dios.

Uno de los objetivos de la "revisión de vida" es el de aprender los unos de los otros a ver y "leer los signos de Dios en los acontecimientos": Dios trabaja en el mundo... en el que el misterio pascual continúa realizándose.

Dios nos da signos; pero son signos discretos: se puede fácilmente pasar junto a ellos y no verlos.

¡Danos, Señor, ojos nuevos!

Noel Quesson
Palabra de Dios para cada día 2
Evang. de Pentecostés a Adviento
Edit. Claret/Barcelona 1983.Pág. 80 s.