viernes, 17 de mayo de 2013

El amor, requisito para que el discípulo realice su misión

¡Amor y paz!

El amor es la condición sine qua non para llevar a cabo la misión. Un cristiano no pude realizar su misión si no ama a Jesús, si no ama lo que éste le pide realizar y si no ama a la comunidad a la que ha de servir. Este parece ser el fondo del mensaje que nos transmite el Evangelio de hoy.

En efecto,  Jesús le pregunta tres veces a Pedro si lo ama y como en las tres ocasiones responde afirmativamente, el Señor le pide apacentar sus ovejas. Al final, le dice: ‘Sígueme’, que es lo mismo que decir: ‘Sé mi discípulo’.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el evangelio y el comentario, en este jueves de la  7ª. Semana de Pascua.

Dios los bendiga...

Evangelio según San Juan 21,15-19. 
Cuando terminaron de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?» Contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Jesús le dijo: «Apacienta mis corderos.» Le preguntó por segunda vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?» Pedro volvió a contestar: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Jesús le dijo: «Cuida de mis ovejas.» Insistió Jesús por tercera vez: «Simón Pedro, hijo de Juan, ¿me quieres?» Pedro se puso triste al ver que Jesús le preguntaba por tercera vez si lo quería y le contestó: «Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero.» Entonces Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas. En verdad, cuando eras joven, tú mismo te ponías el cinturón e ibas a donde querías. Pero cuando llegues a viejo, abrirás los brazos y otro te amarrará la cintura y te llevará a donde no quieras.» Jesús lo dijo para que Pedro comprendiera en qué forma iba a morir y dar gloria a Dios. Y añadió: «Sígueme.»
Comentario

El evangelio de Juan no es muy jerárquico. Es decir, no es muy amigo de ponderar ni en Pedro, ni en los Apóstoles su papel de autoridad en la iglesia. El modelo de iglesia que predomina en Juan es el de la comunidad guiada por el amor, a imitación de la Trinidad, así como el Padre y Jesús "son uno" por el Espíritu. Esto no significa que Juan desconozca el papel de la animación y coordinación apostólica. Pero lo sobresaliente en este evangelio es que tanto la autoridad como las personas dirigentes deben estar supeditadas al amor, la regla número uno de la comunidad de Jesús. El amor lo es todo y lo demás hay que ponerlo a su servicio. Se trata, pues, de una autoridad, al servicio del amor.

Este es el bello significado que tiene la perícopa de hoy. A lo largo de todo su evangelio, Juan no había hablado explícitamente de la autoridad de Pedro. Esta aparece en este capítulo 21, llamado el epílogo del Evangelio de Juan, considerado por los especialistas como una añadidura o complemento del evangelio original. Esto no deja de llamar la atención, pues ratifica, una vez más, la máxima importancia que el evangelista le da al tema del amor, para animar o coordinar a una comunidad.

Todas las iglesias primitivas cristianas son claras en expresar que Pedro tuvo el encargo directo, de parte de Jesús, de que animara la fe de todos los hermanos. Esto mismo lo tiene en cuenta Juan, pero con esta doble característica: supeditar la autoridad al amor-servicio, y dejar bien claro que esta autoridad conlleva las limitaciones de la debilidad humana. Por eso Pedro, el triple negador de Jesús, es sometido a una triple confesión de su amor por Jesús y a una triple petición de servir a sus hermanos. Quien entienda que su autoridad es compromiso con el servicio y es amor, no caerá en la tentación de convertir la autoridad en poder, cosa que tanto daño le hace a diario a la iglesia.

Servicio Bíblico Latinoamericano