¡Amor y paz!
El amor es la condición sine qua non para llevar a cabo la misión. Un
cristiano no pude realizar su misión si no ama a Jesús, si no ama lo que éste
le pide realizar y si no ama a la comunidad a la que ha de servir. Este parece
ser el fondo del mensaje que nos transmite el Evangelio de hoy.
En efecto, Jesús le pregunta tres veces a Pedro si lo
ama y como en las tres ocasiones responde afirmativamente, el Señor le pide apacentar
sus ovejas. Al final, le dice: ‘Sígueme’, que es lo mismo que decir: ‘Sé mi
discípulo’.
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el evangelio y el comentario, en este jueves de la 7ª. Semana de Pascua.
Dios los bendiga...
Evangelio según San Juan 21,15-19.
Cuando terminaron de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?» Contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Jesús le dijo: «Apacienta mis corderos.» Le preguntó por segunda vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?» Pedro volvió a contestar: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Jesús le dijo: «Cuida de mis ovejas.» Insistió Jesús por tercera vez: «Simón Pedro, hijo de Juan, ¿me quieres?» Pedro se puso triste al ver que Jesús le preguntaba por tercera vez si lo quería y le contestó: «Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero.» Entonces Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas. En verdad, cuando eras joven, tú mismo te ponías el cinturón e ibas a donde querías. Pero cuando llegues a viejo, abrirás los brazos y otro te amarrará la cintura y te llevará a donde no quieras.» Jesús lo dijo para que Pedro comprendiera en qué forma iba a morir y dar gloria a Dios. Y añadió: «Sígueme.»
Comentario
El evangelio de Juan no es
muy jerárquico. Es decir, no es muy amigo de ponderar ni en Pedro, ni en los
Apóstoles su papel de autoridad en la iglesia. El modelo de iglesia que
predomina en Juan es el de la comunidad guiada por el amor, a imitación de la
Trinidad, así como el Padre y Jesús "son uno" por el Espíritu. Esto
no significa que Juan desconozca el papel de la animación y coordinación
apostólica. Pero lo sobresaliente en este evangelio es que tanto la autoridad
como las personas dirigentes deben estar supeditadas al amor, la regla número
uno de la comunidad de Jesús. El amor lo es todo y lo demás hay que ponerlo a
su servicio. Se trata, pues, de una autoridad, al servicio del amor.
Este es el bello
significado que tiene la perícopa de hoy. A lo largo de todo su evangelio, Juan
no había hablado explícitamente de la autoridad de Pedro. Esta aparece en este
capítulo 21, llamado el epílogo del Evangelio de Juan, considerado por los
especialistas como una añadidura o complemento del evangelio original. Esto no
deja de llamar la atención, pues ratifica, una vez más, la máxima importancia
que el evangelista le da al tema del amor, para animar o coordinar a una
comunidad.
Todas las iglesias
primitivas cristianas son claras en expresar que Pedro tuvo el encargo directo,
de parte de Jesús, de que animara la fe de todos los hermanos. Esto mismo lo
tiene en cuenta Juan, pero con esta doble característica: supeditar la
autoridad al amor-servicio, y dejar bien claro que esta autoridad conlleva las
limitaciones de la debilidad humana. Por eso Pedro, el triple negador de Jesús,
es sometido a una triple confesión de su amor por Jesús y a una triple petición
de servir a sus hermanos. Quien entienda que su autoridad es compromiso con el
servicio y es amor, no caerá en la tentación de convertir la autoridad en
poder, cosa que tanto daño le hace a diario a la iglesia.
Servicio
Bíblico Latinoamericano
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