viernes, 19 de agosto de 2016

¿Has confesado que no amas a Dios con todo tu corazón?

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este viernes de la 20ª semana del tiempo ordinario.

Dios nos bendice...

Evangelio según San Mateo 22,34-40.
Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron con Él, y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?". Jesús le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas". 
Comentario

Siempre me ha parecido interesante que siendo el primero y el más importante de los mandamientos el “amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente” sean muy pocas las personas que acuden al sacramento de la reconciliación a reconocer que han fallado a este mandamiento.

Ciertamente como dice Jesús, al fallar a cualquiera de los otros mandamientos estamos fallando a estos dos, sin embargo esto pude ser un indicativo de que lugar ocupa Dios en nuestro corazón y la relación que llevamos con él. Si haces un recuento de las ultimas veces en que has acudido al sacramento, te darás cuenta de que la mayoría de las veces este está ocupado con alguna “falta recurrente”, que es el pecado que esta distrayendo tu atención de la santidad, además habrás expuesto una serie de imperfecciones relacionadas con tu carácter y con el trato con los demás…

Por eso sería bueno que tu próxima reconciliación sacramental la iniciaras diciendo: “Padre me arrepiento de no amar a Dios con todo mi corazón, por ello no he orado lo suficiente, y esto ha hecho que mi vida no se transforme… esto me ha llevado a pecar contra….” Cuando reconocemos que nuestra principal falta es no amar lo suficiente a Dios, inmediatamente nos daremos cuenta de cual o cuales son las causa de esto. Si nos ponemos a trabajar en ellas veremos que nuestras demás faltas irán desapareciendo de nuestra vida. 

Pbro. Ernesto María Caro