martes, 20 de septiembre de 2011

La familia de Jesús lee y practica la Palabra de Dios


¡Amor y paz!

Jesús deja en claro hoy que la comunidad con Él, más que en la sangre está en leer u oír y hacer realidad la Palabra. Por tanto, no se trata de un rechazo a su  madre y a sus primos. Porque María es madre de Jesús por el "sí" generoso e incondicional que le dio alguna vez a la Palabra de Dios: "Hágase en mí según tu palabra" (Lc 1. 37). 

Además, es la oportunidad de recordar que el Movimiento FRATRES, esto es, un movimiento de hermanos, alimenta, construye y le da sentido a esa fraternidad a través de la lectura y aplicación del Evangelio.
  
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este martes de la XXV Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Lucas 8,19-21. 
Su madre y sus hermanos fueron a verlo, pero no pudieron acercarse a causa de la multitud. Entonces le anunciaron a Jesús: "Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren verte". Pero él les respondió: "Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la practican". 
Comentario

-Estando Jesús hablando con la gente, su Madre y sus hermanos fueron donde El... Marcos había dicho, sin ambages, que esa visita familiar pretendía frenar y recuperar a Jesús: "su familia fue allá para llevarse a Jesús con ellos pues afirmaban: "se ha vuelto loco" (Marcos 3, 21).

Lucas interpreta ese mismo episodio pero de modo distinto. Lucas conocía a María personalmente: de ella recogió directamente los recuerdos de la infancia de Jesús. Suprime por lo tanto, toda interpretación desfavorable.

-Fueron a verlo su Madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograron llegar hasta El...

Es una escena muy natural y humanamente muy emotiva... si nos ponemos, muy sencillamente, a escuchar a Lucas.

He aquí una madre que quiere ver a su hijo, y unos primos que la acompañan; pero ese miembro de la familia tiene tanto éxito, con gente siempre a su alrededor que resulta difícil acercarse a El.

-Entonces le avisaron: "Tu Madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren verte." ¿Estoy yo también deseoso de "ver a Jesús"?

Teresa de Ávila, siendo niña, se escapó un día de su casa.
Se la encontró caminando por la carretera "¿Qué haces aquí?" -"¡Quiero ver a Dios!"

Había oído decir que los sarracenos mataban a los cristianos, y, en su deseo de ver a Dios, con la ingenuidad de su corazón de niña, se había imaginado llegar hasta el sur de España donde le sería fácil, pensaba, recibir el martirio. Naturalmente fue reconducida a la casa paterna. Pero toda su vida de adulta fue como la realización de ese deseo: quiero ver a Dios.

¿Participa mi oración de ese deseo? Vivir con Dios, acercarme a El.

-Pero El les contesto: "Mi Madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios.....

Esa es la explicación muy positiva que Lucas nos propone.
Para hablarnos de ese episodio escogió colocarlo exactamente después de las parábolas de la "semilla" y de la "lámpara". De ese modo Lucas elaboró como una pequeña teología de la Palabra: los que escuchan a Dios, son tierra buena que produce mucho... son también como lámpara sobre un pedestal que alumbra lejos en derredor... pero también, y sobre todo, son la "familia de Jesús"...

"¿Mi madre, mis hermanos? ¡Son los que escuchan la Palabra de Dios!" Tal como Lucas relata esa frase, no tiene nada de polémica.

¡No se trata, para Jesús, de rehusar a su familia, sino de ampliarla! Como si dijera: "¡Oh sí, amo a mi familia; pero esa familia es mucho más extensa de lo que imagináis! Comporta innumerables lazos con innumerables hermanos".

Si escuchamos la Palabra de Jesús, nos hacemos semejantes a Él, poco a poco vamos pensando y reaccionando como Él... como si viviéramos familiarmente con Él, como hermanos...

¡Señor, si eso resultara ser verdad! ¡Si escuchara tu voz de tal manera, que llegara yo, efectivamente, a percibirla como una voz familiar, y que, a su vez, mi propia voz acabara por tener la misma entonación que la tuya!

-Los que escuchan la Palabra de Dios, y la ponen en obra.
Encontramos aquí la misma insistencia que en las dos parábolas precedentes: vivir la fe... vivir lo que se cree; poner en práctica, eficazmente, nuestras convicciones... practicar, poner en obra, la Palabra de Dios...

Noel Quesson
Palabra de Dios para cada día 2
Evang. de Pentecostés a Adviento
Edit. Claret/Barcelona. 1983. Pág. 190 s.