¡Amor y paz!
Los invito, hermanos,
a leer y meditar el Evangelio, en este sábado de la 6a semana de Pascua.
Celebramos la memoria obligatoria de San Justino, mártir.
Dios nos bendice...
Lectio: Juan 16,23b-28
Lectio
Sábado, 1 Junio ,
2019
Tiempo de Pascua
1) Oración
inicial
¡Oh
Dios!, que por la resurrección de tu Hijo nos has hecho renacer a la vida
eterna; eleva nuestros corazones hacia el Salvador, que está sentado a tu
derecha, a fin de que cuando venga de nuevo, los que hemos renacido en el
bautismo seamos revestidos de una inmortalidad gloriosa. Por Jesucristo nuestro
Señor.
2) Lectura
Del santo Evangelio según Juan 16,23b-28
En
verdad, en verdad os digo:
lo
que pidáis al Padre os lo dará en mi nombre.
Hasta
ahora nada le habéis pedido en mi nombre.
Pedid
y recibiréis,
para
que vuestro gozo sea colmado.
Os
he dicho todo esto en parábolas.
Se
acerca la hora en que ya no os hablaré en parábolas,
sino
que con toda claridad os hablaré acerca del Padre.
Aquel
día pediréis en mi nombre
y
no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros,
pues
el Padre mismo os quiere,
porque
me queréis a mí
y
creéis que salí de Dios.
Salí
del Padre y he venido al mundo.
Ahora
dejo otra vez el mundo y voy al Padre.»
3) Reflexión
•
Jn 16,23b: Los discípulos tienen pleno acceso al Padre. Ésta es la seguridad
que Jesús anuncia a sus discípulos: que, en unión con él, pueden tienen acceso
a la paternidad de Dios. La mediación de Jesús conduce a los discípulos hasta
el Padre. Es evidente que la función de Jesús no es sustituir a “los suyos”: no
los suplanta mediante una función de intercesión, sino que los une a sí; y en
comunión con Él, ellos presentan sus carencias y necesidades.
Los
discípulos están seguros de que Jesús dispone de la riqueza del Padre: “En
verdad, en verdad os digo: si pedís alguna cosa al Padre en mi nombre, él os la
dará” (v.23b). De esta manera, es decir, en unión con Él, la riqueza pasa a ser
eficaz. El objeto de cualquier petición al Padre debe estar siempre conectado a
Jesús, esto es, a su amor y a su proyecto de dar la vida al hombre (Jn 10,10).
La oración dirigida al Padre en el nombre de Jesús, en unión con Él (Jn 14,13;
16,23), es atendida.
Hasta
ahora, los discípulos no habían pedido nada en nombre de Jesús, lo podrán hacer
después de su glorificación (Jn 14,13s) cuando reciban el Espíritu que
irradiará plenamente sobre su identidad (Jn 4,22ss) y operará la unión con Él.
Los suyos podrán pedir y recibir con pleno gozo, cuando pasen de la visión
sensible a la visión de la fe.
•
Jn 16,24-25: En Jesús tenemos contacto directo con el Padre. Los creyentes
están incluidos en la relación entre el Hijo y el Padre. En Jn 16,26 Jesús
insiste en el nexo operado por el Espíritu, que permitirá a los suyos presentar
al Padre cualquier petición en unión con Él. Esto sucederá “en aquel día”. ¿Qué
quiere decir “aquel día pediréis”? Es el día que vendrá a los suyos y les
comunicará el Espíritu (Jn 20,19-22). Entonces, los discípulos, conociendo la
relación entre Jesús y el Padre, sabrán que son escuchados. No será preciso que
Jesús se interponga entre el Padre y los discípulos para pedir favorecerlos, no
porque haya acabado su mediación, sino porque ellos, habiendo creído en la
encarnación del Verbo y estando estrechamente unidos a Cristo, serán amados por
el Padre como el Padre ama al Hijo (Jn 17,23.26). En Jesús experimentan los
discípulos el contacto directo con el Padre.
•
Jn 16,26-27: La oración al Padre. Así pues, orar es ir al Padre por medio de
Jesús; dirigirse al Padre en el nombre de Jesús. Prestemos especial atención a
la expresión de Jesús en los vv.26-27: “y no os digo que yo rogaré al Padre por
vosotros, pues el Padre mismo os quiere”. El amor del Padre por los discípulos
se basa en la adhesión de “los suyos” a Jesús, en la fe sobre su procedencia,
es decir, en el reconocimiento de Jesús como don del Padre. Después de haber
asemejado a los discípulos con él, parece como si Jesús se retirase de su
condición de mediador, pero en verdad deja que nos tome y nos atienda sólo el
Padre: “Pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea colmado” (v.24).
Conectados en la relación con el Padre mediante la unión con Él, nuestro gozo
es total y nuestra oración perfecta. Dios ofrece siempre su amor a todo el
mundo, pero este amor se torna recíproco sólo si el hombre responde. El amor es
incompleto si no es recíproco: hasta que el hombre no lo acepta, permanece en
suspenso. Los discípulos lo aceptan en el momento en que aman a Jesús, y de
esta manera se torna operativo el amor del Padre. La oración es esta relación
de amor. En el fondo, la historia de cada uno de nosotros se identifica con la
historia de su oración, incluyendo aquellos momentos que no parecen tales: el
deseo es ya una oración, como también la búsqueda, la angustia…
4) Para la reflexión
personal
•
Mi oración personal y comunitaria, ¿se realiza en un estado de quietud, de paz
y de gran tranquilidad?
•
¿Con qué empeño me dedico a crecer en la amistad con Jesús? ¿Estás convencido
de que puedes lograr una identificación real a través de la comunión con Él y
del amor al prójimo?
5) Oración final
Es
rey de toda la tierra:
¡tocad
para Dios con destreza!
Reina
Dios sobre todas las naciones,
Dios,
sentado en su trono sagrado. (Sal 47,8-9)
Orden de los
Carmelitas