¡Amor y paz!
Los invito, hermanos,
a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles de la 15a
semana del Tiempo Ordinario, ciclo C:
Dios nos bendice...
Lectio Divina: Mateo 11,25-27
Lectio
Miércoles, 17 Julio
, 2019
Tiempo Ordinario
1) Oración
inicial
¡Oh
Dios, que muestras la luz de tu verdad a los que andan extraviados, para que
puedan volver al buen camino!, concede a todos los cristianos rechazar lo que
es indigno de este nombre y cumplir cuanto en él se significa. Por nuestro
Señor.
2) Lectura
Del santo Evangelio según Mateo 11,25-27
En
aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del
cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes,
y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito.
Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre,
ni al Padre le conoce nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera
revelar.
3) Reflexión
•
Contexto. El pasaje de Mt 11,25-27 representa un giro en el evangelio de Mateo:
a Jesús le son formuladas las primeras preguntas sobre la llegada del reino de
los cielos. El primero que plantea interrogativos sobre la identidad de Jesús
es Juan Bautista, que a través de sus discípulos le diriuge una pregunta
concreta: “¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?” (11,3). Sin
embargo, los fariseos junto con los escribas se dirigen a Jesús con palabras de
reproche y de juicio:”Tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en sábado”
(12,2). Hasta ahora, en los cap. 1-10, la llegada del reino de los cielos en la
persona de Jesús no parecía encontrar obstáculos, pero a partir del cap. 11
empiezan a aparecer dificultades concretas. O sea, muchos empiezan a tomar
posición ante la persona de Jesús: a veces es “objeto de escándalo”, de caída
(11,6); “esta generación”, en el sentido de descendencia humana, no tiene una
actitud de acogida hacia el reino que viene; las ciudades situadas a lo largo del
lago no se convierten (11,20); se desencadena una verdadera controversia sobre
el comportamiento de Jesús (cap.12), es más, se empieza a pensar cómo matarlo
(12,14). Este es el clima de desconfianza y de contestación en el que Mateo
enmarca nuestro pasaje.
Ahora
ha llegado el momento de interrogarse sobre la actividad de Jesús: ¿cómo
interpretar estas “obras de Cristo” (11,2.19)? ¿Cómo explicar estas acciones
taumatúrgicas (11,20.21.23)? Estos interrogantes tocan la cuestión crucial de
la mesianidad de Jesús. Mientras tanto, las obras mesiánicas de Jesús ponen
bajo juicio no sólo a “esta generación” sino también a las ciudades del entorno
del lago que no se han convertido al llegar el reino en la persona de Jesús.
•
Hacerse pequeño. Para realizar esta conversión, el itinerario más eficaz es
hacerse “pequeños”. Jesús comunica esta estrategia de la “pequeñez” en una
oración de reconocimiento (11,27) que tiene un paralelo espléndido en el
testimonio dado por el Padre con ocasión del bautismo (11,27). A los estudiosos
les gusta llamar a esta oración “himno de júbilo”. El ritmo de la oración de
Jesús empieza con una confesión: “Yo te bendigo”, “te confieso”. Esta expresión
introductoria le da mucha solemnidad a la palabra de Jesús. La oración de
alabanza que Jesús pronuncia tiene las características de una respuesta para el
lector. Jesús se dirige a Dios con la expresión “Señor del cielo y de la
tierra”, es decir, a Dios como creador y custodio del mundo. En el judaísmo,
por el contrario, era costumbre dirigirse a Dios con la invocación “Señor del
mundo”, pero sin el término “Padre”, que es una característica distintiva de la
oración de Jesús. El motivo de la alabanza es la revelación de Dios: porque has
ocultado…, has revelado. Este esconder, referido a los “sabios e inteligentes”,
afecta a los escribas y fariseos, considerados como totalmente cerrados y
hostiles a la llegada del Reino (3,7ss; 7,29; 9,3.11.34). Se revela a los
pequeños, el término griego dice “niños”, a los que aún no hablan. Por tanto,
Jesús considera oyentes privilegiados de la proclamación del reino de los
cielos a los inexpertos de la ley, a los no instruidos.
¿Cuáles
son las “estas cosas” que se ocultan o revelan? El contenido de este revelar u
ocultar es Jesús, el Hijo de Dios, el revelador del Padre. Es evidente para el
lector que el revelarse de Dios va inseparablemente unido a la persona de
Jesús, a su palabra, a sus acciones mesiánicas. Él es quien permite el
revelarse de Dios y no la ley o lo hechos que presagiaban el tiempo final.
•
El revelarse de Dios, del Padre al Hijo. En la última parte del discurso, hace
Jesús una presentación de sí mismo como aquel a quien todo le ha sido
comunicado por el Padre. En el contexto de la llegada del Reino, Jesús tiene la
función y la misión de revelar en todo al Padre del cielo. En esta función y
misión, él recibe la totalidad del poder y del saber, y la autoridad para
juzgar. Para confirmar esta tarea tan comprometedora, Jesús invoca el
testimonio del Padre, el único que tiene un real conocimiento de Jesús: “Nadie
conoce al Hijo sino el Padre” y viceversa, “nadie conoce al Padre sino el
Hijo”. El testimonio del Padre es insustituible para que la dignidad única de
Jesús como Hijo sea entendida por sus discípulos. Se afirma, además, la exclusividad
de Jesús en el revelar al Padre; así lo afirmaba el evangelio de Juan: “A Dios
nadie lo ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha
contado” (1,18). En síntesis, el evangelista hace entender a sus lectores que
el revelarse de Dios acontece a través del Hijo. Es más: el Hijo revela al
Padre a quien quiere.
4) Para la reflexión
personal
•
¿Sientes en la oración la necesidad de expresar al Padre todo tu agradecimiento
por los dones derramados en tu vida? ¿Tienes ocasión de confesar y de exaltar
públicamente al Señor por las obras maravillosas que realiza en el mundo, en la
Iglesia, en tu vida?
•
En tu búsqueda de Dios, ¿pones tu confianza en tu saber e inteligencia, o te
dejas guiar por la sabiduría de Dios? ¿Qué atención prestas a tu relación con
Jesús? ¿Escuchas su Palabra? ¿Tienes sus mismos sentimientos para descubrir su
fisonomía como Hijo del Padre del cielo?
5) Oración final
mi
boca publicará tu justicia,
todo
el día tu salvación.
¡Oh
Dios, me has instruido desde joven,
y
he anunciado hasta hoy tus maravillas! (Sal 71,15.17)
Orden
de los Carmelitas