jueves, 25 de febrero de 2010

‘PIDAN Y SE LES DARÁ, BUSQUEN Y ENCONTRARÁN’

¡Amor y paz!

Jesús en su Evangelio nos pide hoy confiar en la bondad y voluntad amorosa del Padre celestial. La invitación es a orar sin desmayo, con la seguridad de que seremos escuchados, siempre que aquello que pidamos esté en la línea del plan salvador de Dios.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el evangelio y el comentario, en este jueves de la 1ª semana de Cuaresma.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 7,7-12.


Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá. ¿Quién de ustedes, cuando su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pez, le da una serpiente? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará cosas buenas a aquellos que se las pidan! Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas.

Comentario


La relación con Dios y con sus semejantes está en el corazón de la existencia humana. De allí la necesidad de volver siempre al examen de la forma concreta de realizar esa doble relación, sobre todo en el tiempo de Cuaresma. Con este fin la liturgia presenta este texto situado casi al final del sermón de la montaña y que constituye una síntesis para realizar la propia vida conforme a auténtica relación frente a Dios (vv.7-11) y frente al prójimo (v.12).

La primera parte muestra la importancia esencial que debe ocupar la plegaria en toda vida humana, sobre todo en la vida de los seguidores de Jesús. Esta importancia se desarrolla en dos etapas sucesivas.

Primeramente (v.7-8) se consigna una exhortación y su fundamento que es válido para la petición de la comunidad y para toda petición. En ambos versículos se repiten tres verbos asociados íntimamente a otros tres. “Pedir”, “buscar” y “llamar” están íntimamente asociados a “dar”, “encontrar”, “abrir”. La multiplicación de los verbos tiene por finalidad indicar la necesidad de agotar los recursos humanos de acercamiento a Dios. A los tres imperativos “pidan, busquen, golpeen” está ligada la promesa, válida en primer lugar para los miembros de la comunidad, de que cada una de esas acciones recibirá una respuesta adecuada: “se les dará”, “encontrarán”, “se les abrirá”. Y como fundamentación de esa promesa (v. 8) se afirma el principio general que tiene vigencia en todos los casos y que fundamenta la petición.

A continuación (vv. 9-11) se despliega ese fundamento con una comparación que brota del carácter del ser de Dios. El término de la comparación es el comportamiento paterno frente al hijo que pide el alimento (pan o pez). La respuesta a la petición siempre se sitúa en el don benéfico, “las cosas buenas” que se piden y no elementos que pueden dañar la vida: “una piedra”, “una serpiente”. Y esto se realiza a pesar de la maldad existente en la condición humana. Con mayor razón, Dios, identificado con la bondad, concederá “cosas buenas” a quien se lo pida.

La mención del alimento como ejemplo de los bienes que se requieren para el desarrollo de la vida, presente en la comparación, sitúa la oración como medio indispensable para desarrollar y acrecentar la vitalidad de la existencia. Dicha vitalidad sólo puede realizarse en el ámbito de la comunión con Dios, de la intimidad familiar, que la oración expresa y significa.

El v. 12 desvía su atención a la relación con el semejante. La exigencia de hacer a los demás lo que se desea para sí mismo es un principio universal, como atestigua su presencia en los escritos de otros pueblos y culturas. Pero también es el resumen del cumplimiento de toda la “Ley y los profetas” y, por consiguiente, de todo el sermón de la montaña. No debe ser entendido como fruto del egoísmo humano sino como la expresión de hasta qué punto debe llegar el amor al semejante. En otras palabras, se trata de una formulación distinta pero con el mismo contenido de la segunda parte del mandamiento principal: “Amarás... a tu prójimo como a ti mismo”.

Sólo desde la vida en comunión con Dios y desde la asunción de los intereses del hermano, puede realizarse la vida humana en autenticidad. La persona es un ser en relación y sólo desde una forma justa de entablar esa relación puede brotar una existencia conforme a las exigencias de filiación y fraternidad, que son propuestas en el sermón de la montaña.

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)
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