jueves, 23 de julio de 2009

¿POR QUÉ JESÚS HABLA EN PARÁBOLAS?

¡Amor y paz!

La enseñanza que Jesús comparte con el pueblo y con los discípulos se basa en las vivencias de la vida cotidiana, en las tradiciones narrativas populares y en su increíble capacidad de crear historias. Jesús no enseña como los escribas, los fariseos o los levitas. Jesús privilegia a los humildes de corazón, no a los sabios, como lo recordamos hace poco.

Dispongamos siempre nuestro espíritu y nuestra mente para leer y asimilar la Palabra de Dios, así como hoy, jueves de la XVI semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 13,10-17.

Los discípulos se acercaron y le dijeron: "¿Por qué les hablas por medio de parábolas?". El les respondió: "A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene, se le dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Por eso les hablo por medio de parábolas: porque miran y no ven, oyen y no escuchan ni entienden. Y así se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: Por más que oigan, no comprenderán, por más que vean, no conocerán, porque el corazón de este pueblo se ha endurecido, tienen tapados sus oídos y han cerrado sus ojos, para que sus ojos no vean, y sus oídos no oigan, y su corazón no comprenda, y no se conviertan, y yo no los cure. Felices, en cambio, los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen. Les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron; oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron.

COMENTARIO

a) «¿Por qué les hablas en parábolas?». Las parábolas de Jesús tienen claridad y pedagogía para hacer entender su intención a todos. Menos a los que no quieren entenderla.

¿Por qué unos entienden y otros no? Las parábolas pueden resultar sencillas de entender o impenetrables... Jesús habla de personas que oyen pero no entienden, y miran pero no ven: la explicación es que «son duros de oído y han cerrado los ojos para no ver ni oír ni entender ni convertirse».

En el fondo, la conducta de cada uno y las actitudes que ha tomado ya previamente, son las que deciden si ve o no ve, si quiere ver o no. Cada persona es responsable de captar el don de Dios, acogerlo o rechazarlo.

b) Es de suponer que Jesús nos puede dirigir a nosotros la bienaventuranza: «dichosos vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen». Los ojos de los sencillos son los que descubren los misterios del Reino. No los ojos de los orgullosos o complicados.

Hemos recibido de Dios el don de la fe y con sencillez intentamos responder a ese don desde nuestra vida. Nos hemos enterado del proyecto de salvación de Cristo y lo estamos siguiendo.

Pero también podemos hacer ver que no oímos o que no entendemos, porque, en el fondo, no nos interesa aceptar el contenido de lo que oímos o de lo que vemos. Y no hay peor sordo que el no quiere oír, ni peor ciego que el que no quiere ver.

¿Hacemos caso, cada día, de la Palabra que oímos (leemos) ? ¿Nos dejamos interpelar por ella también cuando resulta exigente y va contra la corriente de este mundo o contra los propios gustos? Nosotros, que hemos recibido más gracias de Dios que otros muchos, deberíamos ser también mucho más generosos en nuestra aceptación de su semilla y dar más frutos que otros. Si tomásemos en serio las lecturas, nuestra vida sería bastante distinta.

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 179-183
http://www.mercaba.org/