¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, a la
manera de la lectio divina, en este miércoles de la 2ª semana de Pascua,
ciclo A.
Dios nos bendice...
Lectio Lectio: Juan
3,16-21
Lectio
Miércoles, 22 de abril de 2020
Tiempo de
Pascua
1) Oración inicial
Al revivir
nuevamente este año el misterio pascual, en el que la humanidad recobra la
dignidad perdida y adquiere la esperanza de la resurrección futura, te pedimos,
Señor de clemencia, que el misterio celebrado en la fe se actualice siempre en
el amor. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del
Evangelio según san Juan 3,16-21
Porque
tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que crea
en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su
Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El
que cree en él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no
ha creído en el nombre del Hijo unigénito de Dios. Y el juicio está en que la
luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque
sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la
luz, para que no sean censuradas sus obras. Pero el que obra la verdad, va a la
luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios.»
3) Reflexión
• El
evangelio de Juan es como un tejido, hecho con tres hilos diferentes pero
parecidos. Los tres se combinan tan bien entre sí que, a veces, no da para
percibir cuando se pasa de un hilo al otro.
(a) El
primer hilo son los hechos y las palabras de Jesús de los años treinta,
conservados por los testigos oculares que guardaron las cosas que Jesús hizo y
enseñó.
(b) El
segundo hilo son los hechos de la vida de las comunidades. A partir de su fe en
Jesús y convencidas de la presencia de Jesús en medio de ellas, las comunidades
iluminaban su caminar con las palabras y los gestos de Jesús. Esto ha tenido un
impacto sobre la descripción de los hechos. Por ejemplo, el conflicto de las
comunidades con los fariseos del final del primer siglo marcó la forma de
describir los conflictos de Jesús con los fariseos.
(c) El tercer hilo son
comentarios hechos por el evangelista. En ciertos pasajes, es difícil percibir
cuando Jesús deja de hablar y cuando el evangelista empieza a hacer sus
comentarios. El texto del evangelio de hoy, por ejemplo, es una bonita y
profunda reflexión del evangelista sobre la acción de Jesús. La gente casi no
percibe la diferencia entre las palabras de Jesús y las palabras del
evangelista. De cualquier forma, tanto las unas como las otras, son palabras de
Dios.
• Juan 3,16: Dios amó el
mundo. La palabra mundo es una de las palabras más frecuentes en el Evangelio
de Juan: ¡78 veces! Tiene diversos significados. En primer lugar, mundo puede
significar la tierra, el espacio habitado por los seres humanos (Jn 11,9;
21,25) o el universo creado (Jn 17,5.24). Mundo puede significar también las
personas que habitan esta tierra, la humanidad toda (Jn 1,9; 3,16; 4,42; 6,14;
8,12). Puede significar también un gran grupo, un grupo numeroso de personas,
en el sentido de la expresión “todo el mundo” (Jn 12,19; 14,27). Aquí, en
nuestro texto, la palabra mundo tiene el sentido de humanidad, de todo ser
humano. Dios ama la humanidad de tal modo que llegó a entregar a su hijo único.
Quien acepta que Dios llega hasta nosotros en Jesús, éste ya pasó por la muerte
y ya tiene vida eterna.
• Juan
3,17-19: El verdadero sentido del juicio. La imagen de Dios que aflora de estos
tres versículos es la de un padre lleno de ternura y no la de un juez severo.
Dios mandó a su hijo no para juzgar y condenar al mundo, sino para que el mundo
se salve por él. Quien cree en Jesús y lo acepta como revelación de Dios no es
juzgado, pues ya ha sido aceptado por Dios. Y quien no cree en Jesús, ya ha
sido juzgado. Se excluye él mismo. Y el evangelista repite lo que ya ha dicho
en el prólogo: muchas personas no quieren aceptar a Jesús, porque su luz revela
la maldad que en ellas existe (cf. Jn 1,5.10-11).
• Juan 3,20-21: Practicar la
verdad. Existe en todo ser humano una semilla divina, un rasgo del Creador.
Jesús, como revelación del Padre, es una respuesta a este deseo más profundo
del ser humano. Quien quiere ser fiel a lo más profundo de sí mismo, aceptará a
Jesús. Es difícil encontrar una visión ecuménica más amplia que lo que el
Evangelio de Juan expresa en estos versículos.
•
Completando el significado de la palabra mundo en el Cuarto Evangelio. Otras
veces, la palabra mundo significa aquella parte de la humanidad que se opone a
Jesús y a su mensaje. Allí la palabra mundo toma el sentido de “adversarios” u
“opositores” (Jn 7,4.7; 8,23.26; 9,39; 12,25). Este mundo contrario a la
práctica libertadora de Jesús está gobernado por el Adversario o Satanás,
también llamado “príncipe de este mundo” (Jn 14,30; 16,11). El representa el
imperio romano y, al mismo tiempo, los líderes de los judíos que están
expulsando a los seguidores de Jesús de las sinagogas. Este mundo persigue y
mata las comunidades, trayendo tribulaciones a los fieles (Jn 16,33). Jesús las
liberará, venciendo al príncipe de este mundo (Jn 12,31). Así, mundo significa
una situación de injusticia, de opresión, que engendra odio y persecución
contra las comunidades del Discípulo Amado. Los perseguidores son aquellas
personas que están en el poder, los dirigentes, tanto del imperio como de la
sinagoga. En fin, todos aquellos que practican la injusticia usando para esto
el nombre de Dios (Jn 16,2). La esperanza que el evangelio trae a las
comunidades perseguidas es que Jesús es más fuerte que el mundo. Por esto dice:
“En el mundo tendréis tribulaciones. Pero ¡ánimo: yo vencí el mundo!” (Jn 16,33).
4) Para la reflexión personal
• Tanto amó
Dio al mundo que llegó a entregar a su propio hijo. Esta verdad ¿ha llegado a
penetrar en lo más profundo de mi ser, de mi conciencia?
• La realidad más ecuménica que existe es la vida que Dios nos da y por la que entregó a su propio hijo. ¿Cómo vivo el ecumenismo en mi vida de cada día?
5) Oración final
Bendeciré en todo tiempo a
Yahvé,
sin cesar en mi boca su alabanza;
en Yahvé se gloría mi ser,
¡que lo oigan los humildes y se alegren! (Sal 34,2-3)
sin cesar en mi boca su alabanza;
en Yahvé se gloría mi ser,
¡que lo oigan los humildes y se alegren! (Sal 34,2-3)
Orden de los Carmelitas