lunes, 9 de agosto de 2021

«El Hijo del hombre va a ser entregado... »

¡Amor y paz!

 

Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, este lunes de la 19ª semana del Tiempo Ordinario, ciclo B.

 

Dios nos bendice...

 

PRIMERA LECTURA

 

Lectura del libro del Deuteronomio    10, 12-22

 

Moisés habló al pueblo diciendo:

Y ahora, Israel, esto es lo único que te pide el Señor, tu Dios: que lo temas y sigas todos sus caminos, que ames y sirvas al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, observando sus mandamientos y sus preceptos, que hoy te prescribo para tu bien.

Al Señor, tu Dios, pertenecen el cielo y lo más alto del cielo, la tierra y todo lo que hay en ella. Sin embargo, sólo con tus padres se unió con lazos de amor, y después de ellos los eligió a ustedes, que son su descendencia, prefiriéndolos a todos los demás pueblos.

Por eso, circunciden sus corazones y no persistan en su obstinación, porque el Señor, su Dios, es el Dios de los dioses y el Señor de los señores, el Dios grande, valeroso y temible, que no hace acepción de personas ni se deja sobornar. El hace justicia al huérfano y a la viuda, ama al extranjero y le da ropa y alimento. También ustedes amarán al extranjero, ya que han sido extranjeros en Egipto.

Teme al Señor, tu Dios, y sírvelo; vive unido a él y jura por su Nombre.

El es tu gloria y tu Dios, y él realizó en tu favor esas tremendas hazañas de que fuiste testigo. Porque cuando tus padres bajaron a Egipto, eran apenas setenta personas, y ahora el Señor te ha hecho numeroso como las estrellas del cielo. 

Palabra de Dios.

SALMO

Sal 147, 12-13. 14-15. 19-20 (R.: 12a)

 R.    ¡Glorifica al Señor, Jerusalén!

 

¡Glorifica al Señor, Jerusalén,

alaba a tu Dios, Sión!

El reforzó los cerrojos de tus puertas

y bendijo a tus hijos dentro de ti. R.

 

El asegura la paz en tus fronteras

y te sacia con lo mejor del trigo.

Envía su mensaje a la tierra,

su palabra corre velozmente. R.

 

Revela su palabra a Jacob,

sus preceptos y mandatos a Israel:

a ningún otro pueblo trató así

ni le dio a conocer sus mandamientos. R.

 

EVANGELIO

 

Lectura del santo Evangelio según san Mateo  17, 22-27 

Mientras estaban reunidos en Galilea, Jesús les dijo: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres: lo matarán y al tercer día resucitará.» Y ellos quedaron muy apenados.

Al llegar a Cafarnaúm, los cobradores del impuesto del Templo se acercaron a Pedro y le preguntaron: «¿El Maestro de ustedes no paga el impuesto?» «Sí, lo paga,» respondió.

Cuando Pedro llegó a la casa, Jesús se adelantó a preguntarle: «¿Qué te parece, Simón? ¿De quiénes perciben los impuestos y las tasas los reyes de la tierra, de sus hijos o de los extraños?» Y como Pedro respondió: «De los extraños,» Jesús le dijo: «Eso quiere decir que los hijos están exentos. Sin embargo, para no escandalizar a esta gente, ve al lago, echa el anzuelo, toma el primer pez que salga y ábrele la boca. Encontrarás en ella una moneda de plata: tómala, y paga por mí y por ti.»

 

Palabra del Señor.

 

 PARA REFLEXIONAR

  • Este pasaje se inscribe dentro del tema más general de la vida del pueblo en la Alianza de Dios. Vuelve a recordarse a los oyentes el precepto del temor y amor al Señor para el bien del hombre. Y se insiste en la realidad de la elección divina, invitando a “circuncidar el corazón” –expresión que recuerda al profeta Jeremías (4,4; 9,25-25).
  • Seguidamente, el Autor sagrado resalta la supremacía del Dios de Israel por encima de los dioses paganos y destaca el oficio divino de practicar justicia, especialmente a favor de los más necesitados: el huérfano, la viuda, el extranjero.
  • La lectura concluye invitando al hombre a colocarse en el lugar del extranjero, recordando que tiempo atrás él mismo lo fue en Egipto pero la bondad y la fuerza del Señor lo sacaron de allí e hicieron de él un pueblo “numeroso como las estrellas del cielo”.
  • En definitiva, meditando las hazañas en favor del pueblo e imitando el proceder de Dios –que no hace acepción de personas sino que practica la justicia con todos-, el hombre rinde el culto agradable al Señor, amándolo y sirviéndolo de corazón.

***

  • En tiempos de Jesús, el impuesto, era propio de los pueblos sometidos más que de los ciudadanos de derecho, a los que se llamaba hijos. Los que cobraban el “didracma”, tributo anual para el templo, se acercaron a Pedro y le preguntaron si Jesús, su maestro, no pagaba el impuesto.
  • Desde tiempos de Nehemías, era costumbre que los israelitas mayores de veinte años, pagaran cada año, una pequeña ayuda para el mantenimiento del templo de Jerusalén: dos dracmas y la ofrenda de los sacrificios.
  • Jesús se presenta a sí mismo como un «Hijo de Hombre», como un hombre totalmente libre, e inmerso en el amor de Dios, pero que no escapa a las exigencias de su tiempo. Jesús afirmará que es superior al templo y se siente exento de pagar el impuesto al templo, pero, a pesar de esto, se comporta como un ciudadano, igual a los demás, un israelita piadoso, cumplidor de sus deberes.
  • Jesús inmediatamente imprime un giro decisivo a la cuestión. Los hijos del Reino, los que aceptaron a Jesús como Hijo del Padre, están libres del impuesto del templo. Jesús los ha liberado de esta obligación.
  • Sin embargo, como quiere evitar una ruptura que exacerbe los conflictos con la autoridad religiosa, señala un camino para poder cumplir con la obligación. Invita a Pedro a realizarlo mediante la práctica de su oficio de pescador.
  • Jesús utiliza este incidente para demostrar que los que ponen su fe en Él, están libres de cara a las instituciones judías y que los verdaderos hijos del Reino serán aquellos que, como los discípulos, se remiten a Él, y por ese motivo pueden considerarse exentos del pago del impuesto. Sin embargo, para no escandalizar manda pagar este impuesto.
  • El “Hijo” pagó el precio del esclavo, para que, los que estaban sometidos a la esclavitud, desde ese momento fueran hijos. Por eso Jesús, no se deja intimidar por la actitud de los funcionarios y con una libertad soberana pagará el impuesto.
  • La Iglesia de Cristo, es fundamentalmente libre, no debe ninguna adoración ni sumisión alguna, a ningún tipo de poder. Si bien los hijos del Reino cumpliendo sus responsabilidades cívicas pagamos nuestros impuestos, el espíritu permanece libre frente a la política de los reinos de este mundo.
  • Nos liga la búsqueda del bien común que se funda en la caridad. Somos, como hijos de Dios, los testigos del Viviente, del hombre resucitado, y a través de Él somos invitados a ser los forjadores de la libertad humana en todas sus expresiones.

  

PARA DISCERNIR

  • ¿Sabemos dar el lugar verdadero a las realidades divinas en la vida cotidiana?
  • ¿Sabemos dar el lugar verdadero a las realidades cotidianas dentro del plan de Dios?
  • ¿Vivimos nuestra vida como un testimonio constante de la obra de Dios?

ARZOBISPADO DE BUENOS AIRES

Vicaría de Pastoral