sábado, 29 de enero de 2022

Hasta el viento y las aguas le obedecen

 

¡Amor y paz!

 

Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este sábado de la 3ª semana del Tiempo Ordinario, ciclo C.

 

Dios nos bendice...

 

PRIMERA LECTURA

 

Lectura del segundo Libro de Samuel      12,1-7a.10-15a

 

El Señor envió a David al profeta Natán. El se presentó a David y le dijo:

«Había dos hombres en una misma ciudad, uno rico y el otro pobre. El rico tenía una enorme cantidad de ovejas y de bueyes. El pobre no tenía nada, fuera de una sola oveja pequeña que había comprado. La iba criando, y ella crecía junto a él y a sus hijos: comía de su pan, bebía de su copa y dormía en su regazo. ¡Era para él como una hija! Pero llegó un viajero a la casa del hombre rico, y este no quiso sacrificar un animal de su propio ganado para agasajar al huésped que había recibido. Tomó en cambio la oveja del hombre pobre, y se la preparó al que le había llegado de visita.»

David se enfureció contra aquel hombre y dijo a Natán: «¡Por la vida del Señor, el hombre que ha hecho eso merece la muerte! Pagará cuatro veces el valor de la oveja, por haber obrado así y no haber tenido compasión.»

Entonces Natán dijo a David: «¡Ese hombre eres tú! Así habla el Señor, el Dios de Israel: la espada nunca más se apartará de tu casa, ya que me has despreciado y has tomado por esposa a la mujer de Urías, el hitita.

Así habla el Señor: «Yo haré surgir de tu misma casa la desgracia contra ti. Arrebataré a tus mujeres ante tus propios ojos y se las daré a otro, que se acostará con ellas en pleno día. Porque tú has obrado ocultamente, pero yo lo haré delante de todo Israel y a la luz del sol.»»

David dijo a Natán: «¡He pecado contra el Señor!»

Natán le respondió: «El Señor, por su parte, ha borrado tu pecado: no morirás. No obstante, porque con esto has ultrajado gravemente al Señor, el niño que te ha nacido morirá sin remedio.» Y Natán se fue a su casa.

El Señor hirió al niño que la mujer de Urías había dado a David, y él cayó gravemente enfermo. David recurrió a Dios en favor del niño: ayunó rigurosamente, y cuando se retiraba por la noche, se acostaba en el suelo. Los ancianos de su casa le insistieron para que se levantara del suelo, pero él se negó y no quiso comer nada con ellos.

 

Palabra de Dios

 

SALMO 

 

Sal. 51   (50) 12-17

 

R: Oh Dios, crea en mí un corazón puro.

 

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,

renuévame por dentro con espíritu firme;

no me arrojes lejos de tu rostro,

no me quites tu santo espíritu. R.

 

Devuélveme la alegría de tu salvación,

afiánzame con espíritu generoso:

enseñaré a los malvados tus caminos,

los pecadores volverán a ti. R.

 

Líbrame de la sangre, oh Dios,

Dios, Salvador mío,

y cantará mi lengua tu justicia.

Señor, me abrirás los labios,

y mi boca proclamará tu alabanza. R.

 

EVANGELIO

 

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 4, 35-41

 

Al atardecer de aquel día, Jesús dijo a sus discípulos: «Crucemos a la otra orilla.» Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya.

Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal. Lo despertaron y le dijeron: « ¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?»

Despertándose, él increpó al viento y dijo al mar: « ¡Silencio! ¡Cállate!» El viento se aplacó y sobrevino una gran calma. Después les dijo: « ¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?»

 

Palabra del Señor.

 

PARA REFLEXIONAR

  • El profeta Natán, que en otras ocasiones le transmite al rey palabras de bendición y promesas, ahora denuncia valientemente su pecado, con este expresivo relato del rico que le roba al pobre su única oveja.
  • Natán no condena desde el exterior. Cuenta una parábola y conduce al rey a que tome conciencia por sí mismo y a que sea él mismo quien aporte un juicio sobre su pecado.
  • David reacciona y reconoce su culpa, pidiendo perdón a Dios. La verdadera santidad de David es haber sabido reconocer su falta: “Oh Dios, crea en mí un corazón puro. Devuélveme la alegría de tu salvación”.
  • El Salmo 50, el «miserere», es la oración de un pecador que reconoce humildemente su culpa ante Dios y le pide un corazón nuevo. Este salmo resume la experiencia de debilidad y confianza en la misericordia de Dios.
  • También nosotros somos débiles. Podemos, humillar los derechos de los demás y tener un corazón complejo. Somos invitados a reaccionar como David.

***

  • El evangelio de Marcos ejemplifica el tema de la fe. Después de las parábolas, empieza aquí una serie de cuatro milagros de Jesús, para demostrar verdaderamente que el Reino de Dios ya ha llegado y está actuando. Estos milagros no fueron hechos en presencia de la muchedumbre, sino sólo ante los discípulos para educarlos en la fe.
  • Jesús deja la Galilea, donde desde ahora la gente lo acosa. Va con sus discípulos a la región pagana, de los Gerasenos, país de misión donde la Palabra de Dios no ha sonado todavía. Suben a la barca para pasar a la otra orilla y se desata la tormenta.
  • El mar es sinónimo, en la Biblia, del peligro y del lugar del maligno. Las olas se echaban sobre la barca, de tal modo que parecía hundirse y Jesús en la popa continúa durmiendo. Los discípulos reprochan a Jesús por su poco interés, y Él a su vez les reprocha su poca fe.
  • Ellos creían que estar con Jesús, los libraba de todo problema o calamidad. Este fue el momento del desencanto y de la provocación a la fe. Se dieron cuenta que aun junto a Jesús, las olas pueden ser muy fuertes y hacer estremecer la barca. Jesús los lleva a la aventura de poder enfrentarse a la vida con fe.
  • Cuando Marcos escribe este evangelio, la comunidad cristiana sabe mucho de persecuciones y de fatigas. A veces son dudas, otras miedo, o dificultades de fuera, crisis y tempestades que nos zarandean.
  • Frente a la realidad de la persecución y del miedo, el evangelista se sirve del testimonio de algunos creyentes que manifiestan que Jesús durante su vida histórica, en algún momento, se enfrentó con las fuerzas de la naturaleza cuando ellas eran incontrolables. Jesús se enfrenta a los poderes del mal, haciendo prevalecer la vida allí donde la muerte quiere imponer su dominio y su imperio.
  • Una tempestad es un buen símbolo de muchas crisis humanas, personales y sociales. Muchas veces experimentamos en nuestra vida, tanto en la personal como en la comunitaria y eclesial, la presencia tormentosa de acontecimientos o situaciones que nos llevan a  remar contra fuertes corrientes, con la impresión de que todo parece que se hunde. Mientras Dios parece que duerme.
  • A los cristianos, no se nos ha prometido una travesía apacible en el mar de esta vida. La fe no es un depósito del que vamos sacando recetas para solucionar todos los males. La fe no nos libera de la dureza del camino, de la búsqueda compartida, del remar contra corriente, pero nos mantiene en la seguridad de que el Señor está con nosotros.
  • La fe es hoy una “reserva de confianza” en el mar embravecido de la vida. Cristo Jesús está presente en nuestra vida todos los días, como nos prometió, hasta el fin del mundo. Su Espíritu es el animador de la Iglesia y de la historia.
  • Cristo con su muerte y resurrección aparece como el vencedor del mal. Con Él nos ha llegado la salvación de Dios. La fe es despertar cotidianamente al Cristo que está durmiendo dentro de nosotros.
  • Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.  A pesar de las dificultades, Dios jamás se ha olvidado de nosotros; Él va siempre como compañero de viaje en nuestra vida. Sin embargo Él no está con nosotros para suplir lo que a cada uno corresponde realizar. Cada uno de nosotros, debe aportar todo su esfuerzo, toda su vida, para construir un mundo que no se quede estancado en el egoísmo, ni se resigne con lo que ya logró; siempre será necesario ir más allá.
  • Los signos de su compañía y presencia serán el esfuerzo por hacer de este mundo un signo cada vez más claro del Reino de Dios, en que todos disfrutemos de la paz y vivamos la solidaridad, la comunión fraterna y la justicia auténtica.

 

PARA DISCERNIR

  • ¿Creemos también en tiempos de crisis?
  • ¿Sentimos la ausencia de problemas como garantía de su cercanía?
  • ¿Cuándo nuestros cálculos fallan, sentimos que Dios nos ha abandonado?

 

ARZOBISPADO DE BUENOS AIRES

Vicaría de Pastoral