¡Amor y paz!
La Palabra de Dios nos lleva a reflexionar sobre la urgencia de que la Iglesia tenga nuevos y santos misioneros en el complejo mundo actual. Y a orar por ello.
Recientemente hemos meditado, de la mano del Evangelio, cómo en nuestros días muchos ídolos, especialmente el dinero, han desplazado a Dios de la vida de los seres humanos. Las consecuencias son tan impredecibles como terribles, porque el dinero tiene sus leyes y, bajo su imperio, proliferan las injusticias y la inequidad.
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este martes en que la Iglesia celebra la fiesta del evangelista San Lucas
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 10,1-9.
Después de esto, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir. Y les dijo: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Al entrar en una casa, digan primero: '¡Que descienda la paz sobre esta casa!'. Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; curen a sus enfermos y digan a la gente: 'El Reino de Dios está cerca de ustedes'.
Comentario
La tarea misionera exige de los enviados actitudes diametralmente opuestas a las vigentes en nuestra sociedad, marcada profundamente por los valores del comercio. Para éste toda la existencia puede ser considerada desde el "precio", valor monetario que se convierte en único valor a tener en cuenta.
En la tarea propuesta por Jesús a sus discípulos se afirman, por el contrario, otras medidas de consideración. Para ello se afirma la necesidad de desligar la misión que se debe realizar de los apoyos económicos exigidos en la vida comercial. Para el camino que se propone "bolsa y saco" constituyen un impedimento más que una ayuda.
Igualmente la finalidad de la misión rebasa los límites marcados por el ámbito comercial ya que apunta a la instauración de la comensalidad entre el enviado y aquellos a quienes se dirige.
En efecto, la participación de la misma mesa es capaz de crear una profunda comunión, en la que el prójimo no es visto como un competidor que pone en riesgo mi acceso a los bienes, sino como un hermano partícipe de la misma vida con quien debo compartir el alimento necesario para mantenerla.
Del mismo modo, la hospitalidad ofrecida y aceptada se convierte en señal de la presencia del Reino de Dios, en el que nadie se siente desplazado y en que los bienes sirven para crear profunda comunión y no división.
De este modo, la casa de la acogida se convierte en expresión de la paz y de la bendición divina y en espacio de realización humana tanto para los obreros cuanto para la cosecha.
Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)
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