jueves, 7 de julio de 2011

«Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis»

¡Amor y paz!

Los apóstoles recién elegidos deben continuar la palabra y obra de Jesús en relación con el Reino; lo que deben hacer y decir no es diferente de lo que Él hace y dice. Lucas solo manifiesta que los envía a “predicar... y sanar”; Mateo especifica: curar, resucitar, purificar, exorcizar. Pero ese “poder” no debe utilizarse en beneficio propio. La gratuidad es su característica.

Que cada quien, pastor o sacerdote, laico o religioso se examine si los dones que Dios le ha dado para realizar su ministerio lo usa para lucrarse. Porque si es así, ¿dónde está su corazón? ¿En los bienes terrenales del hombre?

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves de la XIV Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 10,7-15.
Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente. No lleven encima oro ni plata, ni monedas, ni provisiones para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón; porque el que trabaja merece su sustento. Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, busquen a alguna persona respetable y permanezcan en su casa hasta el momento de partir. Al entrar en la casa, salúdenla invocando la paz sobre ella. Si esa casa lo merece, que la paz descienda sobre ella; pero si es indigna, que esa paz vuelva a ustedes. Y si no los reciben ni quieren escuchar sus palabras, al irse de esa casa o de esa ciudad, sacudan hasta el polvo de sus pies. Les aseguro que, en el día del Juicio, Sodoma y Gomorra serán tratadas menos rigurosamente que esa ciudad.
Comentario

a) El Maestro da a sus apóstoles -a todos nosotros, miembros de la Iglesia «apostólica» y «misionera»- unas consignas, para que cumplan su misión siguiendo su estilo:

- ante todo, lo que tienen que anunciar es el Reino de los Cielos, el proyecto salvador de Dios, que se ha cumplido en Jesús: ésta era la última idea del evangelio de ayer y la primera de hoy,

- pero, además, a las palabras deben seguir los hechos: curar enfermos, resucitar muertos, limpiar leprosos, echar demonios;

- los enviados de Jesús deben actuar con desinterés económico, no buscando su propio provecho, sino «dando gratis lo que han recibido gratis»;

- este estilo es la llamada «pobreza evangélica»: que no se apoya en los medios materiales (oro, plata, vestidos, alforjas), sino en la ayuda de Dios y en la fuerza de su palabra;

- y les avisa Jesús que, en algunos sitios los recibirán y en otros no los querrán ni escuchar.

b) Nos conviene revisar nuestro modo de actuar, comparándolo con estas consignas misioneras de Jesús. No se trata de tomarlas al pie de la letra (no llevar ni calderilla), sino de asumir su espíritu:

- el desinterés económico:

- la generosidad de la propia entrega: ya que Dios nos ha dado gratis, tratemos de igual modo a los demás; recordemos cómo Pablo no quiso vivir a costa de la comunidad, sino trabajando con sus propias manos, aun reconociendo que «bien merece el obrero su sustento»;

- confiemos más en la fuerza de Dios que en nuestras cualidades o medios técnicos; nos irá mejor si llevamos poco equipaje y si trabajamos sin demasiados cálculos económicos y humanos;

- no nos contentemos con palabras, sino mostremos con nuestros hechos que la salvación de Dios alcanza a toda la persona humana: a su espíritu y a su cuerpo; a la vez que anunciamos a Dios, luchamos contra el mal y las dolencias y las injusticias;

- no dramaticemos demasiado los fracasos que podamos tener: no tienen que desanimarnos hasta el punto de dimitir de nuestro encargo misionero; si en un lugar no nos escuchan, vamos a otro donde podamos anunciar la Buena Noticia: dispuestos a todo, a ser recibidos y a ser rechazados;

- sin olvidar que, en definitiva, lo que anunciamos no son soluciones técnicas ni políticas, sino el sentido que tiene nuestra vida a los ojos de Dios: el Reino que inauguró Cristo Jesús.

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 126-130
http://www.mercaba.org/