¡Amor y paz!
Los invito, a leer y meditar la Palabra de Dios y el comentario de Dominicos españoles, en este miércoles de la 9ª semana del Tiempo Ordinario.
Dios nos bendice...
Primera Lectura
Lectura del libro de
Tobías 3,1-11.24-25
En aquellos días,
profundamente afligido, sollocé, y empecé a rezar entre sollozos:
«Señor, tú eres justo, todas tus obras son justas; tú actúas con misericordia
y lealtad, tú eres el juez del mundo. Tú, Señor, acuérdate de mí y mírame; no
me castigues por mis pecados, mis errores y los de mis padres, cometidos en
tu presencia, desobedeciendo tus mandatos. Nos has entregado al saqueo, al
destierro y a la muerte, nos has hecho refrán, comentario y burla de todas
las naciones donde nos has dispersado. Sí, todas tus sentencias son justas
cuando me tratas así por mis pecados, porque no hemos cumplido tus mandatos
ni hemos procedido lealmente en tu presencia. Haz ahora de mí lo que te
guste. Manda que me quiten la vida, y desapareceré de la faz de la tierra y
en tierra me convertiré. Porque más vale morir que vivir, después de oír
ultrajes que no merezco y verme invadido de tristeza. Manda, Señor, que yo me
libre de esta prueba; déjame marchar a la eterna morada y no me apartes tu
rostro, Señor, porque más me vale morir que vivir pasando esta prueba y
escuchando tales ultrajes.»
Aquel mismo día, Sara, la hija de Ragüel, el de Ecbatana de Media, tuvo que soportar también los insultos de una criada de su padre; porque Sara se había casado siete veces, pero el maldito demonio Asmodeo fue matando a todos los maridos, cuando iban a unirse a ella según costumbre. La criada le dijo: «Eres tú la que matas a tus maridos. Te han casado ya con siete, y no llevas el apellido ni siquiera de uno. Porque ellos hayan muerto, ¿a qué nos castigas por su culpa? ¡Vete con ellos! ¡Que no veamos nunca ni un hijo ni una hija tuya!» Entonces Sara, profundamente afligida, se echó a llorar y subió al piso de arriba de la casa, con intención de ahorcarse. Pero lo pensó otra vez, y se dijo: «¡Van a echárselo en cara a mi padre! Le dirán que la única hija que tenía, tan querida, se ahorcó al verse hecha una desgraciada. Y mandaré a la tumba a mi anciano padre, de puro dolor. Será mejor no ahorcarme, sino pedir al Señor la muerte, y así ya no tendré que oír más insultos.» Extendió las manos hacia la ventana y rezó. En el mismo momento, el Dios de la gloria escuchó la oración de los dos, y envió a Rafael para curarlos.
Salmo
Sal 24
R/. A ti,
Señor, levanto mi alma
Dios mío, en ti confío,
no quede yo defraudado,
que no triunfen de mí mis enemigos; pues los que esperan en ti no quedan defraudados, mientras que el fracaso malogra a los traidores. R/.
Señor, enséñame tus
caminos,
instrúyeme en tus sendas: haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R/.
Recuerda, Señor,
que tu ternura y tu misericordia son eternas; acuérdate de mi con misericordia, por tu bondad, Señor. R/.
El Señor es bueno y es
recto,
y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes. R/.
Evangelio de hoy
Lectura del santo
evangelio según san Marcos 12,18-27
En aquel tiempo, se
acercaron a Jesús unos saduceos, de los que dicen que no hay resurrección, y
le preguntaron: «Maestro, Moisés nos dejó escrito: "Si a uno se le muere
su hermano, dejando mujer, pero no hijos, cásese con la viuda y dé
descendencia a su hermano." Pues bien, había siete hermanos: el primero
se casó y murió sin hijos; el segundo se casó con la viuda y murió también
sin hijos; lo mismo el tercero; y ninguno de los siete dejó hijos. Por último
murió la mujer. Cuando llegue la resurrección y vuelvan a la vida, ¿de cuál
de ellos será mujer? Porque los siete han estado casados con ella.»
Jesús les respondió: «Estáis equivocados, porque no entendéis la Escritura ni el poder de Dios. Cuando resuciten, ni los hombres ni las mujeres se casarán; serán como ángeles del cielo. Y a propósito de que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en el episodio de la zarza, lo que le dijo Dios: "Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob"? No es Dios de muertos, sino de vivos. Estáis muy equivocados.»
Reflexión del
Evangelio del día
Habían elevado sus
oraciones a Dios al mismo tiempo
De forma muy resumida se
nos presenta la oración confiada de dos personas que viven con amargura su
existencia desgraciada, cuando no en el momento límite. Poco importa la causa
de la aflicción de uno y otra, porque la intención del autor estriba en
transmitirnos un mensaje más teológico que histórico: que Dios no abandona
nunca a los suyos, a los que al final salva a pesar de todas las dificultades
y sufrimientos. Pero tanto Tobit como Sara se mantienen fieles a pesar de sus
respectivas desgracias (él ciego y en la pobreza, ella sin hijos y acusada de
haber dado muerte a sus maridos), porque saben que Dios puede sacar bienes
hasta de los mismos infortunios, pues es un Dios creador de vida. En sus
oraciones piden morir, sí, pero lo que vemos en el texto son el remate de las
mismas con marcados trazos de esperanza, porque confían en que Dios elimine
la causa de sus respectivos males. Y Dios que está atento al dolor de sus
hijos escucha la súplica de los justos afligidos, y Rafael entra en escena con
una triple misión: curar a Tobít, liberar a Sara de su pena y dársela como
mujer a Tobías, el hijo de Tobit.
No es Dios de
muertos, sino de vivos
Los saduceos forman un
grupo que también se oponen al mensaje del Reino que predica Jesús de
Nazaret; dicen de ellos que eran oportunistas en política y liberales en
religión; con no poco de ironía tratan de poner en evidencia el hecho de la
resurrección, por ser contrarios a ello. Quizá la intención del evangelista
es darnos noticia de la enemiga de otro grupo más contra Jesús, éste
integrante de la clase dirigente de Israel. Jesús no entra en polémica
abierta con los saduceos, pero sí les echa en cara su ignorancia sobre las
Escrituras y trata de ofrecerles el verdadero rostro de Dios para que puedan
tributarle culto adecuado. Frente a la inverosímil casuística que ellos
presentan a Jesús, éste indica que la resurrección no es la simple
prolongación de la existencia presente; no es la mera reanimación de un
cadáver sino una nueva existencia de la persona humana, de forma radical
transformada. Apela en su argumento al Viejo Testamento que habla de la
revelación de Dios: el Dios de los padres, el Dios de la Alianza que, en sí
mismo, es siempre fiel a sus promesas; éstas son expresión de vida en
plenitud y vida con sentido. Dios no puede ni sabe abandonarnos al poder de
la muerte, su fidelidad a nosotros se traduce en que nos resucita. Fidelidad
que espera la recíproca de toda criatura: ser fiel al Dios de la vida para
vivirla en su amor y esperanza.
Cierto que nos acordamos
de Santa Bárbara cuando truena; cuando el trueno hace daño a los demás,
¿también?
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