viernes, 20 de febrero de 2015

Si Jesús está presente en nuestra vida, no hay lugar para la tristeza

¡Amor y paz!

Dos prácticas contrapuestas referidas al ayuno están en el origen de un enfrentamiento entre grupos de discípulos. Por un lado, tenemos a los discípulos de Juan, y a los discípulos de los fariseos, que frecuentemente observan esta disciplina. Por otra parte a los discípulos de Jesús que la omiten y descuidan.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este viernes después de ceniza.

Dios nos bendiga…

Evangelio según San Mateo 9,14-15. 
Se acercaron a Jesús los discípulos de Juan y le dijeron: "¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacemos nosotros y los fariseos?". Jesús les respondió: "¿Acaso los amigos del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.  

Comentario

Detrás de la disciplina se esconde una diversidad en la concepción de Dios que separa a unos discípulos y a otros. Los seguidores del Bautista aunque diferentes por múltiples motivos del fariseísmo, esperan un Dios justiciero que viene a juzgar severamente los errores que los seres humanos han cometido. Nace de allí la necesidad de una constante purificación, de la que forma parte el ayuno, para prepararse ante esa rendición de cuentas.

Por el contrario, el Dios proclamado por Jesús tiene características profundamente diferentes. Se manifiesta como el Dios de la misericordia del versículo inmediatamente precedente a nuestro texto, que se acerca a los seres humanos para una fiesta de bodas, en cuyo banquete puede expresarse adecuadamente la reconciliación entre Dios y la humanidad. Esta presencia festiva del esposo origina un diverso comportamiento frente a la práctica penitencial del ayuno. Ante dicha presencia no caben las actitudes de temor sino de gozo, no hay lugar para la abstención de alimento sino que se invita a la participación en la comida del encuentro íntimo de Dios con su pueblo.

Ese encuentro definitivo de Dios implica la caducidad de una práctica disciplinar sostenida por los grupos observantes de Israel. Los discípulos del Bautista, en cuanto tales, no han comprendido la misión del Precursor y le han conferido el papel de Maestro en su vida. Por ello no reconocen en Jesús al verdadero Maestro y, lo que es peor, no han comprendido la profundidad de la crítica formulada por Juan a los fariseos, integrándose voluntariamente a la práctica de estos.

Jesús, en su respuesta, resalta la intimidad que reina entre el Esposo y sus amigos más cercanos, calificados como "los amigos del Novio". En el Antiguo Testamento Dios se había atribuido esta función respecto a su pueblo Israel. Aquí este título divino se transfiere a Jesús. Y la presencia de éste implica un nuevo tipo de relación religiosa en que el elemento más importante no es la disciplina de la preparación sino la alegría de la libertad y de servicio ante la plenitud de la presencia del "Dios con nosotros".

Una nueva forma de religiosidad ha sido inaugurada, conforme a una nueva alianza que ha desplazado a la antigua. El ayuno signo de tristeza por una ausencia no tiene lugar en ese nuevo universo de representación. Solamente la ausencia del Esposo puede llevar a los discípulos a la tristeza. Y esta ausencia que se producirá con la Pasión y muerte de su Maestro no volverá a producirse ante la presencia continua del Resucitado en su comunidad.

Las reacciones ante la Vida y Actividad de Jesús pueden catalogarse en dos categorías: la tristeza del ayuno y de las lágrimas o la alegría ante la presencia del Esposo. La primera significa no haber comprendido la Misión de Jesús que ha podido develar plenamente el rostro del Dios de misericordia que se ha acercado a sus íntimos y que los ha llenado de gozo.

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica).