lunes, 21 de marzo de 2011

“Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso”

¡Amor y paz!

El tiempo de la cuaresma nos invita a descubrirnos como pecadores, como personas necesitadas del amor y la misericordia de Dios, y a ser misericordiosos y justos con nuestros hermanos.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Lunes de la II Semana de Cuaresma.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Lucas 6,36-38.
Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes". 
Comentario

Jesús quiere cambiar de raíz el esquema en el que se encuentra sustentado el orden del mundo. Por eso el texto bíblico de hoy comienza con una invitación profunda y trascendental que cambia todo en la historia: “sean generosos como su Padre es generoso”. Jesús no quiere simplemente darle la vuelta al orden vigente en el judaísmo ni en el mundo, por que El sabe que de esa forma no cambiaría la historia, ni mejoraría la realidad humana. El, lo que se ha propuesto al hacer esta invitación es cambiar el sistema que impera. De allí la invitación que hace a sus discípulos y herederos de su obra y ministerio. Esta propuesta surge de la experiencia que El tiene de Dios como Padre lleno de ternura y de amor sin límites. Un Dios que acoge a todas las personas y que ama a todos pero de una forma especial a los empobrecidos y marginados de la sociedad.

La invitación de Jesús que aparece en estos versículos de hoy rompe el esquema y el comportamiento tradicional judío. Jesús excluye de su programa mesiánico la actitud de venganza de los pobres para con los ricos. Jesús propone tener una actitud contraria, nueva, diferente: el amor a los enemigos. Jesús sabe que el amor verdadero, que el amor que humaniza, no puede ni debe depender del amor que yo recibo del otro. El amor sólo debe querer el bien del otro, la humanización del otro, la felicidad y realización del otro, independientemente de lo que él o ella hagan por mí. Así es el amor de Dios Padre con nosotros y esa es la difícil invitación que Jesús nos hace, para hacer de este mundo un espacio de vida verdadera y de humanidad plena. Qué tarea tan difícil, pero no imposible de vivir.

Para poder actuar y vivir de acuerdo a la enseñanza de Jesús, se hace necesario un proceso de conversión profunda, donde cada hombre y cada mujer, por la fuerza del Espíritu, pueda renunciar libremente a los falsos valores que el mundo, con sus estructuras perversas, nos ha colocado como paradigma. En la medida que nos dejemos moldear por el programa de Jesús y logremos transformar nuestras conciencias acaparadoras por conciencias libres, universales y no dominadoras, entonces nos abriremos al amor, volviéndonos generosos como el Dios de la creación. De esta forma el ser humano construye la medida con la que será recompensado.

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)