viernes, 18 de junio de 2010

‘No acumulen tesoros en la tierra’, nos aconseja Jesús

¡Amor y paz!

Hoy nos aconseja Jesús que amontonemos tesoros en el cielo. En el cielo quiere decir en Dios. Lo que es invertido en Dios, tiene valor eterno. ¿Qué clase de tesoros son? En primer término la entrega del corazón a Dios. Pero luego también todo lo que el discípulo hace con la intención de servir realmente a Dios.

Asimismo, si el ojo está sano, vemos bien, si el ojo está enfermo, estamos entre tinieblas. Si su ojo, su mirada, está puesta en Dios, que es la luz y fuente de toda luz, se iluminará el misterio de la oscuridad humana. Si no lo tiene puesto en Dios, vivirá en tinieblas, dentro del misterio de su propia oscuridad.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el _Evangelio y el comentario, en este Viernes de la XI Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 6,19-23.

No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los consumen, y los ladrones perforan las paredes y los roban. Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que los consuma, ni ladrones que perforen y roben. Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo. Si el ojo está sano, todo el cuerpo estará iluminado. Pero si el ojo está enfermo, todo el cuerpo estará en tinieblas. Si la luz que hay en ti se oscurece, ¡cuánta oscuridad habrá!

Comentario

a) En el sermón del monte, Mateo recoge diversas enseñanzas de Jesús. Hoy leemos unas breves frases sobre los tesoros y sobre el ojo como lámpara del cuerpo.

«No amontonéis tesoros en la tierra», tesoros caducos, que la polilla y la carcoma destruyen o los ladrones pueden fácilmente robar. Jesús los contrapone a los valores verdaderos, duraderos, los «tesoros en el cielo».

«La lámpara del cuerpo es el ojo». Nuestra mirada es la que da color a todo. Si está enferma -porque brota de un corazón rencoroso o ambicioso- todo lo que vemos estará enfermo. Si no tenemos luz en los ojos, todo estará a oscuras.

b) Cada uno puede preguntarse qué tesoros aprecia y acumula, qué uso hace de los bienes de este mundo. ¿Dónde está nuestro corazón, nuestra preocupación? Porque sigue siendo verdad que «donde está tu tesoro, allí está tu corazón».

Ya estamos avisados de que hay cosas que se corrompen y pierden valor y sin embargo, tendemos a apegarnos a riquezas sin importancia. Estamos avisados de que los ladrones abren boquetes y roban tesoros y, sin embargo, confiamos nuestros dineros a los bancos, y ahí está nuestro corazón y nuestro pensamiento y, a veces, nuestro miedo a perderlo todo.

Sería una pena que fuéramos ricos en valores «penúltimos» y pobres en los «últimos».¡Qué pobre es una persona que sólo es rica en dinero! Los que cuentan no son los valores que más brillan en este mundo, sino los que permanecen para siempre y nos llevaremos «al cielo», nuestras buenas obras, nuestra fidelidad a Dios, lo que hacemos por amor a los demás. Y dejaremos atrás tantas cosas que ahora apreciamos.

También podemos hacernos nosotros mismos la revisión de la vista a la que nos invita Jesús: ¿está sano mi ojo, o enfermo? ¿veo los acontecimientos y las personas con ojos limpios, serenos, llenos de la luz y la alegría de Dios, o bien, con ojos viciados por mis intereses personales o por la malicia interior o por el pesimismo?

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 52-55
www.mercaba.org