¡Amor y paz!
En varias páginas del Evangelio
se denuncian situaciones de envidia. Por ejemplo, la del hijo mayor que
protesta porque, siendo siempre leal, nunca le han hecho una fiesta como la que
le ofrecen al hijo menor que ha malgastado la fortuna y, arrepentido, retorna a la casa del padre.
O como en el episodio de
hoy, donde los trabajadores de la viña laboran un número desigual de horas y,
sin embargo, reciben el mismo jornal. En ambos episodios se pone de manifiesto la
infinita misericordia de Dios.
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles de la XX Semana
del Tiempo Ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Mateo 19,30.20,1-16.
Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros. Porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña. Trató con ellos un denario por día y los envió a su viña. Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza, les dijo: 'Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo'. Y ellos fueron. Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: '¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?'. Ellos les respondieron: 'Nadie nos ha contratado'. Entonces les dijo: 'Vayan también ustedes a mi viña'. Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: 'Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros'. Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario. Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario. Y al recibirlo, protestaban contra el propietario, diciendo: 'Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada'. El propietario respondió a uno de ellos: 'Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti. ¿No tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?'. Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos".
Comentario
Es evidente que esta
parábola se dirige tanto a los que viven en la virtud desde su juventud y a los
que se vuelven virtuosos en la vejez: a los primeros para preservarlos del
orgullo e impedir que hagan reproches a los de la hora undécima; a los segundos
para enseñarles que pueden merecer el mismo salario en poco tiempo.
El Salvador acababa de
hablar de la renuncia a las riquezas, del desapego de todos los bienes,
virtudes que exigen un corazón grande y ánimo firme. Para ello es necesario el
ardor y la generosidad de un alma joven. El Señor reaviva en ellos la llama de
la caridad, fortifica sus sentimientos y les manifiesta que, incluso los de la
última hora, reciben el salario de toda la jornada...
Todas las parábolas de
Jesús, la de las diez vírgenes, la de la red, de las espinas, de la higuera
estéril, nos invitan a mostrar nuestra virtud en nuestras acciones. Jesús habla
poco de los dogmas porque no piden mucho esfuerzo. Pero habla a menudo de la
vida. Mejor dicho, hablo continuamente de la vida porque es un combate
permanente con sus penas imparables.
San
Juan Crisóstomo (c.345- 407), presbítero en Antioquia, obispo de
Constantinopla, doctor de la Iglesia
Homilía sobre San Mateo,nº64, 4
Homilía sobre San Mateo,nº64, 4
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